Hola, culebras.
Tras algo más de un mes extraviado regresó a mi vera la tercera y última parte de la saga de los xombies, Apocalipso. Vaya ansia, podría decir alguno. Y la verdad es que sí: tenía ganas de leer la conclusión de esta saga de Greatshell. Lo que en un principio parece una simple saga de humanos contra engendros, con todo su tópico trasfondo de flashbacks en un intento no logrado de aportar fondo a los personajes, bien mediado el segundo libro me deparó una gran y grata sorpresa: la trama tomaba, así de improviso, tintes de horror cósmico. Sólo gracias a esa nueva subtrama (que de hecho se convierte en el fundamento de toda la historia) nacieron en mí las ganas de saber cómo la desarrolla en este tercer y último libro.
Pero las cosas claras: desde un primer momento se me hacía muy complicada la tarea de encajar la amenaza cósmica con la –hasta el momento– no muy sorprendente historia de los xombies y los humanos. Más aun si se tiene en cuenta que Apocalipso no suma muchas más páginas que los otros volúmenes. Pero en la literatura ya ha habido saltos de escala que pasen de lo individual a lo planetario o cósmico, como muy bien demostró Benford en su ‘Saga del centro galáctico’.
Entonces, ¿qué encuentra uno en Apocalipso? Pues por desgracia nada de nada. O mejor dicho, más de lo mismo: flashbacks de longitud exagerada, introducción de nuevas tramas, escenas erráticas, mal engranadas y peor explicadas. Hay saltos temporales en el progreso de la trama que carecen de sentido, más aun cuando el autor dedica páginas y páginas a explicar hechos pretéritos: ¿por qué le da tanta importancia a los increíbles tejemanejes de Sandoval cuando luego maltrata al personaje abandonándolo a su suerte (en el sentido de que desaparece de la narración) y obligando al lector a adivinar/fantasear lo que le pasa en el presente? Todo apunta a que Greatshell pretendió conseguir una especia de novela río (intento loable, por supuesto) para acabar perdido entre tanto personaje y tanto trasfondo, incapaz tanto de dar peso a ese abanico de personajes como de encajar bien sus historias y tramas. Sin tener que ir a sagas hay ejemplos de novela río con variedad de personajes y bien llevados, incluso de manos de autores primerizos como Camino desolación (Ian McDonald).
Pero bueno, dado que el autor estaba empezando a escribir novela esos fallos se le pueden permitir.
Otra cosa es la manera de hacer avanzar la novela. Decir que avanza a trompicones es quedarse corto: a los saltos temporales antes dicho hay otros de localización que no explica, los personajes aparecen y desaparecen por arte de magia, hasta el punto de no saber si el actor de una escena está solo o sino (de hecho hacia el final hay un par de escenas en las de repente aparecen como salidos de la nada grupos de personajes). El lector se siente desamparado ante esa falta de definición, de precisión a la hora de representar los hechos. El problema se acentúa a medida que se llega al final, con situaciones confusas, mal hilvanadas e incluso carentes de explicación y/o sentido.
Luego está el asunto de olvidar elementos vitales de la trama. Porque ¿qué ha pasado de la escena cósmica de la anterior entrega, la que prometía un salto de escala en la acción del libro? Pues que desaparece: el autor menta un par de veces esa terrible amenaza que acabará con toda la vida de la Tierra, y luego sigue hablando de las nimiedades de los exhumanos. Porque ese final no me creo que se puede considerar resolución de conflicto. A lo sumo tomadura de pelo. Bueno, a lo mejor esperaba demasiado.
El autor en la presentación del libro dice algo así como que ‘ha escrito todo lo que tenía dentro’. A mí, sobre todo tras leer el segundo libro, me parece más bien que en este tercero ha escrito lo que ha podido, o lo que el tiempo le ha permitido, antes de verse acosado por el editor para publicar y cerrar la saga. No me puedo creer que se olvide de un plumazo de la trama cósmica que tanto prometía, sólo para sustituirla por más y más carne xombi, en diversos grados de modificación.
Un cierre cerca al desastre de una saga que tuvo su momento prometedor en el segundo tomo. Le pongo un 4.
Adiós.
PD para Larissa Nogueira: vaya, otro libro que suspende. ¿Culpa mía, de mis gustos ‘raros’, o de sus errores de argumento? ¿Tengo yo la culpa por toparme y leer un libro malo (y así decirlo) o el editor por no hacer un trabajo de criba (que no mire más allá de vender–vender–vender) y publicar una mierda? Sí, sin duda culpa mía, seguro.