Archivo diario: 15/09/2016

George Orwell – Rebelión en la granja

Hola, culebras.

Sí, hoy sí: voy a ser breve.

Tras años en la pila (y no sé si en el mejor momento) he agarrado este libro. Admito que todo este tiempo no me ha dado por leer Rebelión en la granja debido a su envoltorio en apariencia infantil. Un cuentito de cerdos, caballos y demás bichos que hacen de las suyas en la granja en la que viven. Pero habiendo leído hace muchos años 1984, y hace algo menos Homenaje a Cataluña, opté por desempolvar mi edición y darle una oportunidad a este clásico de Orwell.

George Orwell - Rebelión en la granja

George Orwell – Rebelión en la granja

¿Qué me he encontrado? Pues una dosis de mala baba sólo comprensible de la pluma de este autor. El cuento se puede definir como una parábola del totalitarismo, y una bofetada a la sociedad de la época.

¡MEC!

¿De la época? ¡Y una leche! Encaja a pies juntillas en la actualidad, cambiando apenas unos mínimos detalles. Que sí, que Orwell escribió Rebelión en la granja pensando en ese monstruo llamado URSS, que tenía de socialismo lo que yo de cura. Ya no tenemos a Stalin o a Molotov. Tampoco hace falta buscar semejanzas con Hitler o a Goebbels. Pero, pero, ¡pero! Aquí tenemos, muy patrios ellos (y actuales, alejados en las formas de aquellos dictadores, pero no en el fondo), a individuos como Amancio Ortega, Aznar, F. González o Cebrián (por decir los nombres de varios Napoleones, presentes y pasados, en sus propias granjas). Cada uno cuenta con su coro de ovejas, su ejército de perros, sus voceros (no puedo evitar ver la cara de Rafael Hernando, el aprendiz–torpe de Goebbels de nuestros días, en el papel de Squealer) y sus esclavos.

Quien lea la novela seguro que se puede identificar con alguno de los personajes: ¿eres Boxer, tan trabajador y sacrificado como leal y ciego? ¿O quizá te asemejas a un idealista –aunque un poco sin los pies en el suelo– Snowball (admito que yo sí que me siento cercano al discurso de ese personaje, lo que me obliga a apuntarme una tarea pendiente: leerme una biografía de Trotsky)? ¿Te pega más Benjamín y su cinismo? Seguro que más de uno se verá en Mollie, arquetipo de la burguesía en su origen, y que sin embargo encaja bastante con la juventud de hoy en día (superficial, indolente, veleta, hedonista)… ¿O quizá, muy ufano tú, te consideras un cerdo? ¿Un lechoncito, un proyecto de mini–dictador mandando en tu granja–empresa? ¿Has aprendido ya a manejar el látigo?

No hace falta mirar muy lejos para encontrar una versión de andar por casa de Napoleón. El enemigo está cerca, muy cerca, tanto que la mayoría de la gente ha optado por arrancarse los ojos y unirse a las ovejas. Será por falta de maneras de hacerlo: desde hace días me están bombardeando en mi propia casa con una llamada Netflix. Eso cuando no te encuentras con mindundis que intentan erigirse como napoleones en sus trabajos (a algunos se les identifica porque empiezan su escalada de poder siguiendo The Way of the Exploding Fist Pelota).

Paro, que me caliento.

Paso a hablar del estilo: mejorable, no lo voy a negar. ¿Culpa de Orwell o de otro? Porque tampoco ayuda la traducción de Rafael Abella, con su puntuación por momentos errática y sus americanismos, defectos que no me cuadran para una edición como la que poseo, de Ediciones Destino, ejpañola, ejpañola y muy ejpa… perdón, catalana. A ver si lo que he leído son catalanismos 😛

La novela se merece un 9 como la copa de un pino. Y van dos seguidos, oye. Estoy en racha. Un año sin escritorZuelos se nota. Creo que con el siguiente libro me voy a revolcar con alguna obra intelectual (sí, Sheldon: ¡sarcasmo!) para cambiar de aires.

No estoy a favor de las ‘lecturas obligatorias’, pero este libro no me parece recomendable, no, sino LO SIGUIENTE. Para darle con él en la cabeza a las masas. Los animales que describe son más humanos que los humanos de otros textos, y la manera de describir las situaciones y el drama poseen tal simplicidad y dureza que incluso el más analfabeto furgolero (una buena parte de las ovejas de nuestro país, los que se contentan con el pan y circo de Juvenal) lo entenderá.

¿Que adoctrina contra el comunismo (de nuevo me refiero ese comunismo de chirigota de la URSS), tal y como decían algunos en su momento? Quizá en los cuarenta: ahora Rebelión en la granja se ha convertido en todo un aviso para navegantes, una lección de lo que la maldita naturaleza humana puede hacer contra el idealismo. Una lección de la que aprender: tanto a ver que hay salida del pozo en el que vivimos (cooperación, hermanamiento, igualdad…), como a identificar a los cánceres internos (egolatría, ansia de poder, manipulación, etc.) que pueden devolverte al fondo del mismo. O a uno peor (no, no me refiero a 1984: ya estamos viviendo esa novela, atontaos, sólo que al alimón con Un mundo feliz. Masas al mismo tiempo engañadas, manipuladas, atontadas y endrogadas. Menos mal que Orwell ya está muerto; si no se moría de nuevo, pero de asco y vergüenza).

Con este cuento sólo se puede hacer una cosa: celebrar su existencia. Gracias, señor Orwell. De corazón, muchas gracias.

Hasta la próxima. Chau.

PD: no puedo evitarlo, debo poner este documento de hace unos días. Aquí os dejo a Amancio Ortega celebrando con sus trabajadores su posición como hombre más rico del mundo:

Amancio Ortega celebra su riqueza con sus empleados

Amancio Ortega celebra su riqueza con sus empleados