Hola, culebrillas.
Hace mucho tiempo, quizá demasiado, que no leo un libro del maestro Ramsey Campbell, el escritor que en mi opinión mejor es capaz de crear ambientes de tensión, de sensaciones de acoso o acecho. En definitiva, el maestro de la inquietud y el desasosiego.
Aun recuerdo la maravillosa e impresionante sensación que transmitía El sol de medianoche, el que hasta ahora me parece su mejor libro. Luego llegaron Imágenes malditas, Cartas malditas, La secta sin nombre, Ultratumba… entre unos y otros hay grandes diferencias de calidad, encontrando los dos extremos entre los textos ‘malditos’, el mejor el de Imágenes, el peor el de Cartas.
Pero eso era hasta ahora. Tras leer Reencarnación mortal los extremos de valoración de la obra de Campbell alcanzan un nuevo umbral… inferior. Porque el libro es malo. Malo con avaricia: un simple refrito de obras anteriores en las que Campbell se limita a repetir esquemas, situaciones y técnicas, todo ello basado en un argumento inicial que por sí sólo resulta muy endeble: la mezcla de sueños proféticos con pesadillas que sufren un reducido grupo de personas. Como digo, esto como base de una historia de terror (siempre y cuando no derive en fantasía oscura), resulta escaso. Tan escaso que el autor se dedica la inmensa mayor parte de la novela a generar un intento de ambiente incómodo pero sin tener mucho que ver con la premisa inicial entrevista en el prólogo.
Así lo que tenemos entre manos es una especie de novela río en la que personajes de vidas distintas, casi todas ellas totalmente divergentes, avanzan de manera casi paralela hacia un final nada claro. Pero el detalle de ‘paralelo’ es exáctamente eso: no se encuentran puntos de unión entre todas las historias, pasando páginas y más páginas con escenas que no aportan nada al resto.
Y lo peor es que, llegados al desenlace, nada de cuanto se ha narrado en los varios cientos de páginas previas sirve de nada. Porque nos encontramos ante un desenlace confuso, mal explicado, apresurado. Campbell no destaca precisamente por explicar mucho lo que esconden sus tramas (al contrario que otros, como Stephen King); más bien al contrario, deja siempre una muy interesante ‘zona de vacío’ que obliga a lector a imaginar. Vamos, que con Campbell un buen final es uno que deja cabos sueltos, e incluso una mezcla de cinismo y mala leche. Pues bien: nada de esto hay en Reencarnación mortal. La no-explicación del desenlace apunta a que sencillamente ni quiso o (lo que me temo) no supo. El enlace entre las pesadillas, lo que sucede en la casa, los tejemanes de Sage y lo del final resulta tan brumoso que directamente no resulta. Para más cachondeo hay un final feliz. Vamos, que el libro es un puñetero encargo para pagarse lentejas.
Escenas deshilvanadas y tópicas (muy usadas en el resto de su, pero sin la magia del continuo ‘te aprieto y te atenazo más hasta asfixiarte’), acontecimiento que afectan a los personajes sin un rumbo marcado, conclusión confusa con origen del mal apenas dicho en tres frases (al parecer un personaje de peso, Sage, sabía todo de todo, formando parte del mal, pero sin embargo no toma un papel de peso en el desenlace final, ni propicia una escena aclaratoria ni similar), final asquerosamente feliz (que incluye una notitta a modo de apostilla que no remata).
No puedo evitar hablar de la solapilla izquierda: directamente para matar al editor o, por lo menos al director de la colección. ¿Cómo se puede permitir editar una solapilla que destripa todo el libro, hasta su final? Para matarles, tal cual: para matarles.
Por todo ésto (por lo flojo y maquinal del libro, por muy Campbell que sea) le otorgo un triste 5.
Un saludo.
PD: Muy triste la frase de Straub en la contraportada. Ese tipo de aportaciones, sin duda a base de talonario, flaco favor le hacen tanto al que la firma como al que la recibe.