Hola, culebras.
Ya acabé la cuarta parte de LTO. Por fin. ¿Por qué digo eso? En primer lugar por el peso que supone acarrear la edición que poseo. Por lo menos kilo y medio de mamotreto inmanejable. Mi columna ha sufrido, mis brazos han sufrido. Todo mi cuerpo ha sufrido al acarrear esa mole. Nunca más compraré un monstruo semejante.
Pero bueno, el ‘por fin’ de antes no se debe sólo a la incomodidad física de leer ese libro concreto. Hay más, sí.
Este Mago y cristal supone un nuevo descenso en la calidad de la saga. Parece que a medida gana páginas y volúmenes la saga de LTO se vuelve menos interesante. ¿Qué ha pasado con este libro? Empezaré narrando los pros y luego acabaré con los contras.
Los pros:
- La manera de narrar de King hace que un mamotreto de más de mil páginas se lea sin apenas rechistar. Lo que en otros autores supondría paja (una paja absoluta) con él se convierte en a veces deliciosa ambientación. Sí, en este libro hay mucha paja. La historia se podía haber narrado en menos páginas; pero de igual manera la forma en que nos hace viajar King hace que no nos sintamos aburridos o engañados.
- El amplio abanico de personajes, pese a su variedad, encajan entre sí creando un todo engranado se diría que a la perfección.
- La narración en tercera, omnisciente, permite llegar a los entresijos de una historia llena de detalles.
Los contras:
- Sé que me repito, pero en esta nueva obra peca (a veces mucho) de un cumplir su consejo de los adverbios. No lo diría de nuevo (y lo haré todas las veces que me dé la gana, y más) si no hubiera hecho de esa frase una de los consejos centrales de su Mientras escribo.
- Desde el momento en que la segunda narración empieza sentí una punzada: ¿estoy ante un nuevo Melmoth? No comprendo la adoración que la gente siente por la obra de Maturin, y me temía un homenaje a ella en este libro. Por fortuna King no hizo un Melmoth… sino algo casi peor.
- A medida que la narración avanza queda claro que King siente devoción por Tolkien, al punto de introducir como elemento principal del libro una especie de cruce entre un silmaril, un palantir y el anillo único. Rhea parece una bastardización de Golum con Saruman; Rolando una especie de Frodo, contando con su propia compañía. Pero no sólo eso chirría por su falta de originalidad: hay más.
- La novela de Rolando y Susana (porque al fin y al cabo se trata de una novela dentro de otra) me da impresión de algo que ya tenía por ahí bosquejado y que dijo ‘oño, que me sirve para meterlo aquí’. De hecho esa parte central tiene un componente tan romántico y fuera de lugar (comparándolo con el tono de los otros libros) que me hace pensar en la repelente En algún lugar el tiempo de Matheson. ¿O quizá se trata también de un homenaje a Matheson?
- Durante toda la historia de Rolando y Susana me chirrió ese narrador omnisciente que lo sabe todo, lo conoce todo, pensamientos y detalles que ninguno de los protagonistas podría llegar a descubrir. ¿Cómo puede alguien narrar de esa manera sus vivencias? Al final de la novela King intenta justificarse diciendo (AVISO: SI NO HAS LEÍDO LA NOVELA NO SIGAS) que todo eso se lo dijo a Rolando la propia bola… pero a mí me sigue dando la impresión de que ha metido con calzador un texto ya existente. Cambia los nombres, añade algunos detalles (como el de los compañeros de Rolando), escribe una parte inicial y un desenlace y ¡ale, listo!
- De hecho la presencia acción de la bola tiene peso incluso fuera de la narración de Rolando. Voy a dar por válido el tercer homenaje, esta vez descarado, a Lyman Frank Baum, aunque esto ya me suene a chirigota (una chirigota que también me recuerda a otra de esas estafas ensalzadas por la gente: Las estrellas su destino). Cuando los protagonistas llegan a un callejón sin salida ¿qué pasa? Pues nada: ahí está la bola para solucionarlo. Puf. Sí, a veces la sensación de Deus ex machina (algo habitual en la magia) se vuelve excesiva. La suspensión de incredulidad me derrapa cuando me encuentro con textos demasiado ricos en DeM.
Con todo, el libro se lleva un 5 justito. Espero que el siguiente mejore. A ver, que es King: puede hacerlo mejor. Aunque siga cagando adverbios en –mente cada dos por tres.
Adiós.