Asamblea global: un simple esbozo

Hola, ofidios.

Lo prometido es deuda.

Quien haya leído El juego de Ender y La voz de los muertos (lo siento, pero no pude con más) de Orson S. Card ya tendrán una idea muy clara de lo que a través de la red y con democracia (más oradores) se puede conseguir.

Pero claro, se trata de cosas leídas en libros de ciencia ficción, ese género para descerebrados adolescentes lleno de ‘naves volando por el espacio pegando tiros a monstruos siderales’…

¿Y? ¿Qué pasa si digo que ese sistema democrático que Card plasma en esos libros es posiblemente en un 90% factible ya mismo en esto llamado primer mundo? ¿Qué es una vacilada? Pensad: en el libro se habla de conexión a la red desde casa, de foros de opinión, de avatares, de discursos on line, de comentarios, de validación de usuarios.

Vamos, de cosas inimaginables.

Huy, perdón, que para acceder a esta web he entrado desde mi casa con un ordenador personal. Antes de publicar esto para que lo lea cualquiera que acceda en esta página web he estado en un par de foros informándome. En uno de ellos he usado un nick (léase avatar) y le he dado caña a otro elemento con el que no me llevo muy bien: le he soltado un discurso de tres pares de narices, algo que ha generado algún que otro comentario. Luego me he metido en una web ministerial y con mi certificado digital (único e intransferible, que me identifica como ciudadano de mi país) he realizado algunos trámites oficiales.

¿De qué hablaba antes? Ah, sí, de que lo que decían esos libros no resulta factible ni de lejos ahora mismo.

<clonck>Onomatopeya de sartenazo en toda la cabeza.</clonck>

¿Cómorl? Sí que es posible, como todos sabéis.  La ciencia ficción permite a su lector estar un paso por delante de los no lectores en algunos aspectos. Y éste es uno de ellos, sin lugar a dudas: llevo soñando con ese ideal de democracia real cibernética desde que leí esos libros hace… mucho. Y el momento de verla hecha realidad puede haber llegado: los medios están aquí, y la indignación contra la casta política puede servir de detonante.

¿De qué manera se puede cumplir ese sueño? Pues con algo que, estoy convencido, nos dieron los políticos sin saber el verdadero poder que ocultaba: el certificado digital y a posteriori el D.N.I. con chip. Eso, unido a la infraestructura apropiada, permite hacer recurrente (sin gastar dinero en papeletas, urnas, etc., etc.) y accesible el voto universal. Un voto que se puede realizar tantas veces como se vea necesario sin gasto económico, más allá del de almacenamiento en servidor y tráfico.

Y es que con esos dos medios (realmente se trata de uno sólo, pero con y sin envoltorio físico) se puede conseguir a la perfección el sueño de la democracia real. Y ¡ya!

El certificado digital permite la utilización de sesiones individuales validadas a través de las cuales alzar nuestra voz.

¿Cómo? De la manera que se me hace más lógica (todo ellos desde mi humilde experiencia laboral en desarrollo y testéo de aplicaciones con firma electrónica para organismo ministeriales).

Pasos previos que básicamente sólo se deben realizar una vez:

  • Concesión a Internet del carácter de derecho constitucional, universal o el adjetivo legal oportuno, con tal de que todo ciudadano pueda acceder libremente a internet. Se entrada, y tras la #spanishrevolution, bien que me imagino a los políticos colocándose en contra de esto. Ya se sabe, internet es igual a información y coordinación de ‘gente libre = subversiva’, luego es algo malo.
  • Reparto gratuito (o a precio simbólico) de lectores de D.N.I. electrónico entre los ciudadanos que ya tienen ordenador, conexión y desean votar desde su casa. Esto ya se hizo hace unos años, pero se puede repetir.
  • Habilitación en ayuntamientos, centros cívicos, juntas de distrito, etc. de ‘salas de voto’ para quienes no tengan conexión en casa.
  • Desarrollo de una plataforma de voto mediante a través de web D.N.I. electrónico. La plataforma debería estar auditada las veces necesarias y por las entidades necesarias como para tener la absoluta certeza de que el voto es secreto, fiable y no manipulable. Ahí, en la auditoría, veo el mayor escollo: ¿quien le pone el cascabel al gato? ¿Quién nombra los auditores, y quién se fía de sus resultados?

Pasos posteriores y a usar en cada votación:

  • Se presenta un propuesta a votar.
  • Durante un tiempo quienes quieran/puedan informan de las opciones/consecuencias de la misma (vulgo campaña). Uso de foros, redes sociales, radio, televisión, boca en boca… lo que sea.
  • Elección de una ventana temporal de voto en el que poder ejercitarlo
  • Un ciudadano, un D.N.I. electrónico, una sesión de navegador, un voto y un periodo de x horas (la susodicha ventana temporal) para ejercerlo.
  • Recuento de votos.
  • Medida aprobada o rechazada.
  • Y punto. A la siguiente.

Esto podría aplicarse a las I.L.P. . Otra cosa muy diferente, con ese componente caótico y espontaneo tan recurrente en internet, sería el lanzamiento de iniciativas ciudadanas a través de webs no gubernamentales, como ya se hace ahora. Algo intermedio (una web no gubernamental que supuestamente servirá para alojar I.L.P.s, pero no iniciativas ‘espontaneas’) ha empezado su andadura, MiFirma. Quiero pensar que de aquí en un tiempo permitirá recoger firmas de manera menos estricta… y si no que surgirán otras web que sí que permitan trabajar de una manera más dinámica.

No soy experto en nada de esto de ‘organizar un país’, ni pretendo serlo, y seguro que lo que digo al fin y al cabo son simples sandeces, pero de alguna manera hay que mandar a tomar por culo a los chorizos que nos gobiernan.

Mientras toca seguir esperando.

Un saludo.

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