Hola, culebras.
Hace unos días lo apunté en este blog. Ahora hago un diminuto resumen de la marcha. Cinco horas bajo el sol en muy buena compañía; cinco horas protestando contra los desmanes de la clase política y económica.
Tras la llamada de un colega me uní a la marcha desde un poco más abajo de ‘los cabezones’.
De allí, sin prisa pero a buen paso, pasamos por la Opel en dirección de Carabanchel. Pero antes de llegar a ‘la corona’ la policía nos detuvo. A lo mejor pretendían de verdad que fuéramos en fila de a dos por el arcén.
Menos mal que al cabo de una rato la columna siguió, tomando todo el carril norte de la carretera a Carabanchel.
Al llegar a la avenida de la Peseta nos juntamos con una buena cantidad de gente. Bien.
Seguimos hacia el centro, encontrándonos con muestras de apoyo, de resistencia (como lo de Magerit) y de indiferencia, esta última sobre todo a modo de gente que nos miraba desde las ventanas y las terrazas de los bares.
Al llegar a Pirámides nos juntamos con más gente, y a partir de ahí ya se notó el auténtico mogollón.
La sensación era muy similar a la del 15m, sólo que ya menos de ‘bichos raros’ y más de miembros de algo generalizado.
Mucha gente seguía mirando, haciéndonos fotos, incluso desde museos (como si fuéramos arte 😛 ), hasta llegar a nuestro destino.
Me sorprendió ver a los sirios haciendo acto de presencia. Bien por ellos: se llevaron los aplausos y el apoyo de la gente de a pie, más que del gobierno.
Una vez que la gente se empezó a disolver nos acercamos a Las Cortes. Allí estaba la basura de la prensa… y mogollón de gente con pancartas, algunas con la curiosa propuesta de un supuesto referendum (eso mismo se merece una entrada independiente).
Tras ver la situación dimos la ‘vuelta al ruedo’ y acabamos en la parte de arriba de la calle de las Cortes: el templo de la democracia, la casa del gobierno del pueblo, cercada por policía y barricadas para que el pueblo no puede plantarse delante.
¿Hace falta otro ejemplo mejor de este sistema de despotismo ilustrado, con unos meses de dorar la píldora al personal y luego casi cuatro años de ‘hago lo que me sale de los cojones, y os calláis’?
Esto debe cambiar.
Cómo no, había pancartas para todos los gustos, pero el mensaje de cabreo estaba ahí, siempre presente. Me encanta la de ‘Quedarte en el bar no sirve de nada’, contra esta actitud tan española de ‘juntémonos y vayan ellos’. Más claro, agua.
Tras la caminata yo acabé agarrando un buen moreno, lo que no me pasaba desde hace años. Pero ha sido por una buena causa.
Una manifa más a mis espaldas. Habrá más. Y espero que más lleguen pronto que tarde.
Esta revolución no hecho sino empezar.
Un saludo.