Hola, culebras.
Aunque en esta ocasión en vez de culebras podría decir ratas, cucarachas e insectos de tipo plaga en general. Os voy a hablar un poquito el porqué los amigos de La Sexta se han ganado el ser zappeados (cambiados de canal, contraprogramados o como más os plazca) en la hora de la sobremesa.
Nos hemos fijado ya desde hace unas semanas, pero hoy ha sido la confirmación definitiva. Imaginad: las dos del mediodía (o de la tarde, según se diga) de un fin de semana, y uno aprovecha a poner el telediario mientras come. El telediario de La Sexta, como cualquier otro, está manipulado, tiene su componente sectario y tal, pero ese tonillo jachondo que a veces sacan nos hace ponerlo de vez en cuando (para humor más basto y/o burdo ya tenemos a Cuatro, Telemadrid y, rozando el rizo, Intereconomía).
Pues bien, nuestra comida avanza con un primer plato, el segundo y, por fin, el postre, a medida que escuchamos las noticias nacionales, las internacionales y las menos interesantes de todas, el deporte. A decir verdad el deporte nos entra por una oreja y nos sale por la otra, y mientras tanto nos tomamos el postre. Ya se sabe, con la panza llena se soportan mejor las estupideces, y además el sopor incipiente colabora a ello.
Así pasa el rato y termina el telediario.
Oye, ¡que van a decir el tiempo! A mí muchas veces ese apartado me importa un pimiento. Ésta es una de las pocas cosas en las que coincido con Isaac Asimov, en que la meteorología es una ‘ciencia’ que nunca va a llevar a nada (quien no crea que el viejo dijo eso que se lea Preludio a la Fundación). Pero a ellas no: lo quieren ver porque se creen lo que el iluminado de turno augura. Pues vale, lo vemos.
Ale, ya está: pasó el tío del tiempo soltando sus elucubraciones. Acabó el telediario, concluyo el informe metereológico, y nuestro estómago empieza a reclamar un ratito de relax: la siesta llama. En ese preámbulo al letargo, en un estado más o menos cercano a como se debe sentir un zombie que acaba de zamparse el cerebro del pardillo de turno, nuestra tele sigue encendida. En La Sexta, por supuesto, dado que nadie se ha molestado en levantarse a coger el mando Lo dicho, acaba el tiempo, empiezan los anuncios y ¿qué aparece como postre televisivo a nuestra comida? Pues esto: un anuncio de un matarratas, matacucarachas, matabichos (nota: el anuncio que enlazo está en inglés, mientras que el que emiten aquí lo hacen doblado a un perfecto mejicano). De todas maneras para lo que me interesa decir aquí el idioma da igual: lo importante se aprecia en las imágenes, bien explícitas, A mi personalmente este tipo de criaturas (ratas, cucarachas, etc.) no me dan ningún asco,pero no pueden decir lo mismo las personas que me rodean. Hay a quien se le revuelven las tripas del sólo mentarlas.
Perfecta sobremesa. Y todo gracias a la programación de comerciales de La Sexta. Si el postre que nos recomiendan los programadores de esta cadena consiste en anuncios ante los que más de uno tiende a vomitar, enhorabuena, señores de La Sexta, lo han conseguido: ya tienen un puñado menos de televidentes en esa franja horaria,
Si será por canales…
Un saludote.
PD: Me da que cada vez está más cerca el momento en el que el cable de antena que entra a nuestro televisor desaparezca, sustituído por un cable VGA (o uno HDMI o el similar de turno) conectado a un ordenador. Seguro que entonces obtendremos televisión de calidad. Y sin anuncios inoportunos.
PD 2: Se nota que la siesta no me ha sentado bien. Existen en la red versiones en castellano de los anuncios del timabobos ese. Aquí hay uno, y la versión larga que ponen en La Sexta. Este otro no es del mismo producto, pero puede que sí sea más eficaz. Al menos te ríes un poco.