Archivo mensual: septiembre 2009

Robert Bloch – El que abre el camino

Si se conoce mundialmente a Robert Bloch no es por otra cosa que su magnífico libro Psicosis, que inmortalizó Alfred Hitchcock en su homónima obra maestra. Psicosis pertenece a ese terror de humanos, por humanos y para humanos, un perfecto retrato de una mente enferma. Pero Bloch tuvo unos orígenes muy distintos, alejados de esa horrible realidad que amenaza desde las demasiado cercanas sombras de la mente humana.

Miembro del círculo de Lovecraft, sus primeras creaciones enmarcan en el terror de fondo puramente fantástico. A ese periodo primerizo pertenecen la mayoría de los relatos de esta compilación: sí, hay algún monstruo con pantalones y traje, pero muchos otros son deformidades inhumanas. El conjunto de relatos que incluye El que abre el camino merece un aprobado alto, permitiendo vislumbrar los derroteros de una carrera clave en la concepción del terror moderno. Y también deja entrever la decadencia (acomodada, oportunista y en cierta medida conformista) de su última etapa. Recorramos los mejores y peores momentos de esta compilación.

Entre lo destacable nos encontramos auténticos clásicos, piezas inmortales como ‘La capa’, ‘El dios sin rostro’, ‘El que abre el camino’ o ‘El vampiro estelar’ (obras que trascienden lo normal, ya por su calidad o por sus repercusiones literarias posteriores, como en el caso ‘El vampiro estelar’); insistir en sus cualidades carece de sentido, ya que se ha hablado de ellas en otros sitios en numerosas ocasiones.

Pero en la recopilación nos encontramos con otras obras que se merecen igual valoración positiva:

  • ‘Los honorarios del violinista’, con su toque fáustico, no narra una magnífica historia de desamor y egoísmo.
  • ‘El influjo del sátiro’, relato que goza de un delicioso toque a lo Arthur Machen.
  • ‘Regreso al Sabbath’, una historia que bien le podría haber servido de inspiración a Campbell para su magnífico Imágenes Malditas.
  • El relato ‘Los canarios’ quizá descuadra un poco al leerlo respecto a sus compañeros, pero se nos revela como una maravillosa delicia casi infantil.
  • Entre los últimos a destacar está la cachonda ‘Abadía infernal’, una broma de corte gótico, breve y ante la que uno no puede evitar sonreir.

Todo esto hablando de las luces; del lado de las sombras tenemos relatos que desentonan por su mala calidad, más que nada argumental. Entre ellos ‘El extraño viaje de Richard Clayton’ (demasiado sinsentido para mi gusto), ‘La casa del hacha’ (excesivamente tonto y predecible) y ‘Viaje son retorno a Marte’. Pero lo dicho, se trata de excepciones que no manchan en demasía una buena colección de historias.

Como conclusión, El que abre el camino resulta una lectura recomendable que aportará momentos de gran y aterradora lucidez; y permitirá al lector adentrarse en un claro exponente del terror americano de la primera mitad del siglo XX.

Sheri S. Tepper – Despertar

¿Cómo estamos, culebras?

Se me amontonan varios viejos Novas y dado que la economía no está para muchos trotes mejor devorar la pila a que ella devore mi flaca cartera. Así que otra vez a coger un libro polvoriento.

De la Tepper no había leído nada hasta ahora, y la verdad es que con esta novela me quedo con ganas de obtener más de ella. Despertar narra el fermento de un cambio, de una revolución en un extraño y olvidado planeta. Se trata de un mundo en donde los hombres han olvidado su antigua gloria retrocediendo a una etapa medieval. Así, varados en ese planeta y torpemente adaptados a su ecosistema alienígena, viven unas existencias llenas de trabajo y temor religioso. Adoran, y al mismo tiempo detestan, a unas criaturas aladas, en torno a las cuales han erigido sus creencias religiosas. Todo esto (religión, ecología y sociedad) se mezcla en esta novela a la que Tepper aporta una perspectiva moderadamente sensible, sin caer en lo ‘sensiblero’.

Como novela sobre todo de personajes, gracias a ellos conocemos diversos aspectos muchas veces contrapuestos de esa única realidad: la visión despegada que aporta el marinero desde la cubierta de su barco; la fanática, retorcida y veces y obtusa de la muy católica jerarquía religiosa; la desgarrada de una hereje, atenazada por el recuerdo de una madre muerta; la rabia de un alado que desea regresar a un tiempo pasado… Todo se junta en un crisol que gana en coherencia a partir del último del libro. Las piezas encajan y, si bien hubiera deseado leer más información de los tiempos pretéritos (me temo que para algo similar, salvando el magnífico MundoRío de Farmer, deberé completar la Saga de la Confluencia de McAuley), resultan suficientes como para quedarse contento.

Tiempo bien invertido en un libro que deja un agradable sabor de boca. La mejor de las alabanzas para un autor: ganas de leer más.