Archivo mensual: diciembre 2009

Un adiós especial

Hola, culebras.Hoy es, si no un día triste, sí al menos un día especial. Hoy acaba el funesto año 2009, en el que una palabra que empieza por ‘cri’ ha golpeado a mucha gente, y ha enriquecido a otra tanta.

El año ya termina, y con él se va un aglutinador involuntario de gente, un catalizador de experiencias sorprendentes (muchas veces surrealista), una entidad que sin quererlo ni beberlo ha creado un grupo de personas singular. Grupo Apex ha conformado, por fuerza, un grupo de magníficos profesionales y mejores personas. Digo ‘por fuerza’ ya que la empresa ha llegado hasta hoy gracias al esfuerzo de los trabajadores, que siempre han tenido que luchar con la inoperancia, dejadez o rotunda incompetencia de los superiores, expropietarios incluidos. La empresa ha seguido adelante gracias a que los del escalafón más bajo han capeado viento y marea para sacar adelante su trabajo, incluso a pesar de los jefes.

Esas circunstancias, al cabo de los años, han cristalizado en un grupo humano con vínculos que muchas veces van más allá de lo meramente profesional. Entre esa gente hay caracteres de todos los tipos y colores, personas cada una con sus rarezas, defectos y sus virtudes, pero muchas de ellas inolvidables. Algunas de esas personas quedarán en nuestro recuerdo por su zafia e infantil maldad (y no puedo dejar de pensar en M.B.C.), otras… se las recordará por muchas otras cosas, una gran cantidad de ellas loables.

Desde mi entrada en esa empresa han pasado ya más de nueve años, la mayor parte de ellos en contacto directo con muchos de los miembros de ese grupo humano. Gracias a ellos se han superado muchos días difíciles con una sonrisa (incluso a pesar de que, en los últimos tiempos, algunos han intentado sembrar el terror y el malestar).

Apex Splendor
Esta entrada del blog la escribo para ellos, para la gente que realmente es Apex, para todos ellos: para los que han estado y ya no están y para los que aun estamos en este último día. Sois especiales, habéis creado algo único en torno a un nombre poco agraciado (elegido simplemente para aparecer en las primeras páginas de los listados, sic).

No pretendo dar una lista de nombres, pero ya que uno de los artistas presentes en el grupo fue componiendo sin prisa alguna este desenfadado y humilde grupo de caricaturas, lo pongo aquí para vuestro disfrute. En el dibujo aparecen algunos de los del grupo, pero muchos otros no están. No por ello los ausentes son menos, ni los presentes en el boceto más: simplemente estaban allí, a mano del autor.

Hoy Grupo Apex deja de existir como tal, fagocitada por una empresa líder en su sector… sector (nadie sabe decir cuál es ese sector en el que la susodicha empresa se supone es líder por encima de todas las demás) Pero la herencia de Apex no es lo que algún gabacho incompetente pierde clientes dijo en cierta ocasión: la auténtica herencia de Apex está en su gente, tenga aun nómina con ese C.I.F. o con otro. Apex ha muerto: ¡viva Apex!

Por vosotros, por todos. Salud y que nos sigamos viendo como el pasado día 18.

AA.VV. – Conan el bucanero

Hola, ofidios.

Aunque leyendo el título de esta entradilla (y su etiqueta asociada) parecería que se trata de muchos autores o de un libro de relatos, la verdad es que ni una cosa, ni otra. El libro lo han escrito sólo dos autores, Lin Carter y L. Sprague de Camp, algo que se contradice con el nombre que aparece en la portada, el de Howard (práctica por parte de la editorial que yo consideraría engañosa para con el lector, haciéndole creer que va a leerán obra directa de Howard). Por otro lado, al aparecer el nombre del tejano, uno se espera relatos: ahí radica el segundo ‘engaño’, ya que en el interior del libro lo que nos encontramos es un trabajo novelizado de seguidores sobre sus notas. En efecto, Conan el bucanero es una novela.

Pero bueno, dejemos esos deslices de editorial no del todo seria y entremos en harina. Como todo lo que hasta ahora ha pasado por mis manos sobre el cimmerio, nos encontramos con una lectura rápida, sencilla y carente de florituras, con personajes planos (ni siquiera esbozos), pero en la que destaca una historia llena de acción, con buenos buenosos, malos malosos, bichos bichosos y acción acciosa. Literatura juvenil perfecta para evadirse.

Este Conan el bucanero de Carter y de Camp no aporta prácticamente nada al personaje, salvo rellenar un muy breve periodo de su vida. A lo sumo destacar la presencia de Toth-Amon, el que se acabará convirtiendo en la némesis por excelencia de Conan. Nos reencontramos con Juma (no tengo la novela anterior en la que aparece el kushita, pero lo recuerdo de cuando leía La espada salvaje de Conan).

A lo amantes del HPL les hará gracia ver como los autores han continuado con los guiños al de Providence, tan frecuentes entre las obras de los miembros del círculo de Lovecraft, insertando a Tsathoggua.

Un ejercicio ligero de lectura, recomendable pero sin destacar, ideal para pasar un buen rato. Sin duda una agradable manera de acabar las lecturas del año.

La próxima entrada de libros (y seguramente del blog, ya que casi se puede decir que sólo consta de reseñas), será el balance de lecturas del año, el primero que hago desde que he empezado con esta sección. Todo ello si, claro, no me acabo antes el que tengo entre manos (Y mañana serán clones, de Varley), pero vistas las fechas en las que estamos dudo mucho que tenga tiempo para ello.

Hasta luego.

Arthur C. Clarke – La ciudad y las estrellas

Hola, culebrillas.

Han pasado varios años desde mi último Clarke, y pensé que había llegado la hora de leer este libro, el único que me quedaba por casa del maestro del hard.

Pero antes de hablar del libro comentaré una tontería: hace muchos, bastantes años (yo debía ser un crío) no sé dónde leí una historia que me impactó, la de una extraña ciudad recorrida por un niño, el único que había nacido en ella a lo largo de millares de años. Hasta ahí llega mi recuerdo. Más mayor pregunté si a alguno les sonaba este argumento y todos me dijeron lo mismo: La ciudad y las estrellas, de Clarke. Pero es que lo que yo leí llegaba como mucho a cuento corto, ni de lejos poseía la extensión de una novela.

Sigo sin saber si leí esa historia, la soñé o qué. Lo importante es que con La ciudad y las estrellas y las aventuras de Alvin la intriga de saber que le pasaba al chico ese se me ha pasado: me he encontrado con una historia magnífica, con ese sentido de la maravilla estilizado y elegante típico de Clarke. Un gozada.

Pasando las páginas uno viaja de un decorado opresivo, masificado e impersonal (la cuasi eterna Diaspar) a la bucólica Lys. En esa transición, al comparar ambas sociedades, uno no puede evitar recordar la relación entre la primera y la segunda fundación (las de Asimov), una tecnológica y la otra psíquica. Pero es que el viaje no acaba aquí: en una sucesión de acontecimientos acabamos recorriendo los rescoldos de enormidades equiparables a las descritas en Mundo anillo o en Invernáculo. La historia más sorprendente del final me arrancó otra relación, en esta ocasión con un clásico, pero admito que este enlace está un poco tomado por los pelos.

Sentido de la maravilla, desproporción cuidadosamente calculada (y justificada), abismos de tiempo… esto y más hay en esta novela. No voy a decir nada más: sólo que quien quiera disfrutar con un buen libro ya está tardando en hacerse con él.

Hasta luego…

De nuevo Euro6000 tratando de timar a la gente

Hola, culebras.

Esto tiene la pinta de convertirse en un clásico navideño, como Ra-Pa-Él y Hola-soy-Edu-Feliznavidad. La red de embaucadores de Euro 6000 vuelve a lanzar un campaña engañosa… pero engañosa sólo si no te lees la letra ahora no-tan-pequeña. Prometen un descuento del 10%, pero con un máximo de devolución de 20€. Vamos, que de nuevo lo del descuento se queda en agua de borrajas, desleído en unas fechas en las que se gasta bastante más. Se agradece que en la web lo dejen claro (ver el flash embebido), así como en las condiciones de la promoción (leer la sección segunda, que tiene coña la lista de exclusiones).

Al menos en esta ocasión tiene la decencia de no imponer un gasto mínimo (yo no he llegado verlo indicado por sitio alguno). En esta ocasión no es tan engañoso como la otra vez, lo que no implica que resulte atrayente, al menos para mí.

AA.VV. – Visiones macabras

Hola, culebras.

Voy a hablar de otro libro que lleva años en La Pila, y que allí ha estado de manera consciente debido a uno de los nombres que aparece en portada: el de Dean R. Koontz. Nunca he leído nada de él, más que nada porque sólo he escuchado pestes acerca del autor. Pero bueno, algún día debía leerlo y ese día ha llegado: estas son las Visiones macabras que viví.

El libro casi lo podríamos describir como una colina; empezamos acercándonos a ella y, parea nuestra sorpresa, en torno a la base hay un pantano hediondo. Con dificultados lo atravesamos, y con una sonrisa de alivio iniciamos el ascenso. La ladera posee una pendiente suave, un paseo agradable, no muy llamativo pero con algunos macizos de flores que alegran la vista. Continuamos subiendo y a medida que nos acercamos a la cumbre descubrimos que estamos disfrutando de verdad. Sensación que se confirma al coronar la cima: desde ella podemos disfrutar de un paisaje magnífico; nos sentirnos contentos de haber llegado allí. Sin embargo debemos avanzar, seguir, descender. Para nuestra desgracia al otro lado nos encontramos con una ladera que termina en acantilado. Mal que nos pese nos descolgamos por las rocas, mas no podemos evitar algún golpe, sufriendo incluso alguna caída que provoca heridas. Pero al fin llegamos al suelo y, ya desde él, oteamos esa cumbre recordando la pequeña gloria que descubrimos en ella. El muy agradable recuerdo nos hace valorar como positiva la excursión. Nos lamemos las heridas, damos la vuelta y seguimos nuestro camino.

Ya he colado la metáfora. Ahora a aclararla.

El pantano, como se habrá podido adivinar, es la introducción del libro, una basura pesada, tocha, pedante, perpetrada por el señor Koontz. El colmo del despropósito llega cuando, si no entiendo mal, ataca veladamente a la nueva ola de terror que surgió en los ochenta (cuya figura más importante la podemos encontrar en Clive Barker) por dejarse llevar por lo grotesco, lo sucio. Barrer es grotesco, sucio, sexual, y son duda se ha ganado a pulso el término de revulsivo del género. Que haya cada diez años un nuevo Barker, por favor, y que empalen a Koontz en una plaza pública en esas mismas fechas.

Ese ascenso suave y con detalles de color, de calidad, se trata de los tres relatos de F. Paul Wilson. ‘Sentimientos’ remota el clásico de la mano amputada y maldita, para contarnos una historia previsible, lineal y poco afortunada. ‘Caras’, por otro lado, me recuerda a los niños de la talidomida: ¿Se habrá inspirado en ese drama el autor? Lo ignoro, pero el resultado del relato satisface, al punto de verlo incluso filmable. ‘Inquilinos’ nos presenta una historia correcta, con buen ritmo y un cambio de registro final que deja un buen sabor de boca.

La cumbre del libro, sin lugar a dudas, la encontramos en el relato ‘El jardinero’, de Sheri S. Tepper. De no haber leído nada de ella en mi vida a encontrarme con estas dos joyas. ‘El jardinero’ es un relato magnífico, que sabe aprovechar muy bien la extensión impuesta por el editor para conseguir una novela corta redonda, con personajes algo tópicos pero creíbles (incluso el deforme protagonista). El único pero que se le puede ver a la novela es que resulta predecible, si bien ese defecto queda eclipsado por el resto de sus virtudes.

El acantilado, el despropósito final de la compilación tiene como autor a Ray Garton, ¿aclamado? autor de Crucifax. Realmente, si esa novela tiene el mismo corte que esta otra de ‘Monstruos’ espero que no pasa pos mis manos jamás: la estructura de la novela es horrible, con flashbacks pésimamente colocados (al punto de que a veces no sabes si estás leyendo algo del presente o del pasado). La novela en sí mete a monstruos en un entorno en el que no hacen falta: las propias personalidades de los personajes (y la organización religiosa de fondo) ya son de por sí lo suficientemente despreciables como para generar horror. El final se predice a la milla, pero no se disfruta ni cuando se acerca, ni al llegar a él, ni después, con esa lovecraftiana nota policial que acerca la novelilla al pastiche chusco, de broma. En definitiva, ‘Monstruos’ se reduce a una monstruosa pérdida de tiempo y un mal colofón para una compilación que iba ascendiendo en calidad.

Mención aparte merece la contraportada: se nota que quien lo ha redactado no le ha gustado nada, y se ha dedicado a reventar las historias. Un nuevo despropósito editorial, para seguir la tradición de Aullidos.

Una pena que esa basura final manche algo que iba muy bien. Por lo menos uno recuerda con agrado los primeros dos tercios del libro (sobre todo el relato central). Espero que la siguiente lectura me satisfaga más.