Hola, ofidios.
Tenía por ahí en el kindle este libro (no recuerdo bien cómo llegó a mí, supongo que a través de alguno de los vales que conseguí hace unos meses) y empecé a leerlo sin saber bien qué me iba a encontrar. Vamos, que no tenía ni idea de lo que iba a leer.
Y debo admitir que la experiencia no me ha dejado mal sabor de boca. Para tratarse de una especie de autoedición, este Pandora despierta de Pau Varela no está mal.
La historia, aunque se la pueda acusar y con razones de carecer de originalidad, se deja leer y entretiene. Desde que arranca uno parece estar ante una versión española de Falling Skies, la serie esa de televisión. ¿Por qué? No destripo nada de la trama al hablar del sentimiento de fatalidad e indefensión que describe el protagonista: ‘llegaron, barrieron y ya está: se acabó la humanidad’. Clavado al arranque de la serie. En ese escenario, en el que los humanos se ven reducidos a simples musarañas de ego arrasado, se desarrolla la historia. Viviremos las andanzas de un muchacho bueno para nada, uno de esos tan de nuestros días que aparte de jugar a la consola y perder el tiempo en internet sirven para poco más.
Pues vaya novedad, ¿no? Sí, eso se podría decir. Y de hecho se puede decir. Nada nuevo bajo el sol. De hecho la novela entera tiene un aire de serie medianita, de las que tendría su audiencia pero tampoco llamaría la atención. Algo que, disco sea de paso, no desmerece lo más mínimo. Ya tenemos ejemplos editoriales de bodrios que siguen por ahí, editaros y reeditados, muchos peores que este Pandora.
Porque esos otros bodrios, aparte de basarse en clichés, están más narrados. Cosa que no ocurre, o al menos no del todo, con esta novela: el texto posee la suficiente agilidad como para no aburrir. O al menos no me ha aburrido a mí (lo digo porque a otros lectores sí que les ha provocado esa sensación). Durante la primera mitad de la novela paseamos por una Barcelona muerta descubriendo escenarios casi a lo 28 días después, sólo que en vez de infectados esta vez tenemos, para darle un poco de tensión, a ‘los ocultos’.
Inciso en relación a esos ‘ocultos’: acabado el libro sigo sin comprender su ‘materia’. Me parecen el elemento más increíble y fallido de la novela, en tanto y cuanto que su invulnerabilidad a las armas humanas. ¿Cómo explica el autor su capacidad de resistencia a armas cinéticas, de corte e incluso explosivas? Pues no lo explica. Y punto. Vamos, eso para mí me parece un enorme fallo, un berenjenal en el que no se ha querido liar.
Tras este inciso sigamos. ¿Cómo nos narra el autor esta aventurita? Pues con un estilo que varía bastante y que, como he dicho, no me ha aburrido. Unas veces uno se encuentra con párrafos con detalles que poseen cierto aire poético. En otras ocasiones, las más frecuentes, unas un lenguaje directo y carente florituras.
Y llega el momento de los peros. No podía faltar. El texto tiene sus defectos, y negarlo no ayuda a nadie. Se nota que tenemos entre las manos una autoedición. Cuidada y bastante revisada, sí, pero no carente de fallos. Así nos encontramos con frases chocantes como ‘exploro las inexistentes opciones que tengo’, o ‘me agarran y me jalan de mí’. También hay muestras de ortografía variable, ese ‘criquet’ que se convierte en ‘cricket’. Por supuesto no faltan unos pocos detalles que van contra la lógica, como que tras una explosión llegue antes la llamarada que la onda expansiva, o que los personajes vean (y no una sino varias veces) en la más absoluta oscuridad (supongo que algún factor mutante les permitirá ver sin radiación luminosa). A eso hay que añadir aquí y allí alguna que otra falta, acentos que no están, y ciertos defectos puntuación que molestan un poco. Pero, insisto, que como se trata de una autoedición no ‘se comprenden’. Entre comillas, pero se comprenden. Para acabar no podía olvidarme de los malditos ‘seres’. Por fortuna en general el texto no está saturado de ellos como en otros casos que he sufrido, pero sí que hay algunos párrafos en los que sobreabundan.
Pero, insisto, pese a esos defectos la sensación general tras la lectura satisface.
El lector anterior destacó otro error, y estoy con él: el título de la novela. Mal. Mal y mal. Cualquiera que conozca el mito de Pandora sabe, si el título viene a cuento, cómo puede acabar todo esto.
A este pequeño fallo se unen otros. ¿Qué algunos episodios/incisos, como el de Australia, quedan demasiado en el aire sin quedar clara del todo su relación con la historia, ni siquiera lo que cuentan? Pues sí. ¿Qué algunas escenas no tiene ni pies ni cabeza, como cuando se ve estallar una sección de la luna y casi de inmediato caen sobre la ciudad esos restos? Pues también. ¿Qué la figura de Ona está demasiado poco desarrollada para que recuerde lo que recuerde y en función de eso haga lo que haga? Que me diga alguien lo contrario. ¿Qué hay cierto baile de cifras (miles de años frente a miles de millones de años) que chirría mucho, lo que me hace pensar en un gazapo? Lo mismo, que el autor me lo explique.
Pero a ver, que tenemos delante un libro de puro entretenimiento, un pasarratos efectivo. Nada más. Y nada menos. Ni cifi dura ni una edición revisada por un equipo profesional. Si hasta la portada pertenece al señor Varela. Sólo puedo decirle ‘olé’. Espero que siga trabajando y más adelante llegue a mis manos una novela suya más madura. O puede que eso no ocurra y, al contrario, una editorial le descubra y le promocione para que continúe escribiendo obras similares. Al fin y al cabo ese nicho de la cifi palomitera existe, con autores de renombre. También hay nichos mucho peores, repletos de bodrios infumables, y que sin embargo están mejor considerados por el público y el mercado.
Al final se lleva un 6 como nota final, lo que para una autoedición no está nada mal.
Un saludo.