James Herbert – Aullidos

Hola, culebrillas.

Tras una pequeña sesión de cifi patria tocaba regresar al terror. Como este libro de James Herbert era finito y por el nombre me sugería la idea de hombres lobo (entroncado con el más puro clasicismo) lo agarré y empecé a leerlo.

Ante todo aclarar que este Herbert no tiene nada que ver con el archifamoso autor de Dune. Una vez hecho esto contaré mi experiencia con el libro: agridulce es la palabra que mejor lo define.

El lado agrio posee los tintes de engaño, de burla por parte del editor: la contraportada de Aullidos vende a la obra como una historia de angustia, de horror. Nada más lejano: lo que en un primer momento creía iba a ser un libro de terror (y así lo pone bien claro en la contraportada) en realidad se trataba de un relato más o menos budista acerca de la encarnación y el sentido de la vida. Así, tal cual lo digo: del terror, a encontrarme con pensamiento trascendental de medio pelo. Si, vale, no están mal la aventurillas del perrito Fluke (en eso consiste la parte dulce), cómo lo pasa de mal el desgracidito, pero todo ello a nivel de telefilme (con su inevitable carga de moralina) de una tarde de domingo en Antena 3. No para leérmelo yo, que odio los telefilmes, en mis viajes al/del curro. Hasta bien pasada la mitad del libro estuve esperando ese arranque de terror. La espera resultó inútil, por supuesto.

El mayor defecto del libro lo encontramos en que se trata, a todas luces, de un relato corto ampliado: las situaciones se suceden una tras otra, pero la mitad de ellas no aporta nada importante al desenlace de la trama. A no ser, claro, que todas ellas formen parte del ‘crecimiento personal’ que ha de vivir el protagonista: de nuevo habría que recordar que nos encontramos ante un panfleto new age.

A modo de resumen, supongo que algún budista, amante de los animales, jippi o ‘gente similar’ sacarán algo interesante al libro. Yo, a lo sumo, lo considero un entretenimiento menor, y sobre todo ligero, demasiado ligero.

Ale, siguiente que éste no merece la pena.

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