Philip José Farmer – Relaciones extrañas

Hola, ofidios.

Pues sigo esquivando lo de leer eZcritos, mira por dónde. Y es que ¿por qué gastar el tiempo en esos posibles engendros si tengo más cosas bonitas por leer? Como por ejemplo este Relaciones extrañas de Philip José Farmer.

Conocí a Farmer con A vuestros cuerpos dispersos hace… puf, hace mucho (que todavía no me afeitaba, vamos). Y debo decir a las claras que su descubrimiento me dejó casi en estado de shock. Devoré la saga entera, maravillado no sólo por el escenario sino también por los personajes y la sociedad que mostraba. Debo aclarar que tenía la saga entera gracias a los saldos de Ultramar y a mi manera de comprar libros de manera compulsiva: esa obsesión por conseguir libros la sufro desde que me empezaron a dar una paga semanal, algo que ha acabado creando mi pequeña montaña de libros.

Que me disperso.

Antes de ponerme a leer algún tezto de dudosa calidad me acordé de este librito. No tengo Los amantes, pero en esta compilación había alguno de los cuentos que hizo famoso a Farmer. Así que, ¿qué mejor manera de pasar el tiempo que volver a disfrutar de la pluma de este irreverente?

Philip José Farmer - Relaciones extrañas

Philip José Farmer – Relaciones extrañas

Por desgracia al poco de abrir el volumen me encontré con un problema (para mí) bastante serio: se trataba de una edición argentina. Pero argentina escrita en argentino. En español argentina. Boludo y todo eso. Eso me hizo enfrentarme a frases como ‘Sus lucubraciones fueron interrumpidas en forma violenta’ y otras incluso más extrañas. No estoy seguro de si siquiera un argentino puede considerarlas bien construidas, pero sin duda a mí se me hacían cuesta arriba. Por desgracia me encontré otra vez tratando de adivinar lo que había intentado decir el autor. Nada bueno, vamos.

Pero aun así intenté seguir: los relatos incluidos bien que merecían el esfuerzo. Y a ellos voy:

  1. ‘Madre’. Me sorprende este relato. A día de hoy resultaría simplón, casi inocente, pero me deja claro indica lo mal que estaba el tema de la moralidad y el puritanismo en aquella época. Como ya se verá en el resto de relatos, Farmer mezcla en Madre los aspectos cuidados de la cifi pseudo dura (describe procesos biológicos con aparente lógica) con los del más alocado space opera (ale, a ir de planeta en planeta como si se va de Móstoles a Mataró. Caminemos sin escafandras, sin análisis de aire o microrganismos. ¡A pecho descubierto!). Por no hablar de que se me hace demasiado fantasiosa la facilidad para entablar contacto (y diálogo fluido) entre dos inteligencias tan diferentes. Coño, que según esto Sagan se podría haber ahorrado Contacto: total, un poco de maña y cualquiera se comunica con una forma de vida tan extraña como Madre. Saltando esos defectos queda un relato agradable, por no decir interesante, que se lleva un 7.
  2. ‘Hija’. En la introducción del libro (demasiado a lo Barceló a mi gusto) hablan de este relato como algo menor en comparación con ‘Madre’. Y sí, posee ese aire socarrón, entrando casi dentro de lo que se podría considerar pastiche. Pero profundiza en detalles que complementan a ‘Madre’, poco menos que obligando a una lectura conjunta. Como el anterior cuento, posee un desarrollo muy interesante de la biología extraterrestre, aunque con un pero enorme: una inteligencia como la descrita debería tener un mayor conocimiento de su entorno, algo que parece que no posee. ¿Usó esa carencia para reforzar el carácter moralizante? El miedo a lo desconocido se convierte en un factor clave en el texto, y la manera de superarlo en un ejemplo a seguir. ¿Que tiene bastante de fábula? Pues sí. ¿Que se parece a los tres cerditos? ¿Y? A mí me mola la manera en que se llega al ‘soplaré, soplaré y tu chabolo derribaré’, cómo sucede y cómo lo resuelve el cerdito albañil. Le pongo un 7… no, mejor un 8.
  3. ‘Padre’. En este cuento el libro empieza a decaer. De entrada el tratamiento del viaje especial es demasiado cercano a mi gusto a la space opera. De nuevo tenemos esa dualidad algo irritante: seriedad y buena elucubración en cuanto a la biología y, por el contrario, un tratamiento infantiloide del viaje estelar, de los procedimientos de seguridad y de exploración… casi parece que los protagonistas de ese pestiño llamado Prometheus hubieran leído este relato a modo de manual de cómo actuar. Algunos detalles que no aportan anda y en cambio sólo sirven para molestar. El ejemplo más clamoroso lo tenemos cuando describe la distribución continental del planeta: dice que sólo posee una masa continental en el hemisferio norte, estando el resto de él cubierto de agua. Sin embargo también dice que el clima es suave, algo imposible debido a los diferenciales térmicos que generaría esa distribución de tierra/agua. Vamos, que si no dice ese detalle aquí paz y después gloria. Otro detalle de pura coña: el fundador de la orden religiosa se llama Jairus Cbwaka. Cbwaka. Cambia la ‘b’ por un ‘he’ y a lo mejor te recuerda alguien. No voy a decir más de esa chorradilla. Seguimos con los detalles: al profundizar en la biología de Padre y de su mundo se mete en un enredo de muy señor mío. El diablo está en lo detalles, y aquí Farmer ha acabado en el puro infierno. La verborrea pseudocientífica mal metida no sólo no ayuda, sino que hunde el texto. Entre la concatenación de incoherencias y palabros, si pretendía que el texto tuviera cierto aire de Cifi dura la verdad es que ha acabado pareciendo el texto un guion de serie B. No voy a hablar mucho más, salvo que ese final con ciertas semejanzas a El Monje (M. Lewis) no me acabó de convencer. De hecho todo el rollo religioso no me lo creí jamás. Al final se lleva un justito 5.
  4. ‘Hijo’. De un relato presuntuoso y fallido llegamos a uno más humilde y sin embargo efectivo. Sí, la descripción de Keet podría ser más completa, pero eso rompería con identificación entre narrador y el prisionero. El relato resulta un texto simple, tradicional y efectivo que se merece un 6.
  5. ‘Hermano de mi hermana’ regresa a las pretensiones de pseudorrealismo de ‘Madre’, ‘Hija’ o ‘Padre’, pero sin caer en los defectos de este último. No tenemos un Marte de Burroughs, pero tampoco uno de Robinson. Leyéndolo me vino a la cabeza Una odisea marciana de Stanley G. Weinbaum; hace años que no leo ese cuento y creo que sería un buen momento para recuperarlo. A lo que iba: en ‘Hermano de mi hermana’ Farmer recupera el tono y nos muestra cómo la biología puede generar problemas en las relaciones entre especies tan distintas como las protagonistas… y pese a todo haber momentos de erotismo –por decirlo de alguna manera– ‘extraño’. Texto interesante, tanto por la visión de Marte y sus habitantes como por la del resto de entidades biológicas. Le pongo un 7.

Y haciendo una media me sale un 6’5. Por el c…

Adiós.

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