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Walter Greatshell – Apocalypso

Hola, culebras.

Walter Greatshell - Apocalipso

Walter Greatshell – Apocalipso

Tras algo más de un mes extraviado regresó a mi vera la tercera y última parte de la saga de los xombies, Apocalipso. Vaya ansia, podría decir alguno. Y la verdad es que sí: tenía ganas de leer la conclusión de esta saga de Greatshell. Lo que en un principio parece una simple saga de humanos contra engendros, con todo su tópico trasfondo de flashbacks en un intento no logrado de aportar fondo a los personajes, bien mediado el segundo libro me deparó una gran y grata sorpresa: la trama tomaba, así de improviso, tintes de horror cósmico. Sólo gracias a esa nueva subtrama (que de hecho se convierte en el fundamento de toda la historia) nacieron en mí las ganas de saber cómo la desarrolla en este tercer y último libro.

Pero las cosas claras: desde un primer momento se me hacía muy complicada la tarea de encajar la amenaza cósmica con la –hasta el momento– no muy sorprendente historia de los xombies y los humanos. Más aun si se tiene en cuenta que Apocalipso no suma muchas más páginas que los otros volúmenes. Pero en la literatura ya ha habido saltos de escala que pasen de lo individual a lo planetario o cósmico, como muy bien demostró Benford en su ‘Saga del centro galáctico’.

Entonces, ¿qué encuentra uno en Apocalipso? Pues por desgracia nada de nada. O mejor dicho, más de lo mismo: flashbacks de longitud exagerada, introducción de nuevas tramas, escenas erráticas, mal engranadas y peor explicadas. Hay saltos temporales en el progreso de la trama que carecen de sentido, más aun cuando el autor dedica páginas y páginas a explicar hechos pretéritos: ¿por qué le da tanta importancia a los increíbles tejemanejes de Sandoval cuando luego maltrata al personaje abandonándolo a su suerte (en el sentido de que desaparece de la narración) y obligando al lector a adivinar/fantasear lo que le pasa en el presente? Todo apunta a que Greatshell pretendió conseguir una especia de novela río (intento loable, por supuesto) para acabar perdido entre tanto personaje y tanto trasfondo, incapaz tanto de dar peso a ese abanico de personajes como de encajar bien sus historias y tramas. Sin tener que ir a sagas hay ejemplos de novela río con variedad de personajes y bien llevados, incluso de manos de autores primerizos como Camino desolación (Ian McDonald).

Pero bueno, dado que el autor estaba empezando a escribir novela esos fallos se le pueden permitir.

Otra cosa es la manera de hacer avanzar la novela. Decir que avanza a trompicones es quedarse corto: a los saltos temporales antes dicho hay otros de localización que no explica, los personajes aparecen y desaparecen por arte de magia, hasta el punto de no saber si el actor de una escena está solo o sino (de hecho hacia el final hay un par de escenas en las de repente aparecen como salidos de la nada grupos de personajes). El lector se siente desamparado ante esa falta de definición, de precisión a la hora de representar los hechos. El problema se acentúa a medida que se llega al final, con situaciones confusas, mal hilvanadas e incluso carentes de explicación y/o sentido.

Luego está el asunto de olvidar elementos vitales de la trama. Porque ¿qué ha pasado de la escena cósmica de la anterior entrega, la que prometía un salto de escala en la acción del libro? Pues que desaparece: el autor menta un par de veces esa terrible amenaza que acabará con toda la vida de la Tierra, y luego sigue hablando de las nimiedades de los exhumanos. Porque ese final no me creo que se puede considerar resolución de conflicto. A lo sumo tomadura de pelo. Bueno, a lo mejor esperaba demasiado.

El autor en la presentación del libro dice algo así como que ‘ha escrito todo lo que tenía dentro’. A mí, sobre todo tras leer el segundo libro, me parece más bien que en este tercero ha escrito lo que ha podido, o lo que el tiempo le ha permitido, antes de verse acosado por el editor para publicar y cerrar la saga. No me puedo creer que se olvide de un plumazo de la trama cósmica que tanto prometía, sólo para sustituirla por más y más carne xombi, en diversos grados de modificación.

Un cierre cerca al desastre de una saga que tuvo su momento prometedor en el segundo tomo. Le pongo un 4.

Adiós.

PD para Larissa Nogueira: vaya, otro libro que suspende. ¿Culpa mía, de mis gustos ‘raros’, o de sus errores de argumento? ¿Tengo yo la culpa por toparme y leer un libro malo (y así decirlo) o el editor por no hacer un trabajo de criba (que no mire más allá de vender–vender–vender) y publicar una mierda? Sí, sin duda culpa mía, seguro.

Walter Greatshell – Prisioneros

Hola, culebrillas.

Walter Greatshell - Prisioneros

Walter Greatshell – Prisioneros

Pues sí, que me he metido de lleno a leer los dos ejemplares que tengo de esta saga. Como ya he dicho en la anterior entrada el primer volumen, Agente X, no me disgustó. Ahora que han pasado unos días y habiendo leído la segunda parte casi le subiría un poco la nota a esa primera parte.

Y me jode quedarme sin leer la tercera. Pero dado que sólo compro saldos debido a mi economía (además de que me niego a pagar exageraciones por libros electrónicos) ahí se quedará todo.

En Prisioneros Greatshell empieza a hacer lo que apenas apuntó en al primer libro: dar trasfondo a los personajes. Vale, sí, en esta ocasión sólo lo hace en serio con uno y luego más por encima con otros dos. Pero por algún lado se empieza. Así descubrimos al medio protagonista, Sal DeLuca, un chaval obligado a crecer por las circunstancias. Junto a él nos encontramos con un grupo de chavales embarcados en una misión que ellos mismos sabes que tiene mucho de suicida. El libro, al centrarse en esa tarea, se acerca más a lo que parece ser el estándar del subgénero Z: situaciones concretas de normales contra zombis, una ensalada de tiros, encerronas y carreras. Eso, no lo voy a negar, supone un lastre para mi gusto, más que nada si lo comparamos con la más lenta y agobiante primera entrega.

Pero no todo es ‘pim, pam, pum; corre que nos pillan’, y ya. Podemos disfrutar de una segunda escena (la primera podría eliminarse por tópica y casi intrascendente) jugosa y por completo anómala para lo que conozco del subgénero Z: la de la incursión de Lulú y sus amigos. Por desgracia dicha acción acaba demasiado pronto, si bien con un muy correcto momento de suspense. Tras ello entran en acción el Sal y sus amigos y de Lulú y su panda casi nos olvidamos hasta mucho, pero que mucho después. Ese ‘fallo’ queda a posteriori bien justificado, por lo que no lo calificaré como un pero del libro. Pero sí me disgustó la manera errática de ir de un escenario a otro, saltando de la ciudad al submarino o a la inmundicia. Un ejemplo magistral de esos cambios de escena lo hay en Juego de Tronos. Pero Greatshell no trabaja así. Si a eso le sumas unos cambios o saltos en la línea temporal bastante sincopados la lectura acaba haciéndose algo molesta. A ver, no cabrea por lo que narra (que, la verdad, a medida que avanza el libro se me hace más y más interesante), sino porque dan ganas de decir ‘esto lo pones allí en vez de aquí y hubiera ganado en facilidad de lectura y puede que incluso en gancho’. Hay escenas en las que parece que el autor se emociona, alargándolas para, de repente, meter un inciso de lo que sucede en otro escenario, y a veces sólo para aportar una pincelada. Más moderación y control en el equilibrio de episodios, señor Greatshell.

Según avanza el libro se van quedado en el aire más y más incógnitas, muy en plan Perdidos. Supongo que en el tercer y último volumen se explicarán todos ellos, si bien para algunos lo veo me hace muy, pero que muy difícil. Un ejemplo: que todas la mujeres del mundo ‘saltaran en furia’ a la medianoche de Nochevieja. Vamos, como relojes sincronizados a la perfección. Que me explique qué sistema biológico, enzimático o lo que sea puede coordinarse con los usos horarios de cada zona del planeta. Porque la propagación de una señal detonante (sin importar la frecuencia usada) la hubieran notado varios países. Y eso sin tener en cuenta la limitada capacidad del cuerpo humano como receptor de emisiones.

Preguntas que se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia.

Aun con todo ello el libro me parece digno, por lo que le pongo un seis.

Y ahora toca soltar unas de mis peroratas. Ya no voy a hablar más de este libro, así que avisado estás.

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Walter Greatshell – Agente X

Hola, culebras.

Walter Greatshell - Agente X

Walter Greatshell – Agente X

Tercer libro del atracón de zombis que me pienso dar en los próximos meses, y de nuevo un (entre comillas) chasco: el libro no encaja en lo tópico del género. ¿Ventaja frente a los tópicos que tengo en mente o engaño usando un tema en alza para lanzar al mercado otra cosa? Pues casi diría que ni una cosa ni otra. Agente X, de Walter Greatshell, tiene un fondo en cierta medida similar al Paciente cero de Maberry: esquiva las calles anegadas de zombis, los complejos asediados y los enfrentamientos personales llenos de desesperación y a brazo partido (lo que hasta ahora yo asociaba al tópico Z) para hablar de una huida y de cómo interactúan los huidos.

La protagonista, Lulú, sufre una enfermedad que le impide tener el periodo. De esa manera tan prosaica se encuentra con que parece libre del contagio. Los vectores de la enfermedad, al menos en el momento del estallido, fueron las mujeres. Eso generó un clima de terror que degeneró en un mundo de hombres hostil para el sexo femenino (aunque se verá que la hostilidad acaba cuando hay ganas de meterla). Así, en apariencia inmune a la infección, Lulú se une a un grupo de militares convertidos contra su voluntad en niñeras, buscando un lugar donde la plaga no haya vencido. Y eso dentro de un submarino.

En un jodido submarino.

He leído que a algunos lectores (me parece recordar que entre los comentarios de goodreads) ese concreto detalle, y la manera lenta en que se desarrolla, les ha molestado haciéndoseles pesado. Pero la verdad sea dicha, a mí no sólo no me ha aburrido, sino que esos juegos de poder, de choque de personalidades (en el sentido de personalidades ya definidas de antemano para cada personaje: a excepción de la protagonista no hay profundidad alguna en los personajes, y mucho menos evolución), las descripciones de la vida dentro de la nave, del conflicto entre personal civil y militar me ha parecido del todo lógico e incluso necesario. Que estamos hablando de un entorno que sólo puede compararse, en cuanto a claustrofobia y encierro, a una nave espacial en tránsito. Exige tratar las relaciones interpersonales y los posibles choques. Y más aun con varios centenares de críos entre un grupo de militares a los que los ex les han dado por culo.

Porque Agente X más que un libro de zombis (o xombis, como los nombra) es un libro de supervivientes, de traiciones, egoísmo y crueldad. Las escenas de lucha o tensión contra infectados se cuentan con los dedos de las manos. Y no se echa de menos nada más, porque el auténtico peligro problema -o como se quiera decir- en la novela habla, viste y razona: son los mismos hombres.

El libro avanza sin prisas, plasmando bien el ambiente de malestar que hay dentro del innominado submarino, y sólo se acelera en su último. Y en ese tramo concreto falla: la parte final se vuelve confusa. El autor empieza a enredar la trama con la aparición de facciones y dobles juegos, con descripciones no del todo acertadas (no he acabado de ver bien ese Valhalla: no me cuadra tanta cúpula inflable con espacios diáfanos, túneles, pasillos y canales abiertos al agua, al menos de la manera en que luego describe las acciones) de tal manera que la lectura empieza a volverse poco interesante. A eso se suma el que todo empiece a cuadrar de una manera quizá excesiva: esa chica, con ese padre, en esa base y guardando ese secreto, que todo junto les llevará al lugar exacto donde encontrarse con los medios propicios para lograr ese premio final… Sí, hablo en acertijos (por eso de no meter demasiadas pistas) pero supongo que más de uno podrá entenderme: odio esos libros donde todo se encadena de tal manera que el final se convierte en una complicadísima pero maravillosa carambola. No se me hacen creíbles, ni de lejos.

Pero ese final no quita lo que antes ha venido: esos zombis azules, ultrarrápidos, parlanchines y que desean darte un morreo de primera. Habiendo visto ayer el último remake de La cosa (por cierto, horrible y vergonzosa como pocas) casi me puedo creer que algunas escenas de la película estuvieran inspiradas en la novela: esos miembros tan vivos y sedientos.

En definitiva, Agente X, de Walter Greatshell resulta una lectura amena (debido a su manera de avanzar posee bastante de thriller) que, sin pasar a la historia, satisface. Se lleva un seis.

Mientras seguiré buscando esos libros tópicos que encajen con lo que el cine ha dado. Sé que los hay: el libro de Arnaldos me lo ha demostrado. He decidido atacar los libros españoles una vez haya leído bastantes foráneos, para poder hablar desde una perspectiva más amplia. El señor Sisi y compañía deberán esperar.

Adeu.

P.D.: Mención aparte merece la portada. Se nota que buscaba el público adolescente, ese al que le sumas una tía medios desnuda y una X muy gorda y… bueno, no creo que haga falta más explicaciones. Que lo de la portada, salvo por el negro de los ojos, no tiene nada que ver con el contenido. Y a mi entender deja en muy mal sitio al director de la colección.