Isaac Asimov – Memorias

Hola, culebrillas.

Hace mucho, pero mucho, que no leo nada de Asimov. Si no recuerdo mal lo último suyo que pasó por mis manos me dejó muy mal sabor de boca: El fin de la eternidad no me gustó nada. Pero nada en absoluto. Demasiado reiterativo, como si no quisiera avanzar, y carente de la maravilla de las otras novelas del autor. Por fortuna no me queda casi nada más de él en La Pila, así que me dije: supongo que esta autobiografía no me resultará tan desastrosa como ese libro, y si me lo leo me quito de encima un buen número de páginas.

Y así me lancé a sus Memorias.

Isaac Asimov - Memorias

Isaac Asimov – Memorias

El estilo con el que está escrita la biografía se ajusta a la perfección al que el propio Asimov usa en sus obras: llano, carente de florituras y directo. Se lee a una velocidad pasmosa, sabiendo entremezclar la crónica de su vida con anécdotas que lubrican la lectura. Al parecer, si se cree uno la biografía, el viejo era así: dicharachero como él sólo.

Entre lo más interesante, al menos para mí, está el descubrir los enredos del mundo editorial norteamericano. O al menos los que había entonces, pre y postguerra. Aparecen editores ahora de renombre, como John Campbell, otros que conocía menos junto a un buen montón de los que no había oído hablar nunca pero que para resultaron un apoyo. Hay que admitirlo: me da envidia el ver cómo allí, en esa galaxia tan lejana llamada Estados Unidos, se paga por escribir ficción. Y algunos incluso viven de ella. Lo dicho: me da una envidia enorme.

El libro también sirve para conocer más a nombres que todo lector de ciencia ficción conoce de sobra. Pohl, Heinlein, Silverberg, Ellison, Bova… la lista seguiría, pero baste con decir que Asimov, sólo por edad, conoce a casi todos.

También leyendo la biografía me he ‘explicado’ el porqué de ver en las estanterías no sólo libros suyos de ficción, sino otros muchos de no ficción, sobre todo divulgativos. En mi escaso conocimiento, me parece que Asimov puede entrar en eso que algunos llaman ‘hombre renacentista’: un sabio de todo. No practicó el dibujo y la ingeniería, como Da Vinci, pero en lo relativo a su papel como divulgador Asimov parece que ha tocado casi todo lo imaginable.

La biografía describe tanto a la persona como a sus diversas etapas productivas: el inicio en la cifi, su larga etapa de no ficción y su regreso a la ficción, esta vez ya conjugada con la divulgación. Todo ello sumando una cantidad apabullante de palabras. Porque, en efecto,  si una palabra puede describir a Asimov esa es prolífico. De pequeño (los ya lejanos ochenta) me llamaba la atención encontrar en las librerías, aparte de sus libros de la fundación y los cuentos, otros de química, de artículos… incluso de ¡historia! Leyendo la biografía todo queda explicado. Lógica la admiración de Toharia ante el viejo patilloso.

Asimov no sólo divulgaba con sus escritos: también los hacía mediante conferencias y con charlas o entrevistas. Y este comentario me permite introducir el enlace a una de las dos entrevistas que él mismo considera entre sus favoritas: la que le hizo Bill Mollers en 1988 (si me he equivocado que alguien me lo diga). En definitiva, una biblioteca con patas, eso parecía el profesor (en uno de los capítulos él mismo se admite que hay gente que le considera así: el ‘pregúntaselo a Asimov’).

Hasta ahí todo bien.

Ahora viene lo malo: Asimov hablando Asimov de sí mismo. No le voy a negar que se haya sincerado. De hecho viendo la manera en que se describe todo apunta a eso: engreído, prepotente, re–sabiondo. Nada que un aficionado al ruso–americano no desconozca. Pero teniendo en cuanta esa naturaleza suya la lectura me hecho dudar de si el talante fantasma del señor no ha hinchado un poco o bastante la genialidad de la que habla. Ejemplo: decir que durante la juventud ya había leído todo lo que dice haber leído entra en conflicto con lo que él mismo dice, que en ese época la tienda de su padre le absorbía demasiado tiempo. Una cosa es leer rápido, otra decir que posee una habilidad casi similar a la de Rainman. Hay más ejemplos de exageración que huelen a ‘asimovadas’.

Aun así los pros (una visión al mundo editorial de un monstruo de las letras, y todo cuanto le rodea) superan a los contras (esos aires de megalomanía). Y eso que admito que esto de las biografías no acaba de ir conmigo: nunca antes había leído una, y no sé si repetiré la experiencia. No le acabo de sacar el punto de interés que sin embargo sí encuentro en un libro de relatos o una novela. O incluso en un texto divulgativo. Todo eso me llena más que leerme la vida de un tío.

Bueno, se trata de una mera cuestión de gustos. Aun con todo me parece un libro curioso e interesante, por lo que le pongo un 7.

Adiós.

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