Hola, ofidios.
Realmente es un gusto leer los relatos de Conan, historias de fantasía sincera y directa, alejada de pretensiones. En esta ocasión, además, las historias e incluídas en este Conan el Guerrero surgen de la pluma del propio creador del personaje, con lo que nos encontramos ante un Conan tal y como lo ideó Howard. Por supuesto eso supone un aliciente más a la lectura.
¿Y qué nos encontramos? De entrada una historia magnífica: ‘Clavos Rojos’. Esta historia nos sumerge en un escenario extraño, decadente y oscuro, con una atmósfera llena de velada amenaza. Casi se diría que con tintes de Lovecraft. No diré más de ella, sólo que (salvando algunas incoherencias) se disfruta de cabo a rabo.
‘Los dientes de Gwauhlur’, por el contrario, nos saca de los interiores decrépitos de una ciudad mastodóntica a la jungla y a unas ruinas en ellas. El relato es un poco más flojo, si bien encaja a la perfección dentro del estándar de la obra de Howard: acción, chicas, magia y muerte.
‘Más allá del río Negro’ quizá suponga el relato más flojo de los tres, si bien tiene el interés de ver una faceta humana del salvaje, sobre todo al final de la historia. Cambiamos pictos por indios, Conan y su compañero por vaqueros y los aquilonios por el ejercito yanqui y tenemos un buen relato del oeste. Entretenido.
Así dicho todo casi parece que el libro decae y que se acaba con cierta desgana, algo que realmente no sucede gracias a que en ningún momento deja de ser ameno.
Puntuación: un justo siete.