Archivo mensual: noviembre 2012

Richard Matheson – En algún lugar del tiempo

Hola, culebras.

Jamás de los jamases hubiera pensado que iba a acabar leyendo una novela romántica: ese género nunca ha sido de mi agrado por lo baboso, ñoño y ridículo que (en base a lo que se deja entrever en sus contraportadas) se esconde en sus páginas. Todavía recuerdo cuánto repelús me daba la estantería de una amiga, repleta a rebosar de novelas de lomo rosa (la chica debía tener cerca de un par de centenas de Jazmines y similares), con portadas clonadas unas de otras (siempre el galán tipo Ken con la jamona de turno entre sus brazos). Pero a ella le encantaba todo eso, y no podía evitar de vez en cuando ir a buscar más algún kiosko o tienda donde tuvieran más de esas novelitas, sin importarle si eran nuevas o de segunda mano. Una auténtica forofa del género vamos.

Todo lo contrario que yo.

Y en eso que hace unos días consigo a precio de saldo En algún lugar del tiempo, de Richard Matheson. Me compré el libro sin mucha seguridad acerca de su contenido, pero es que el cholloprecio lo hacían  comprando cuatro volúmenes… y éste tuvo que entrar con los otros tres que sí quería adquirir. Y que era un Matheson, sí, el genio culpable de Soy leyenda y ‘Vampiro‘, entre otras maravillas. ¿Por qué, si he comprado tres que creo que me van a gustar y uno que no tengo ni puta idea de si va a hacerlo, empiezo las lecturas por éste último sumergiendo al resto en La Pila? Pues porque era finito. Joder con lo lógica y argumentación para escoger un libro de entre el mogollón de La Pila 😛

Por una razón u otra, a cual más tonta, la cosa es que esta mañana he acabado de leer En algún lugar del tiempo. Y vaya que me ha costado no tirarlo a la basura, sobre todo al final. Me parece una auténtica estafa considerar esto ciencia ficción, y me habla muy mal de la seriedad de los World Fantasy Awards: sí, este pestiño se llevó el premio en 1976.

Por mucho premio, por mucho estar editada en una colección de género, por mucho que lo digan en la contraportada, en esta obra la ciencia ficción luce por su ausencia. ¿Que hay un viaje en el tiempo? Sí, lo hay, pero el propio viaje es lo de menos: no aporta nada de nada a la historia. Más aun, el viaje en el tiempo se ‘justifica’ (y las comillas deberían tener un tamaño descomunal) sólo porque el protagonista se enamora de la foto de una mujer ya muerta. Si se tratare del retrato de una mujer que vive al otro lado del mundo y el viaje consistiera en viajar así, de punta a punta del mapa, no habría diferencia en el resultado de la novela.

Y es que en En algún lugar del tiempo lo importante, la trama principal, se reduce a una historia común y corriente, como las que hay todos los días en cualquier parte del mundo: el flechazo vivido por una pareja, un arrobamiento poco menos que animal. En definitiva, una historia de adolescentes para adolescentes (y para adolescentes de sexo femenino, todo sea dicho de paso).

Punto y pelota, nada más.

Estilísticamente hablando la novela se divide en dos partes bien diferenciadas: una primera redactada en un supuesto vuelapluma (transcripción de una grabación realizada en un magnetófono). Esta parte acierta de pleno en su realización al brindar al texto una sensación de presteza, urgencia, desesperación, incluso obsesión, captando muy bien el estado mental del protagonista. Luego está la segunda parte, de más extensión, ya redactada en un estilo más literario. Y ahí es donde Matheson la caga: no sólo porque a mí no me guste el rollo romanticón y baboso (que lo hay, y mucho), sino porque la novela se convierte en una sucesión casi obsesiva de detalles, de paja, de minucias descritas que no aportan nada a la historia. Es que incluso describe los menús del restaurante, por dios. Excesivo. Innecesario. Pero si Matheson no mete todas esas palabras, todas esas páginas y páginas de descripciones minuciosas, todos esos discursos de lo que piensa, sufre, vive el protagonista… sin esa enorme cantidad de paja el libro no llegaría a tener la extensión que posee, quedándose en un simple relato de extensión media.

No me voy a explayar más en este libro. Con él ya he leído literatura romántica por el resto de mis días. Le pongo un 3 (nota totalmente subjetiva debido a mi odio al género: a saber lo que opinarían de esta novela los amantes de lo romántico. Para ellos).

Un saludo.

Ramsey Campbell – Reencarnación mortal

Hola, culebrillas.

Hace mucho tiempo, quizá demasiado, que no leo un libro del maestro Ramsey Campbell, el escritor que en mi opinión mejor es capaz de crear ambientes de tensión, de sensaciones de acoso o acecho. En definitiva, el maestro de la inquietud y el desasosiego.

Aun recuerdo la maravillosa e impresionante sensación que transmitía El sol de medianoche, el que hasta ahora me parece su mejor libro. Luego llegaron Imágenes malditas, Cartas malditas, La secta sin nombre, Ultratumba… entre unos y otros hay grandes diferencias de calidad, encontrando los dos extremos entre los textos ‘malditos’, el mejor el de Imágenes, el peor el de Cartas.

Pero eso era hasta ahora. Tras leer Reencarnación mortal los extremos de valoración de la obra de Campbell alcanzan un nuevo umbral… inferior. Porque el libro es malo. Malo con avaricia: un simple refrito de obras anteriores en las que Campbell se limita a repetir esquemas, situaciones y técnicas, todo ello basado en un argumento inicial que por sí sólo resulta muy endeble: la mezcla de sueños proféticos con pesadillas que sufren un reducido grupo de personas. Como digo, esto como base de una historia de terror (siempre y cuando no derive en fantasía oscura), resulta escaso. Tan escaso que el autor se dedica la inmensa mayor parte de la novela a generar un intento de ambiente incómodo pero sin tener mucho que ver con la premisa inicial entrevista en el prólogo.

Así lo que tenemos entre manos es una especie de novela río en la que personajes de vidas distintas, casi todas ellas totalmente divergentes, avanzan de manera casi paralela hacia un final nada claro. Pero el detalle de ‘paralelo’ es exáctamente eso: no se encuentran puntos de unión entre todas las historias, pasando páginas y más páginas con escenas que no aportan nada al resto.

Y lo peor es que, llegados al desenlace, nada de cuanto se ha narrado en los varios cientos de páginas previas sirve de nada. Porque nos encontramos ante un desenlace confuso, mal explicado, apresurado. Campbell no destaca precisamente por explicar mucho lo que esconden sus tramas (al contrario que otros, como Stephen King); más bien al contrario, deja siempre una muy interesante ‘zona de vacío’ que obliga a lector a imaginar. Vamos, que con Campbell un buen final es uno que deja cabos sueltos, e incluso una mezcla de cinismo y mala leche. Pues bien: nada de esto hay en Reencarnación mortal. La no-explicación del desenlace apunta a que sencillamente ni quiso o (lo que me temo) no supo. El enlace entre las pesadillas, lo que sucede en la casa, los tejemanes de Sage y lo del final resulta tan brumoso que directamente no resulta. Para más cachondeo hay un final feliz. Vamos, que el libro es un puñetero encargo para pagarse lentejas.

Escenas deshilvanadas y tópicas (muy usadas en el resto de su, pero sin la magia del continuo ‘te aprieto y te atenazo más hasta asfixiarte’), acontecimiento que afectan a los personajes sin un rumbo marcado, conclusión confusa con origen del mal apenas dicho en tres frases (al parecer un personaje de peso, Sage, sabía todo de todo, formando parte del mal, pero sin embargo no toma un papel de peso en el desenlace final, ni propicia una escena aclaratoria ni similar), final asquerosamente feliz (que incluye una notitta a modo de apostilla que no remata).

No puedo evitar hablar de la solapilla izquierda: directamente para matar al editor o, por lo menos al director de la colección. ¿Cómo se puede permitir editar una solapilla que destripa todo el libro, hasta su final? Para matarles, tal cual: para matarles.

Por todo ésto (por lo flojo y maquinal del libro, por muy Campbell que sea) le otorgo un triste 5.

Un saludo.

PD: Muy triste la frase de Straub en la contraportada. Ese tipo de aportaciones, sin duda a base de talonario, flaco favor le hacen tanto al que la firma como al que la recibe.