Hola, culebrillas.
Hace algo más de un año cayó la anterior compilación de relatos inspirados en Elric de Melniboné, Cuentos del Lobo Blanco; ahora le toca a esta segunda entrega de los relatos basados en el multiverso de Moorcock. En esta ocasión, como de su título de deduce, la recopilación no se centra en el amigable albino, sino que se juega con los múltiples aspectos del campeón eterno: nos encontramos relatos del anodino Hawkmoon, del irracional Cornelius, del triste Corum, el amargado Ereköse y, cómo no, del cenizo y carismático Elric. Junto a ellos algunos de los autores, siguiendo el espíritu de Moorcock, han introducido nuevos actores al juego de la balanza cósmica tratando de enriquecer el multiverso. El resultado es… desigual.
Precisamente con los personajes nuevos es donde destaca la recopilación. Como auténticos representantes del mensaje de Moorcock puedo mentar los relatos ‘Hablar con hombres y ángeles’ (Roland J. Green y Frieda A. Murray) y ‘Ángel de la guerra’ (James Lovegrove): éste último, sobre todo, capta a la perfección el alma atormentada de alguien que bien podría responder al nombre de John Daker.
Dado que hablamos de la lucha eterna entre el orden y el caos, el bien y el mal, junto a las dos joyas de la recopilación hay que nombrar las dos basuras más impresentables del libro. Las podemos encontrar, para nuestra desgracia, en ‘El alma cautiva’ (Hill Crinder) y en ‘El último escritor de relatos cortos del fin del tiempo’ (Brad Linaweaver), dos ejemplos de pésima labor editorial. No me voy a abundar en ellos, dado que se me revuelven las tripas, sobre todo con ‘el alma’ (pensar que eso ha sido publicado, traducido, etc. me duele mucho).
Entre los dos extremos, rondando el fiel, nos encontramos el resto de relatos. Lamentablemente el estar próximo al equilibrio en este caso no equivale a una buena valoración. Nombraré algunos de los que merecen la pena, en mayor o menor medida:
- ‘El cráneo de guerra de Hell’ (C. Dean Anderson), correcta fantasía de Ereköse, si bien no acaba de cuajar por su excesiva unidireccionalidad.
- ‘El signo de la mano de plata’ (Nancy A. Collins) representa el uso del estilo de Moorcock en su faceta más entretenida. Se lee con placer, si bien resulta previsible para lo aficionados al multiverso.
- ‘La estación festiva’ (David Ferring) encaja muy por los pelos en la recopilación, como si se hubiera apurado su desenlace para que se ajustara al tema del campeón eterno. Aun con todo se deja leer.
- Cito a ‘La isla de las almas perdidas’ (Robert E. Vanderman) más que nada por que me hizo gracia el encontrarme el mito clásico de Caronte junto al gafe.
Quedan fuera de toda clasificación los relatos esquizoides, como es el caso de ‘Gigantes en la tierra’ (Caitlin R. Kierman) y ‘La casa a medio camino’ (Peter Crowther). Supongo que habrán hilado demasiado fino para una lectura de metro, como todas las mías, ya que no supe captar nada de lo que pretendían decir.
En resumen, una compilación con altibajos, con basuras que te marcan y con joyas que se quedan grabadas en tu recuerdo. Vamos, que si perteneces a los seguidores de Moorcok y lo encuentras en la edición de bolsillo no estaría mal que te lo compraras: disfrutarás.