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Iain M. Banks – El jugador

Hola, ofidios.

Segundo libro de La Cultura que me leo, y tercero de este autor, Iain Banks. Pensad en Flebas no me gustó mucho, la verdad. Y por desgracia este El jugador le sigue a la zaga, pero con un mayor defecto: a lo largo de la mayor parte del libro creí estar ante un remake de El juego de Ender, de Osito Card. Con ese regusto fueron pasando las páginas y las páginas de un libro que se reduce al más puro artificio: jamás uno llega a sentir el famoso juego. Se nota que el autor se toma el tema del juego y el que el protagonista sea un jugador profesional como una mera anécdota: hubiera escrito el libro de igual manera si hubiera elegido un burócrata y el hilo de la novela se tratara de un intrincado enredo burocrático. O un panadero y la mega barra de pan. O un barrendero y el reto de la enorme mancha de chicle pegada al asfalto.

La inconsistencia de la trama base del libro (la práctica del juego y la relación de su desarrollo y resultados con la vida socio cultural de los Azad) es clamorosa: el autor non intenta dar pruebas de esas premisas, limitándose a mostrar la importancia mediática de los jugadores y que el que gana se convierte en el emperador. ¿A eso se limita el juego, a un ‘Sálvame, Azad’ y una elección del portador de la Corona? ¿No se supone que definía de manera absoluta la política y gestión interna del imperio azadiano, creando con todo ello un sistema político único y sorprendente? Porque nada de eso se ve en la novela.

Sí, dirán que Banks escribe muy bien y todo eso, pero a mí me parece un tío incapaz de profundizar en los conceptos, que se queda en los detalles efectistas. Escribir una novela en torno a ‘el juego definitivo’ exige sumergirse en ese juego, poder palparlo, vivirlo y, si cabe, sufrirlo. Por lo que he leído Banks no ha jugado jamás a nada (ni juegos de tablero, ni de cartas ni similares), o no ha sido capaz de demostrar su experiencia en ello. Lo dicho: si Banks hubiera escrito la novela como El panadero y su reto ante ‘la barra de pan cósmica’ puede que le hubiera salido algo mejor. Porque supongo que, al menos, sabrá cómo se elabora el pan.

Vamos, todo el libro es una pérdida tiempo. ¿Cuál es su objetivo, más allá de la fallida experiencia de juego? Quizá describir una sociedad alienígena exótica, pero no llega a las alturas de Vance. O como choque cultural entre humanos y una civilización con una sexualidad muy distinta y temperamento salvaje… ah, que para eso ya tenemos La paja en el Ojo de Dios, de NivenPournelle. O como nuevo chapuzón en ese universo llamado La Cultura, pero es que en la obra poco se describe de ella.

En definitiva: El jugador es un fiasco todo él.

Me he acabado el libro y sigo sin saber si ha merecido la pena (al parecer esa es la opinión general de la gente) o, como me da la impresión, he perdido unas cuantas horas de mi vida con él. Y además habiéndolo pagado. A partir de ahora si vuelvo a leer algo de La Cultura lo haré a través de préstamo de biblioteca: le va a pagar a Banks por uno de estos libros su padre.

La nota, la nota… un cuatro y va que chuta.

Adiós.

Iain M. Banks – Pensad en Flebas

Hola, culebrillas.

Hace unos años leí de Banks La fábrica de avispas, que me dejó realmente muy satisfecho (y eso que me esperaba una historia de ciencia ficción y me encontré con algo que no tenía nada que ver con ella). Ahora no ha habido confusión alguna: buscaba cifi y eso encontré. Pesad en Flebas es el primer título de la saga de la Cultura, una serie de libros que gozó de gran aceptación en su día. Pero tras leer no acabo de comprender la fama del libro: una sucesión de aventuras, excesivamente hinchadas, que se suceden a lo largo de una novela a mi entender excesivamente extensa. Le sobran páginas, vamos.

Los protagonistas no acaban de tener una química, pero tampoco supone un problema dada la naturaleza fluctuante y por fuerza inestable de Horza y la presumible (aunque no descrita del todo) de Baldeva. La aparición de los mercenarios aporta algunos momentos cómicos y/o patéticos (si bien no sé hasta que punto el autor pretendió hacerlos así), pero decaen a medida que avanza la novela, hasta llegar al ‘momento Cristal‘, totalmente vergonzante. Existen tres pequeños interludios que no sólo no aportan nada, sino que sin lugar a dudas tienen como única intención hinchar el libro. A eso se le suma un final descuidado y truncado, que demuestra que el autor no supo cómo atar el lío que había montado él mismo.

El texto tiene unos cuantos momentos onanistas (la descripción del orbital, el megabarco, la VGS, los apéndices), en los que el autor sin duda se regodea en lo que describe -de nuevo tengo que decir que eso no es un defecto en sí, siempre y cuando tenga su medida y no se apodere de la narración-. La parte del orbital recuerda demasiado a un Mundo anillo (otro libro que me defraudó; aguarda a una próxima relectura, a ver qué pasa), pero bastante más desaliñado y desnudo. En general la lectura me ha dejado una intensa sensación de chasco, si bien no tan intensa como la de Las estrellas mi destino.

Tengo en le pila El jugador, pero me da que va a seguir ahí unos cuantos meses… o años.

La nota que se lleva es un seis, y mucho me parece.

Chau.

P.D.: ¿Pensad en Flebas?  ¿Consider Flebas? Aún no comprendo ni el nombre de la novela ni el de ese último capítulo. ¿Qué cojones es Flebas?