Archivo mensual: junio 2012

España en alquiler con derecho a compra

Hola, ofidios.

Hace un tiempo actualicé la lista de tiranos de los últimos años. Por desgracia hoy ya puedo modificarla un poco más: Mariano I obtiene por méritos propios el sobrenombre de El Rescatado, y da paso a un periodo oscuro dentro de la historia de este mugriento país. Nos han alquilado, con derecho a compra. La cifra del alquiler que nos va a pagar la Unión Europea asciende a 100.000 millones de euros.

Voy a comentar un simple detalle de esa cifra, analizando las palabras de Chiquito de la Calzada, digo de De Guindos: esos 100.000 millones de euros son un máximo. ¿Este tío es economista? ¿Ésta es la buena gestión económica de los de derechas? ¿No se ha dicho siempre ‘no te hipoteques o endeudes en exceso’? Ya veo a Mariano I comprándose un piso e hipotecándose por el 100% de su precio. O por más. Y salir en la tele diciendo que ‘ha conseguido un chollo’, y que ‘tiene dinero de sobra’. Estúpido. Penoso. Triste. Significativo. Y este tipo de cretinos incoherentes son los que ‘nos mandan’. Así les luce el pelo, al menos a ellos y a los que les han votado y les sieguen defendiendo. Gilipollas.

Mariano I dice que no nos han comprado, sino que lo que pasa es que nos han prestado dinero para los bancos. Pero el préstamo, señor Rescatado, está a nombre del país, no de los bancos. No hay una deuda a nombre de Botín ni de ninguno de sus mafiosos colegas. Y ahora es el país el que ha de rescatar a los bancos, no la Unión Europea. Sí a esos bancos a los que ya se ha dado miles y miles de millones de euros; a esos  mismos bancos que todo ese dinero que se les ha dado se lo han quedado para ellos mismos; a esos mismos bancos que son de facto los dueños de España. Mariano I dice que se trata de un préstamo, y que sólo afectará a los bancos. La Unión Europea ha alquilado los bancos. Pero se da la triste realidad de que los bancos gobiernan España (algo que llevan demostrando ya años). A efectos reales la Unión Europea nos ha alquilado. A la mierda la soberanía popular.

La Unión Europea va a poner deberes a los bancos. Y claro, los bancos (como hermanas de la caridad que son) no repercutirán esos deberes en nosotros, la plebe. La Unión Europea apretará a los bancos. Aplicando la transitiva, estos aplicarán el aprieto a aquellos a quienes tienen cogidos por los huevos: a los que tengan cuentas con ellos, particulares o empresas; y éstas a todos sus trabajadores. Entre medias habrá un gobierno títere que dirá amén a todo cuanto diga la Unión Europea, no vaya a ejecutar su opción a compra (como ya ha hecho en P.I.G.). En resumidas cuentas: la Unión Europea achuchará a los bancos y al estado español, pero los que al final se tendrán que apretar el cinturón doblemente (por el estado y por los bancos) seremos nosotros.

Es un hecho: la Unión Europea manda en España. De futa madre.

Pero la Unión Europea es muy chula, lista y retorcida. No se moja en alquilar bancos así, cara a cara: prefiere el uso de intermediarios, y que ellos se partan la cara y los cuernos. Así que no les da el dinero a los bancos directamente y no se mancha las manos. Que gestione otro el préstamo: el <inicio de coro de risas>Reino de<fin de coro de risas> España. Y, dado que la Unión Europea es de la misma calaña que los bancos a los que ‘rescata’, aparte de endosarle a España el marrón por ‘los servicios’ le cobra un interés. España es la puta a la que no sólo apalean, sino que pone la cama y paga por ello. Hablan de un módico un interés del 3%. El 3% de 100.000 millones son… 3.000 millones. Una bagatela. Eso a cambio de que una panda de mafiosos se llenen los bolsillos, agarren el dinero, jueguen con él, blanqueen sus cuentas y atenacen más si cabe a la sociedad. En otras palabras, la Unión Europea nos alquila el país, toma el mando y por todo ello nos cobra; nos roban la ya de por sí casi inexistente soberanía popular y todavía, a cambio de ese ‘favor’, nos endeudamos más aun.

España ha entrado en la puerta grande en el camino de la desaparición como institución. La desaparición del estado español –independiente y unitario– no tiene de por sí nada malo si se hace en aras de una mejor calidad de vida, de mejor sanidad, educación, transportes, infraestructuras, etc. Pero una pérdida de soberanía sólo porque unos usureros la hayan cagado, sólo para ver cómo apuntalan sus Minas Morgul particulares, sólo para seguir de culo y cuesta abajo… pues no. Lo que intentó durante décadas de sangre y dolor E.T.A., lo que ha ido socavando durante años los gobiernos de Cataluña, lo van a lograr ahora los bancos. De una manera muy diferente a la que los terroristas y los tragaldabas egocéntricos, eso sí. Ni para unos (terroristas ilegales) ni para otros (ladrones de guante blanco): España es para los alemanes, para los tecnócratas, para ‘los mercados’.

Olé.

Sólo queda la esperanza en la gente, en los ciudadanos. Un alzamiento, una revolución francesa. Ya tenemos nuestro propio Robespierre, que llegó como salvapatrias y en cinco meses ha derivado en terrorista de estado: Mariano I. La población no tiene porqué aguantar más: el 8 de Termidor (28 de Julio) está muy cerca. Saquemos las guillotinas de una puta vez y acabemos con ellos. Porque llegados a estos extremos el magnicidio no es un objetivo indigno sino un derecho, un acto de autodefensa. En Plaza de España hay sitio de sobra para un cadalso. Que Cervantes sea testigo de la caída de estos asesinos de ilusiones, y que su cabeza ruede bajo la triste mirada de Alonso Quijano.

Adiós.

P. D. James – Hijos de los hombres

Hola, culebras.

Primer libro que leo de P. D. James, autor que hasta la fecha ignoraba que se trataba de una mujer. Nunca me habían atraído sus obras, que no sé por qué me desprendían cierto aire de ‘libros mainstream, orientados a lectores viejunos y de mentes poco exigentes’. Prejuicios, sí.

Pero me sorprendió saber que la película de Hijos de hombres (ciencia ficción depresivo–realista en la onda Brunner) se basa en un libro suyo homónimo. De la película tengo un buen recuerdo, aunque con alguna que otra laguna en cuanto a la trama.

¿Qué me he encontrado en esa novela? Pues sobre todo una historia de personajes, y sobre todo de uno en concreto, Theo. Usando extractos de su diario personal entremezclados con partes en tercera persona se nos muestra el mundo tal y como lo vive Theo. Los textos del diario al principio se hacen en exceso explicativos: en las primeras páginas se describe de manera a mi entender demasiado apresurada el trasfondo del protagonista y del mundo en que vive, algo que asumo se debe a la nula experiencia de la autora en el terreno de ciencia ficción. En ese inicio apresurado se nos muestra la infancia de Theo, su difícil relación de igual a igual con su primo Xan (que en un futuro adquirirá el cargo de Guardián de Inglaterra), su drama personal en forma de la muerte de su hija. Entre todo ello, entremezclado con (hay que recalcarlo) excesivo apresuramiento, hay una descripción de la situación mundial y el problema de la natalidad. Todo ello, como ya digo, contado con excesiva celeridad, casi sin pausa, lo que me hace dudar de la capacidad de dosificar que tiene esta mujer.

Pero de improviso se pasa del apresuramiento a casi todo lo contrario, al deleite en el detalle. Con ese ritmo pausado uno puede disfrutar de lado las enajenadas relaciones sociales que se han forjado en esa Inglaterra al borde de la senilidad forzosa: entran en escena Jasper, el catedrático amigo de Theo, y su mujer. También aparecen Julian y Los Peces. Tras ellos, las aldeas costeras antes llenas de turista y ahora vacías, los rituales de suicidio más o menos forzado, la soledad ante la muerte, la alienación de la vejez, los museos que más bien son mausoleos… El terrible papel que realiza la mujer de Jasper en el quietus obligará a Theo a tomar parte en esa orweliana Inglaterra creación de su primo. Theo se adentrará en una especie de viaje iniciático hacia una rebelión desesperanzada, sin visos de éxito. Una rebelión que la hace más que nada contra sus propios fantasmas.

A partir de ese instante la novela sufre un nuevo cambio de registro, de ritmo: pasa de ser un texto con aspectos casi intimistas a una especie de historia de acción a medio gas. Entran en escena, y revestidos de una triste gloria nihilista, los omega, los extraños, bellos y salvajes últimos nacidos. Ellos son los protagonistas de una de las escenas más duras del libro, sólo superada por el quietus. Dicha escena sirve como punto de inflexión final de la obra: el sacrificio y el duelo que derivan en un descubrimiento, y ese en traiciones mutuas que desencadenarán el final. Éste, el desenlace, no goza de la plasticidad de la película (cuando todo se paraliza en torno al llanto del bebé) pero sí dispone de un breve duelo de armas, personalidades y concepciones del mundo.

En definitiva, una novela con un ritmo desigual, nada constante. Para los amantes más estrictos de la ciencia ficción decir que la obra carece de explicaciones, sobre todo en lo relativo al detonante del drama: el extraño fenómeno de la esterilidad mundial. En ningún momento se da el menor atisbo de las razones de ese cataclismo. Tampoco se describen, ni de lejos, los esfuerzos que realizan los gobiernos mundiales para hallar la solución (aunque sí que deja claro su poca o nula colaboración). Mucho menos recibe el lector una justificación a porqué de repente sí que queda en estado una mujer. No se explica nada de nada. Pero como estamos ante un novela de personajes, de situaciones extremas en las que la autora debate acerca de la religión, de las relaciones de pareja, del poder, de la represión policial, de la selección por parte del gobierno de ‘los limpios’ (genéticamente hablando, una suerte de eugenesia), de la explotación de los inmigrantes, de la represión y exilio de los criminales y disidentes, de la desesperación de un mundo que sabe que no tiene futuro alguno… da igual la razón para la esterilidad: está ahí como simple detonante y atrezo para describir sus efectos en la sociedad mundial, y su colapso moral. Para ver, más allá de esa desesperanza, cómo algo tan humilde como un nacimiento (aunque la madre padezca una deformidad que la marca como ‘sucia’) moviliza a los máximos poderes del país. Ahí radica, a mi gusto, el éxito de la novela: lo que está más allá de la ciencia ficción.

Pena que la manera de escribir y el ritmo pueden mejorarse mucho. Se merece un 6.

Chao.