Archivos de la categoría Libros

El VICIO, con mayúsculas.

AA.VV. – Conan el bucanero

Hola, ofidios.

Aunque leyendo el título de esta entradilla (y su etiqueta asociada) parecería que se trata de muchos autores o de un libro de relatos, la verdad es que ni una cosa, ni otra. El libro lo han escrito sólo dos autores, Lin Carter y L. Sprague de Camp, algo que se contradice con el nombre que aparece en la portada, el de Howard (práctica por parte de la editorial que yo consideraría engañosa para con el lector, haciéndole creer que va a leerán obra directa de Howard). Por otro lado, al aparecer el nombre del tejano, uno se espera relatos: ahí radica el segundo ‘engaño’, ya que en el interior del libro lo que nos encontramos es un trabajo novelizado de seguidores sobre sus notas. En efecto, Conan el bucanero es una novela.

Pero bueno, dejemos esos deslices de editorial no del todo seria y entremos en harina. Como todo lo que hasta ahora ha pasado por mis manos sobre el cimmerio, nos encontramos con una lectura rápida, sencilla y carente de florituras, con personajes planos (ni siquiera esbozos), pero en la que destaca una historia llena de acción, con buenos buenosos, malos malosos, bichos bichosos y acción acciosa. Literatura juvenil perfecta para evadirse.

Este Conan el bucanero de Carter y de Camp no aporta prácticamente nada al personaje, salvo rellenar un muy breve periodo de su vida. A lo sumo destacar la presencia de Toth-Amon, el que se acabará convirtiendo en la némesis por excelencia de Conan. Nos reencontramos con Juma (no tengo la novela anterior en la que aparece el kushita, pero lo recuerdo de cuando leía La espada salvaje de Conan).

A lo amantes del HPL les hará gracia ver como los autores han continuado con los guiños al de Providence, tan frecuentes entre las obras de los miembros del círculo de Lovecraft, insertando a Tsathoggua.

Un ejercicio ligero de lectura, recomendable pero sin destacar, ideal para pasar un buen rato. Sin duda una agradable manera de acabar las lecturas del año.

La próxima entrada de libros (y seguramente del blog, ya que casi se puede decir que sólo consta de reseñas), será el balance de lecturas del año, el primero que hago desde que he empezado con esta sección. Todo ello si, claro, no me acabo antes el que tengo entre manos (Y mañana serán clones, de Varley), pero vistas las fechas en las que estamos dudo mucho que tenga tiempo para ello.

Hasta luego.

Arthur C. Clarke – La ciudad y las estrellas

Hola, culebrillas.

Han pasado varios años desde mi último Clarke, y pensé que había llegado la hora de leer este libro, el único que me quedaba por casa del maestro del hard.

Pero antes de hablar del libro comentaré una tontería: hace muchos, bastantes años (yo debía ser un crío) no sé dónde leí una historia que me impactó, la de una extraña ciudad recorrida por un niño, el único que había nacido en ella a lo largo de millares de años. Hasta ahí llega mi recuerdo. Más mayor pregunté si a alguno les sonaba este argumento y todos me dijeron lo mismo: La ciudad y las estrellas, de Clarke. Pero es que lo que yo leí llegaba como mucho a cuento corto, ni de lejos poseía la extensión de una novela.

Sigo sin saber si leí esa historia, la soñé o qué. Lo importante es que con La ciudad y las estrellas y las aventuras de Alvin la intriga de saber que le pasaba al chico ese se me ha pasado: me he encontrado con una historia magnífica, con ese sentido de la maravilla estilizado y elegante típico de Clarke. Un gozada.

Pasando las páginas uno viaja de un decorado opresivo, masificado e impersonal (la cuasi eterna Diaspar) a la bucólica Lys. En esa transición, al comparar ambas sociedades, uno no puede evitar recordar la relación entre la primera y la segunda fundación (las de Asimov), una tecnológica y la otra psíquica. Pero es que el viaje no acaba aquí: en una sucesión de acontecimientos acabamos recorriendo los rescoldos de enormidades equiparables a las descritas en Mundo anillo o en Invernáculo. La historia más sorprendente del final me arrancó otra relación, en esta ocasión con un clásico, pero admito que este enlace está un poco tomado por los pelos.

Sentido de la maravilla, desproporción cuidadosamente calculada (y justificada), abismos de tiempo… esto y más hay en esta novela. No voy a decir nada más: sólo que quien quiera disfrutar con un buen libro ya está tardando en hacerse con él.

Hasta luego…

AA.VV. – Visiones macabras

Hola, culebras.

Voy a hablar de otro libro que lleva años en La Pila, y que allí ha estado de manera consciente debido a uno de los nombres que aparece en portada: el de Dean R. Koontz. Nunca he leído nada de él, más que nada porque sólo he escuchado pestes acerca del autor. Pero bueno, algún día debía leerlo y ese día ha llegado: estas son las Visiones macabras que viví.

El libro casi lo podríamos describir como una colina; empezamos acercándonos a ella y, parea nuestra sorpresa, en torno a la base hay un pantano hediondo. Con dificultados lo atravesamos, y con una sonrisa de alivio iniciamos el ascenso. La ladera posee una pendiente suave, un paseo agradable, no muy llamativo pero con algunos macizos de flores que alegran la vista. Continuamos subiendo y a medida que nos acercamos a la cumbre descubrimos que estamos disfrutando de verdad. Sensación que se confirma al coronar la cima: desde ella podemos disfrutar de un paisaje magnífico; nos sentirnos contentos de haber llegado allí. Sin embargo debemos avanzar, seguir, descender. Para nuestra desgracia al otro lado nos encontramos con una ladera que termina en acantilado. Mal que nos pese nos descolgamos por las rocas, mas no podemos evitar algún golpe, sufriendo incluso alguna caída que provoca heridas. Pero al fin llegamos al suelo y, ya desde él, oteamos esa cumbre recordando la pequeña gloria que descubrimos en ella. El muy agradable recuerdo nos hace valorar como positiva la excursión. Nos lamemos las heridas, damos la vuelta y seguimos nuestro camino.

Ya he colado la metáfora. Ahora a aclararla.

El pantano, como se habrá podido adivinar, es la introducción del libro, una basura pesada, tocha, pedante, perpetrada por el señor Koontz. El colmo del despropósito llega cuando, si no entiendo mal, ataca veladamente a la nueva ola de terror que surgió en los ochenta (cuya figura más importante la podemos encontrar en Clive Barker) por dejarse llevar por lo grotesco, lo sucio. Barrer es grotesco, sucio, sexual, y son duda se ha ganado a pulso el término de revulsivo del género. Que haya cada diez años un nuevo Barker, por favor, y que empalen a Koontz en una plaza pública en esas mismas fechas.

Ese ascenso suave y con detalles de color, de calidad, se trata de los tres relatos de F. Paul Wilson. ‘Sentimientos’ remota el clásico de la mano amputada y maldita, para contarnos una historia previsible, lineal y poco afortunada. ‘Caras’, por otro lado, me recuerda a los niños de la talidomida: ¿Se habrá inspirado en ese drama el autor? Lo ignoro, pero el resultado del relato satisface, al punto de verlo incluso filmable. ‘Inquilinos’ nos presenta una historia correcta, con buen ritmo y un cambio de registro final que deja un buen sabor de boca.

La cumbre del libro, sin lugar a dudas, la encontramos en el relato ‘El jardinero’, de Sheri S. Tepper. De no haber leído nada de ella en mi vida a encontrarme con estas dos joyas. ‘El jardinero’ es un relato magnífico, que sabe aprovechar muy bien la extensión impuesta por el editor para conseguir una novela corta redonda, con personajes algo tópicos pero creíbles (incluso el deforme protagonista). El único pero que se le puede ver a la novela es que resulta predecible, si bien ese defecto queda eclipsado por el resto de sus virtudes.

El acantilado, el despropósito final de la compilación tiene como autor a Ray Garton, ¿aclamado? autor de Crucifax. Realmente, si esa novela tiene el mismo corte que esta otra de ‘Monstruos’ espero que no pasa pos mis manos jamás: la estructura de la novela es horrible, con flashbacks pésimamente colocados (al punto de que a veces no sabes si estás leyendo algo del presente o del pasado). La novela en sí mete a monstruos en un entorno en el que no hacen falta: las propias personalidades de los personajes (y la organización religiosa de fondo) ya son de por sí lo suficientemente despreciables como para generar horror. El final se predice a la milla, pero no se disfruta ni cuando se acerca, ni al llegar a él, ni después, con esa lovecraftiana nota policial que acerca la novelilla al pastiche chusco, de broma. En definitiva, ‘Monstruos’ se reduce a una monstruosa pérdida de tiempo y un mal colofón para una compilación que iba ascendiendo en calidad.

Mención aparte merece la contraportada: se nota que quien lo ha redactado no le ha gustado nada, y se ha dedicado a reventar las historias. Un nuevo despropósito editorial, para seguir la tradición de Aullidos.

Una pena que esa basura final manche algo que iba muy bien. Por lo menos uno recuerda con agrado los primeros dos tercios del libro (sobre todo el relato central). Espero que la siguiente lectura me satisfaga más.

John Brunner – Todos sobre Zanzibar

Hola, ofidios.

Al fin tomo en mis manos este mundialmente aclamado clásico de John Brunner. El grosor del volumen intimida, eso no se puede negar, pero al igual que otra obra maestra de su misma época (Dune) el número de páginas no tiene porque equivaler a tocho pesado y lento.

Lamentablemente Todos sobre Zanzibar no es Dune. Allí donde el libro de Herbert se muestra dinámico y bien estructurado, el de Brunner sufre un exceso de estructuras: su estilo experimental, algo que de por sí no es malo, se atraganta en algunas ocasiones con inserción de datos y situaciones que aportan poco a la historia. El caso más resaltable es una serie de conversaciones que se dan en una fiesta: cuando pasas de la cuarta página de diálogos desgranados empiezas a pensar ‘vale, sí, la gente ésta tiene todas esas movidas en la cabeza; ahora cuéntame algo nuevo’. Esta sensación de ‘querer contar más, mucho más’ y que se convierte en un ‘quiero y no puedo’, se repite demasiado en el libro. En algunas ocasiones esa sensación de ‘no haber cuajado’ logra cuajar en algo concreto y tangible (la entrega de material a los terrorista, por ejemplo) pero otras no. Y en algunas incluso no sabes de qué va el rollo, como en el caso de la ‘canción’ de Contexto 18 – Resaca.

En el prólogo del libro Brunner ya anticipa, sin admitirlo claramente, este error del libro: quiso describir toda una sociedad y un mundo al detalle. Y con tanto detalle trata de describirlo que a veces se pierde. En mi opinión quizá hubiera dado mejor resultado el dividir el libro en varios atacando las tramas, y aprovecharse de ellos para explayare más en los detalles. Un ejemplo de una ambientación similar pero centrada la encontramos en la magnífica Las torres del olvido, de George Turner: centrándose en lo que pasa en un solo sitio, una sola familia (y su entorno), nos describe a la perfección un mundo asolado similar al de Brunner.

Pero aunque el libro a veces se pierde el resultado final satisface, y mucho: las dos historias, casi opuestas en su desarrollo pero unidas por el patetismo de sus protagonistas (el ejecutivo de éxito pero de vida vacía por un lado, y por el otro el perceptivo sensible y sensible cuya vida es arruinada al convertirle en lo que nunca deseo ser), enganchan deseando saber más y más. Las páginas  se suceden y no puedes dejar de leer, pese a las interrupciones ‘ambientales’ más o menos molestas que inserta el autor.

No voy a hablar de la actualidad de esta novela: lo dejo para opinión de quien la lea. Que la termine, respire hondo y mire a su alrededor.

Un definitiva, el balance de la lectura resulta positivo, no espantándome para futuras lecturas del mismo autor: en la pila guardo Rebaño ciego; supongo que no tardará mucho en caer en mis manos. De todas maneras adivino que es un libro que requiere una relectura. Seguro que así se captan muchos detalles que en una primera lectura se han escapado.

Chao.

[Actualizo 20/12/2009 18:54] Acabo de acordarme de que de Brunner ya había leído otro libro, El crisol del tiempo. Esa obra en cuestión me encantó, así que cuando le llegue el momento agarraré El rebaño ciego sin ninguna predisposición negativa.

Theodore Sturgeon – Venus más X

Hola, culebras.

Con el señor Sturgeon hemos topado, con él y su libro Venus más x.  El libro, perteneciente a la colección de Orbis, no da ninguna pista sobre su contenido, y yo no he investigado en la red para evitar posibles destripamientos. Así, con la x como gran incógnita de su temática (aunque el nombre me siguiere algo situado en Venus; uno, que es muy listo), empiezo a leerlo.

El libro arranca con una situación que casi recuerda a una abducción. De forma un poco acelerada nos introduce en un mundo ante el que el calificativo de raro quizá quede corto. Trato de imaginarme a los seres que se encuentra el protagonista y sólo me llega la imagen de los teletubbies. Sí, admito que no resulta del todo exacta, pero mi mente insiste e insiste: son condenados teletubbies.

Avanzo y la sensación de estar en un programa infantil (bizarro, ambientado en otro planeta, lleno de amor, pero infantil) continúa. Entre medias, a modo de interrupciones sin rumbo aparente, la publicidad: las ‘cuitas’ de una familia que niños.

El libro sigue y sigue, introduciéndome en una historia que no me acaba de enganchar, con unos protagonistas que no conectan, con una filosofía demasiado jippi. Sigo leyendo casi por inercia, esperando que en algún momento esto cambie: el discurso que se oculta tras el libro, la huida de la violencia a través de la manipulación de la entidad sexual del individuo, no se me antoja creíble. Más que nada porque forma parte de mis creencias el que el ser humano porta la maldad de serie, social y biológicamente, sin necesidad de agregar/suprimir hormonas sexuales. Pero admito que esa es mi opinión, y a todas luces no coincide con la del autor y la de otras personas.

Acabo el libro y me digo: po fueno, po fale, po malegro. Filosofía jippi que intenta meternos el buenrollismo que aportaría el hombre sin desigualdades sexuales, y la maldad que se oculta tras nuestra sociedad sexuada. Una paja mental. Espero que le haya dejado satisfecho al autor.

Siguiente.

James Herbert – Aullidos

Hola, culebrillas.

Tras una pequeña sesión de cifi patria tocaba regresar al terror. Como este libro de James Herbert era finito y por el nombre me sugería la idea de hombres lobo (entroncado con el más puro clasicismo) lo agarré y empecé a leerlo.

Ante todo aclarar que este Herbert no tiene nada que ver con el archifamoso autor de Dune. Una vez hecho esto contaré mi experiencia con el libro: agridulce es la palabra que mejor lo define.

El lado agrio posee los tintes de engaño, de burla por parte del editor: la contraportada de Aullidos vende a la obra como una historia de angustia, de horror. Nada más lejano: lo que en un primer momento creía iba a ser un libro de terror (y así lo pone bien claro en la contraportada) en realidad se trataba de un relato más o menos budista acerca de la encarnación y el sentido de la vida. Así, tal cual lo digo: del terror, a encontrarme con pensamiento trascendental de medio pelo. Si, vale, no están mal la aventurillas del perrito Fluke (en eso consiste la parte dulce), cómo lo pasa de mal el desgracidito, pero todo ello a nivel de telefilme (con su inevitable carga de moralina) de una tarde de domingo en Antena 3. No para leérmelo yo, que odio los telefilmes, en mis viajes al/del curro. Hasta bien pasada la mitad del libro estuve esperando ese arranque de terror. La espera resultó inútil, por supuesto.

El mayor defecto del libro lo encontramos en que se trata, a todas luces, de un relato corto ampliado: las situaciones se suceden una tras otra, pero la mitad de ellas no aporta nada importante al desenlace de la trama. A no ser, claro, que todas ellas formen parte del ‘crecimiento personal’ que ha de vivir el protagonista: de nuevo habría que recordar que nos encontramos ante un panfleto new age.

A modo de resumen, supongo que algún budista, amante de los animales, jippi o ‘gente similar’ sacarán algo interesante al libro. Yo, a lo sumo, lo considero un entretenimiento menor, y sobre todo ligero, demasiado ligero.

Ale, siguiente que éste no merece la pena.

George H. White – La gran saga de los Aznar, tomo 2

Hola, culebras.

Agh. No lo he podido evitar y tras el primer tomo he agarrado el segundo. Supongo que ese detalle ya servirá de indicio del resultado de la lectura. Sabía lo que me iba a encontrar con este segundo volumen… pero me equivocaba: mucho más. Más grande, más alto, las fuerte, más ruidoso.

Más.

Jaja.

Puro space opera español, indecentemente retro pero adictivo. Pena que no tenga por ahora más libros; con el tiempo deberé hacerme con el resto. ¿Es esto suficiente reseña?

No, lo sé. ¿Qué digo? Escenas de batalla con tropas que se cuenta en miles, millones de efectivos, bombas nucleares arrasando planetas, naves espaciales descomunales que desafían las leyes de Newton y a la lógica, los gobernantes de la Tierra postrándose ante el amigo Aznar… diversión alocada a raudales.

Eso y una de las contraportadas más horribles que he visto en mi vida: un spolier descomunal. Pero ¿qué más da? Esto es una locura de lo más jachonda. Que siga.

Ale. Ta luego.

George H. White – La gran saga de los Aznar, tomo 1

Tras diez años en la pila, y no sin cierto miedo, cojo este primer volumen de la supuestamente adictiva, visionaria y sorprendente saga de los Aznar. Recuerdo que cuando oí hablar de ella por primera vez no pude evitar pensar en Chemita, el de las amistades peligrosas. Por supuesto el susodicho mastuerzo no tiene nada que ver con Miguel Angel Aznar de Soto (sí, lo he escrito bien: así aparece en esta edición, ‘Angel’ sin tilde).

Pero no adelantemos acontecimientos. ¿Qué es la saga de los Aznar? La obra de Pascual Enguidanos (nombre auténtico que se oculta tras ese anglófilo George H. White) pertenece a ese batiburillo a veces demencial, otras divertidísimo, que responde al nombre de space opera. Pero se trata de una versión redactada auténticamente a la española, en el formato de las novelas de a duro (formato popularizado por aquel entonces en el país del enano dictador): obras repletas de aventuras (en muchas ocasiones descerebradas), con acción salpicada de romance, todo ello aderezado con la enormidad que hace falta para apabullar al lector adolescente hacia el que iban destinadas. Todo ello, repito, de lo más castizo: en un no muy lejano siglo XXIII el autor nos muestra a Madrid como capital de un imperio que rivalizaría en poder y extensión con el de Felipe II, convirtiéndose en el último bastión de resistencia mundial ante un enemigo implacable; con un español del siglo XX, Miguel Angel-sin-tilde Aznar de Soto, convertido en paladín, caudillo, líder y mesías de las humanidades, hostigadas por ese invasor antes citado.

El primer volumen sirve como presentación del personaje, Miguel Angel-sin-tilde Aznar de Soto, colocándonos en situación: segunda mitad del siglo XX y embarcado en una bastante ridícula persecución de OVNIS. Tenemos intriga, ‘investigación’, flirteos de nuestro heroico, inteligente y musculoso protagonista que acaban en amoríos con la jamona rubia de turno (que por supuesto muy católicamente acaba ipso facto en boda, y con la antes muy lista mujer lobotomizada y convertida en ‘chacha con derecho a folleteo’). Persiguiendo los OVNIS (ya le gustaría a Friker Jiménez tener las luces y los medios del amigo Miguel), y llevando un avión sacado directamente de La Patrullosa (¿habrá pagado Enguidanos algo a Stan Lee por el fusilamiento? Aunque, según esas, ¿pagó algo Lee a Lockheed por copiar su modelo?), viajan nada más y nada menos que a Venus, planeta donde realmente empieza el nudo principal de la saga. El libro acaba con una tercera novelilla que nos introduce en la tecnología que se usará más adelante, y que dará paso a los momentos grandiosos (o grandilocuentes) de la saga.

Personajes planos, tramas lineales y esquemáticas, juegos de blanco y negro; acción, disparos, persecuciones, situaciones al límite. Todo eso nos encontramos en este primer volumen. Lectura rápida, muy rápida, que a pesar de sus defectos (y no pocos) nunca aburre: ideal para autobús/metro/tren.

La edición, realmente una fanedición, tiene los defectos lógicos de algo hecho por aficionados: faltas de ortografía, errores de tipografía, de maquetación, de puntuación… incluso las portadas de mi edición son tan tristes como simple texto, una mezcolanza de tipografías y tamaños en negro sobre blanco. Nada más. Pero se trata de defectos que, dado que nos encontramos ante el trabajo de unos admiradores que deseaban que la obra de su admirado Pascual no se olvidara, se perdonan.

En definitiva, si puede caer en tus manos en un saldo no dudes en hacerte con ella. Lo del saldo lo digo si compras ‘para probar’; si realmente sabes que lo arriba descrito te va a gustar puedes adquirir el libro directamente de sus editores. Y si incluso te encanta seguro que serás bienvenido por esa panda de enfermos en la próxima Aznarcon.

[Editado 2/1/2010, 17:08] En su momento me llamó la atención de la rápida ‘avalancha’ de comentarios realizados por seguidores de La saga de los Aznar en esta entrada y la siguiente, pero hoy mismo me ha llegado vía chivatazo 😛 la explicación a ese singular fenómeno: la existencia de una búsqueda automática de Google en una lista de correo. Eso hizo saltar la liebre. Ciertamente son gente especial, tanto como para ‘supervisar’ la web buscando referencias a La saga.

Robert Bloch – El que abre el camino

Si se conoce mundialmente a Robert Bloch no es por otra cosa que su magnífico libro Psicosis, que inmortalizó Alfred Hitchcock en su homónima obra maestra. Psicosis pertenece a ese terror de humanos, por humanos y para humanos, un perfecto retrato de una mente enferma. Pero Bloch tuvo unos orígenes muy distintos, alejados de esa horrible realidad que amenaza desde las demasiado cercanas sombras de la mente humana.

Miembro del círculo de Lovecraft, sus primeras creaciones enmarcan en el terror de fondo puramente fantástico. A ese periodo primerizo pertenecen la mayoría de los relatos de esta compilación: sí, hay algún monstruo con pantalones y traje, pero muchos otros son deformidades inhumanas. El conjunto de relatos que incluye El que abre el camino merece un aprobado alto, permitiendo vislumbrar los derroteros de una carrera clave en la concepción del terror moderno. Y también deja entrever la decadencia (acomodada, oportunista y en cierta medida conformista) de su última etapa. Recorramos los mejores y peores momentos de esta compilación.

Entre lo destacable nos encontramos auténticos clásicos, piezas inmortales como ‘La capa’, ‘El dios sin rostro’, ‘El que abre el camino’ o ‘El vampiro estelar’ (obras que trascienden lo normal, ya por su calidad o por sus repercusiones literarias posteriores, como en el caso ‘El vampiro estelar’); insistir en sus cualidades carece de sentido, ya que se ha hablado de ellas en otros sitios en numerosas ocasiones.

Pero en la recopilación nos encontramos con otras obras que se merecen igual valoración positiva:

  • ‘Los honorarios del violinista’, con su toque fáustico, no narra una magnífica historia de desamor y egoísmo.
  • ‘El influjo del sátiro’, relato que goza de un delicioso toque a lo Arthur Machen.
  • ‘Regreso al Sabbath’, una historia que bien le podría haber servido de inspiración a Campbell para su magnífico Imágenes Malditas.
  • El relato ‘Los canarios’ quizá descuadra un poco al leerlo respecto a sus compañeros, pero se nos revela como una maravillosa delicia casi infantil.
  • Entre los últimos a destacar está la cachonda ‘Abadía infernal’, una broma de corte gótico, breve y ante la que uno no puede evitar sonreir.

Todo esto hablando de las luces; del lado de las sombras tenemos relatos que desentonan por su mala calidad, más que nada argumental. Entre ellos ‘El extraño viaje de Richard Clayton’ (demasiado sinsentido para mi gusto), ‘La casa del hacha’ (excesivamente tonto y predecible) y ‘Viaje son retorno a Marte’. Pero lo dicho, se trata de excepciones que no manchan en demasía una buena colección de historias.

Como conclusión, El que abre el camino resulta una lectura recomendable que aportará momentos de gran y aterradora lucidez; y permitirá al lector adentrarse en un claro exponente del terror americano de la primera mitad del siglo XX.

Sheri S. Tepper – Despertar

¿Cómo estamos, culebras?

Se me amontonan varios viejos Novas y dado que la economía no está para muchos trotes mejor devorar la pila a que ella devore mi flaca cartera. Así que otra vez a coger un libro polvoriento.

De la Tepper no había leído nada hasta ahora, y la verdad es que con esta novela me quedo con ganas de obtener más de ella. Despertar narra el fermento de un cambio, de una revolución en un extraño y olvidado planeta. Se trata de un mundo en donde los hombres han olvidado su antigua gloria retrocediendo a una etapa medieval. Así, varados en ese planeta y torpemente adaptados a su ecosistema alienígena, viven unas existencias llenas de trabajo y temor religioso. Adoran, y al mismo tiempo detestan, a unas criaturas aladas, en torno a las cuales han erigido sus creencias religiosas. Todo esto (religión, ecología y sociedad) se mezcla en esta novela a la que Tepper aporta una perspectiva moderadamente sensible, sin caer en lo ‘sensiblero’.

Como novela sobre todo de personajes, gracias a ellos conocemos diversos aspectos muchas veces contrapuestos de esa única realidad: la visión despegada que aporta el marinero desde la cubierta de su barco; la fanática, retorcida y veces y obtusa de la muy católica jerarquía religiosa; la desgarrada de una hereje, atenazada por el recuerdo de una madre muerta; la rabia de un alado que desea regresar a un tiempo pasado… Todo se junta en un crisol que gana en coherencia a partir del último del libro. Las piezas encajan y, si bien hubiera deseado leer más información de los tiempos pretéritos (me temo que para algo similar, salvando el magnífico MundoRío de Farmer, deberé completar la Saga de la Confluencia de McAuley), resultan suficientes como para quedarse contento.

Tiempo bien invertido en un libro que deja un agradable sabor de boca. La mejor de las alabanzas para un autor: ganas de leer más.