Walter Greatshell – Agente X

Hola, culebras.

Walter Greatshell - Agente X

Walter Greatshell – Agente X

Tercer libro del atracón de zombis que me pienso dar en los próximos meses, y de nuevo un (entre comillas) chasco: el libro no encaja en lo tópico del género. ¿Ventaja frente a los tópicos que tengo en mente o engaño usando un tema en alza para lanzar al mercado otra cosa? Pues casi diría que ni una cosa ni otra. Agente X, de Walter Greatshell, tiene un fondo en cierta medida similar al Paciente cero de Maberry: esquiva las calles anegadas de zombis, los complejos asediados y los enfrentamientos personales llenos de desesperación y a brazo partido (lo que hasta ahora yo asociaba al tópico Z) para hablar de una huida y de cómo interactúan los huidos.

La protagonista, Lulú, sufre una enfermedad que le impide tener el periodo. De esa manera tan prosaica se encuentra con que parece libre del contagio. Los vectores de la enfermedad, al menos en el momento del estallido, fueron las mujeres. Eso generó un clima de terror que degeneró en un mundo de hombres hostil para el sexo femenino (aunque se verá que la hostilidad acaba cuando hay ganas de meterla). Así, en apariencia inmune a la infección, Lulú se une a un grupo de militares convertidos contra su voluntad en niñeras, buscando un lugar donde la plaga no haya vencido. Y eso dentro de un submarino.

En un jodido submarino.

He leído que a algunos lectores (me parece recordar que entre los comentarios de goodreads) ese concreto detalle, y la manera lenta en que se desarrolla, les ha molestado haciéndoseles pesado. Pero la verdad sea dicha, a mí no sólo no me ha aburrido, sino que esos juegos de poder, de choque de personalidades (en el sentido de personalidades ya definidas de antemano para cada personaje: a excepción de la protagonista no hay profundidad alguna en los personajes, y mucho menos evolución), las descripciones de la vida dentro de la nave, del conflicto entre personal civil y militar me ha parecido del todo lógico e incluso necesario. Que estamos hablando de un entorno que sólo puede compararse, en cuanto a claustrofobia y encierro, a una nave espacial en tránsito. Exige tratar las relaciones interpersonales y los posibles choques. Y más aun con varios centenares de críos entre un grupo de militares a los que los ex les han dado por culo.

Porque Agente X más que un libro de zombis (o xombis, como los nombra) es un libro de supervivientes, de traiciones, egoísmo y crueldad. Las escenas de lucha o tensión contra infectados se cuentan con los dedos de las manos. Y no se echa de menos nada más, porque el auténtico peligro problema -o como se quiera decir- en la novela habla, viste y razona: son los mismos hombres.

El libro avanza sin prisas, plasmando bien el ambiente de malestar que hay dentro del innominado submarino, y sólo se acelera en su último. Y en ese tramo concreto falla: la parte final se vuelve confusa. El autor empieza a enredar la trama con la aparición de facciones y dobles juegos, con descripciones no del todo acertadas (no he acabado de ver bien ese Valhalla: no me cuadra tanta cúpula inflable con espacios diáfanos, túneles, pasillos y canales abiertos al agua, al menos de la manera en que luego describe las acciones) de tal manera que la lectura empieza a volverse poco interesante. A eso se suma el que todo empiece a cuadrar de una manera quizá excesiva: esa chica, con ese padre, en esa base y guardando ese secreto, que todo junto les llevará al lugar exacto donde encontrarse con los medios propicios para lograr ese premio final… Sí, hablo en acertijos (por eso de no meter demasiadas pistas) pero supongo que más de uno podrá entenderme: odio esos libros donde todo se encadena de tal manera que el final se convierte en una complicadísima pero maravillosa carambola. No se me hacen creíbles, ni de lejos.

Pero ese final no quita lo que antes ha venido: esos zombis azules, ultrarrápidos, parlanchines y que desean darte un morreo de primera. Habiendo visto ayer el último remake de La cosa (por cierto, horrible y vergonzosa como pocas) casi me puedo creer que algunas escenas de la película estuvieran inspiradas en la novela: esos miembros tan vivos y sedientos.

En definitiva, Agente X, de Walter Greatshell resulta una lectura amena (debido a su manera de avanzar posee bastante de thriller) que, sin pasar a la historia, satisface. Se lleva un seis.

Mientras seguiré buscando esos libros tópicos que encajen con lo que el cine ha dado. Sé que los hay: el libro de Arnaldos me lo ha demostrado. He decidido atacar los libros españoles una vez haya leído bastantes foráneos, para poder hablar desde una perspectiva más amplia. El señor Sisi y compañía deberán esperar.

Adeu.

P.D.: Mención aparte merece la portada. Se nota que buscaba el público adolescente, ese al que le sumas una tía medios desnuda y una X muy gorda y… bueno, no creo que haga falta más explicaciones. Que lo de la portada, salvo por el negro de los ojos, no tiene nada que ver con el contenido. Y a mi entender deja en muy mal sitio al director de la colección.

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