Hola, culebrillas.
Otra vez en inicios de un nuevo año, y como desde hace ya unos cuantos toca hacer balance de las lecturas.
En estos doce meses han llegado a mis manos algunos libros a los que jamás me hubiera acercado. Cosas de leer de encargo. Ese acercamiento aleatorio a autores y libros ha tenido sus pros y sus contras.
Entre los pros puedo decir el acabar leyendo una novela tan interesante como Los nombres muertos. Sí, llegué a ella tratando de demostrarme que entre las basuras nacionales todavía hay gente que sabe escribir. Y Jesús Cañadas me ha demostrado que, pese a sus defectos, hay autores patrios dignos de ser seguidos. De igual manera, tratando de huir de lecturas horribles, descubrí el catártico Vacas: un texto con imágenes poderosas y muy digno de ser leído.
Otro de los puntos altos del año está en el haber encontrado, entre las varias decenas de relatos que he leído, alguna que joya memorable. Podría hablar de las que he hallado incrustadas en Zombies o Zombies 2 pero no voy a hacerlo. Para ensalzar esas recopilaciones extranjeras ya hay legiones enteras sueltas por ahí, por Internet. Lo mismo sucede con obras consagradas como Las aventuras de Arthur Gordon Pym o El amor en los tiempos del cólera: no voy a decir nada nuevo hablando de sus maravillas. Sin embargo necesito destacar el ímprobo esfuerzo de Marcheto con su Cuentos para Algernon I, recopilación en la hay que brilla con luz propia el delicioso cuento ‘Las siete pérdidas de Na Re’ de Rose Lemberg. Gracias por esa preciosidad de cuento, Marcheto.
Pero el año ha tenido su lado negativo, por supuesto. Y no me refiero a pestiños como los de Alfonso Zamora Llorente o Alberto Arnaldos Conesa: al fin y al cabo se trata de gente que está empezando y debe curtirse (o dejarlo, que siempre está esa opción antes de seguir arrastrándose por el lodo, por mucho apoyo editorial que se posea). No, yo hablo de textos vergonzosos surgidos de gente premiada y afamada ya incluso internacionalmente. Que sí, que hablo de Carlos Sisi. Me mantengo en todo lo dicho respecto a Panteón: conciencia descarnada. Más aún, no muevo ni una coma, e insisto en que si esto es lo que quieren premiar y editar las editoriales apaga-y-vamonós. Semejante esperpento de texto a mí (y que quede muy claro esto, fans descerebrados: a mí) sólo me demuestra lo lleno de mierda que puede estar mundo editorial y los premios literarios. Sigo queriendo pensar que lo que salió a la luz no pasa de un borrador, un texto no revisado y apenas meditado. ¿O no? De todas maneras flaco favor se ha hecho el autor, al menos ante un lector con un mínimo de exigencia, al sacar a la luz esa novelette. Mucho me temo que ni un solo céntimo de mi escaso dinero acabará invertido en comprar una sola novela de Sisi. Y todo gracias a Panteón: conciencia descarnada.
Me han dicho que en esa cosa llamada CaraLibro mi reseña de Panteón: conciencia descarnada ha generado cientos de comentarios, muchos de ellos poniéndome a parir, de hoja perejil, a caldo, a bajar de un burro. Pues bien: a todos esos ‘haters fanboys‘ (jodidos anglicismos para calificar a los seguidores obsesivos y amargados, que a saber si alguno de ellos no roza la psicopatía de Annie Wilkes), como me los definió alguien, que les vaya bonito. Ésta es mi opinión y si no les gusta ya saben, a irse otro lado. ¿O van a pegarme dos tiros? Últimamente está de moda ese tipo de respuesta a la libertad de expresión entre depende qué fanáticos.
Junto al despropósito de texto de Sisi hay otra lectura que sí que me ha dejado tocado: Moby Dick. Me esperaba más, demasiado más. Una pena y todo un chasco.
Me enrollo.
El balance final del año me dice que tan sólo he leído 23 libros (apenas 8.500 páginas leídas), con una tristísima nota media de 5’04. Espero que este año 2015 mejoren las estadísticas, con más Jesuses Cañadas y menos Carlos Sisies (aunque seguiré leyendo algún que otro pestiño libro Z. Cruzo lo dedos). Por ahora, habiendo empezado a leer Alucinadas, la cosa parece que promete 🙂
Un saludo.