Hola, culebras.
Ni sé cuántos años lleva este libro de 900 abuelas en La Pila. Pero me dicen que veinte años y seguro que no me equivoco, al menos no mucho. ¿Por qué tanto tiempo sin leerlo? La razón ya queda algo difusa debido a mi mala memoria, pero creo que se debe más que nada a que cuando participaba en la lista de correo Cienciaficción hubo varios comentarios en contra de R. A. Lafferty. A estas alturas no puedo recordar bien lo que decían, pero la impresión de ‘libros raros sólo aptos para gente rara’ la tengo asociada a los cuentos de Lafferty desde entonces. Algo similar recuerdo que me dijeron de Radix, como que se trataba de un truño… y luego resultó una lectura de lo más entretenida.
Pero ahora que vuelvo a darle al relato corto consideré que había llegado la hora de darle una oportunidad a Lafferty. De él tengo 900 abuelas, Los seis dedos del tiempo y Las salomas del espacio, con lo que si no me confundo cuento con buena parte de su obra. Por ahora he optado por empezar por 900 abuelas, y dejos los otros para más adelante, más que nada pendiente de ver cómo me sale este recopilatorio.
Pero es que ya sé cómo ha resultado. ¿Alguien quiere descubrirlo conmigo? Ahí voy:
- El cuento ‘900 abuelas’ arranca con un pequeño sopapo en la cara en forma de traducción muy hispanoamericana. No recuerdo haber leído la palabra ‘promisorio’ en toda mi vida. Pues aquí hay varias, y como quien dice, según se empieza el cuento. Además me encuentro con una mayúscula que luego se convierte en minúscula, dejándome claro que la edición hubiera requerido un poco más de galeradas. A lo largo del libro eso defectos (sobre todo los palabros y giros a mi gusto demasiado ¿argentinos?) se suceden, con lo cual tengo que apechugar: ese mundo de español no peninsular existe, y si me ha tocado un libro editado para ellos me aguanto y sigo. Pero debo seguir hablando del cuento ‘900 abuelas’. Pese a esos ‘defectos’ que acabo descubrir el relato este tiene más gancho —de hecho mucho más— que la novela que he leído. De hecho sólo lo puedo definir como auténtica maravilla condensada, una lectura 100% recomendable. Y se lleva unos de esos muy escasos 10 que suelo poner. Creo que eso ya dice mucho de la impresión que me ha causado.
- Seguimos con ‘La tierra de los grandes caballos’. Sencillamente soberbio. Pedazo de cuento, sí señor. Pese a ello no se lleva un 10 como el anterior: posee deslices de la traducción —a mi gusto muy mejorable— y lo peor, un interludio quizá demasiado largo y demasiado centrado en los USA. Pese a ello puedo decir que es un relato casi perfecto. Junto a ‘900 abuelas’ hace que me deba descubrir ante el inicio de libro. La nota: un 9.
- De la luz a la sombra, eso sucede con ‘Ginny envuelta en el sol’. Aquí ya se sufre la traducción, se la sufre mucho. A eso hay que añadir que los diálogos empiezan a bailar debido a la mala maquetación. El relato en sí se hace demasiado difuso a mi gusto, sin un objetivo definido y lleno de digresiones casi sin sentido. El comportamiento exagerado de los personajes no ayuda nada. Todo ello supone un 4.
- En ‘Toda la gente’, para mi sorpresa, me topo con un loismo: ‘el general lo estaba esperando’. Un segundo: no, uno no, sino más. ¿Hay loismo en Argentina? Pese a ello el relato se hace simpático. Da las pistas justas de lo que va a suceder, y el final sorprende pero al mismo tiempo está argumentado. Se lleva un 7.
- Leyendo ‘La educación primaria de los camiroi’ uno ya empieza a tener claro la razón de que Lafferty sea odiado o amado: basa buena parte de sus textos en el absurdo. Con esa premisa construye historias como esta, usando ladrillos exagerados al mismo tiempo que y ridículos. De resultas admito que se me hace difícil calificar el texto. Pese a ello me esfuerzo y le pongo un dudoso 6.
- Con ‘Lenta noche de un martes’ seguimos leyendo un relato de ‘exageración imposible’. Pese a ello, y de manera sorprendente, el cuento parece un muy buen retrato de ciertos comportamientos actuales. Ese sentido de urgencia ridícula, de la valoración de lo efímero y apenas elaborado me hace pensar demasiado en lo que ahora prima en demasiados aspectos de la vida. Escribo esto a finales de 2016; el cuento es de abril de 1965. En definitiva, un texto divertido y ridículo que se merece un 6.
- En ‘Resoplón’ ya me encuentro con un detalle de incoherencia del propio autor. En un momento dado dice que los protagonistas llevan pocas horas en el planeta; sin embargo la manera describir lo que han vivido deja bastante claro que llevan allí mucho más; y para crear la incoherencia unas páginas más adelante dice que llevan semanas. Un poco confuso todo, sí señor. El cuento a medida que avanza me recuerda mucho a ‘Padre’ de Farmer. Al final se puede decir que resulta entretenido pero quizá demasiado largo. Ale, un 5.
- En ‘Así frustramos a Carlomagno’ me sorprende encontrar una referencia a la ‘graffiti‘: el relato es de 1969, y yo creía que ese concepto de arte urbano era posterior. En el cuento me ha gustado el uso de la paradoja. Por desgracia la narración misma le revienta al lector el final por culpa de una pista descomunal, que hace del fin algo torpe. Pese a ello le pongo 7.
- ‘El nombre de la serpiente’. Relato divertido pero que tiene el mismo problema que el anterior: llegado a cierto punto crees que sabes cómo va a acabar (jodido objeto metido de repente), y en efecto acaba así. Pero pese a ello las desventuras del cura se hacen lo bastante entretenidas como para un 6.
- Al leer ‘Uno cada vez’ no me queda claro lo que he disfrutado. ¿Un cuento, una fábula, una leyenda? ¿O quizá un esperpento? De una manera u otra el relato resulta muy entretenido, poético y dotado de una extraña atmósfera que hace que se disfrute de cabo a rabo. Vamos, un 8.
- En ‘Tiempo de visitas’, y de nuevo a través del absurdo, se estudia el fenómeno tan actual de la superpoblación. Eso y la traducción cristiana de tener más y más hijos, algo de lo que se rieron de manera magistral los Monty Phyton. El autor juega con la distorsión del espacio para exacerbar el sentimiento de agobio y claustrofobia, pero si no hubiera recurrido a ella (si hubiera decido mantenerse en el realismo) el texto hubiera ganado contundencia. Al estilo de Lafferty tenemos un Todos sobre Zanzibar salvaje y en apenas diez páginas. También me ha recordado, sobre todo en el tono de los visitantes, a Los Humanoides de Williamson: la fatalidad revestida de ayuda amable. Otro 8, ale.
- La recopilación acaba con ‘¿Cómo se llama esta ciudad?’ El relato resultaría gracioso de no tener tantas (demasiadas) semejanzas con ‘Así frustramos a Carlomagno’. Eso hace que se quede con un 6.
La nota final sube hasta un muy digno 6,83 y una sensación de haber descubierto un pequeño genio que con su manera de usar el absurdo le da a la literatura un algo especial y ¿único?.
Adiós.
Una respuesta a “R. A. Lafferty – 900 abuelas”