Oliver Sacks – Un antropólogo en Marte

Si hace unas semanas hablé de la necesidad de una desintoxicación (y salvando la tentación en la que caí con la última lectura), he aquí dicho intento de cura.Mi anterior experiencia con el señor Sacks, El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, me dejó un magnífico sabor de boca, por lo que no esperaba menos de este otro libro. Y sin embargo no he quedado satisfecho al 100%.

A lo largo de las siete historias nos presentan otros tantos casos más o menos chocantes para el ciudadano no familiarizado con los trastornos mentales (como yo mismo, si no tengo en cuenta mis experiencias con los managers de mi empresa). Pero si en el anterior libro se centraba en cada personaje, tratando de darle una explicación, una diagnosis, en este libro parece que se siente obligado a rellenar con teoría de los sentidos, e incluso con filosofía. La paja no resulta del todo desagradable, pero sí que peca en algunos casos de volverse cansina, densa: hay partes llenas de explicaciones científicas que sacadas del mundo neurológico al lector medio le aportan poco. Un ejemplo lo encontramos en ‘La pasión de sus sueños’, historia demasiado alargada con teorías de la memoria, y que sin embargo queda mal descrita en lo que se refiere al propio paciente y sus creaciones.

Por el contrario en ‘El último hippie’ no sobra palabra alguna, trazando una interesantísima relación entre neurología, religión y cultura popular (sobre todo la descripción final en el concierto de los Dead). La religión y su relación con el sujeto autista también aparece, de refilón pero en forma de una pincelada muy interesante, en la historia que da título al libro (esa descripción de una ‘puerta al cielo’ es de lo más sugerente).

Salvando la citada paja, destacar la historia narrada en ‘Ver y no ver’, terrible, dramática, con su claro toque de patetismo; o la impresionante fuerza de voluntad descrita en ‘Vida de un cirujano’. En ‘Prodigios’ nos encontramos de nuevo con una historia alargada, hinchada, pero que incluso con ese defecto resulta interesante (más aun cuando, en mi caso, ya conocía la obra de su protagonista); otro tanto de lo mismo sucede con ‘El caso del pintor ciego al color’, interesante pero hinchada.

En definitiva, un libro interesante aunque a ratos aburrido que cumple a la perfección con lo que yo le pedía: desconectar del género fantástico.

Me apunto para la lista de la compra Despertares (en su día ya me gustó la película basada en el libro) y La isla de los ciegos al color.

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