Hola, ofidios.
No sé cuantos años lleva este libro en mi pila. Esperad que lo mire… el depósito legal de la edición, del Círculo de Lectores (de cuando estaba apuntado a eso), reza 1998. Ale, ni más ni menos que Negrete ha estado esperando que lo lea la friolera de once años. Ahí es nada. Y durante todos esos años dormía junto a él, por eso de ser los dos únicos ejemplares que me compré de esa colección de cifi, ese Heinlein tocho titulado Forastero en tierra extraña. Algún día, seguramente lejano (Heinlein no me atrae pero nada de nada), caerá el del marciano jipi, pero no por ahora.
Pero vayamos a lo que nos interesa, ese La mirada de las furias. Me lo compré porque en su día oí buenos comentarios del libro. Por aquel entonces compré ‘bastante’ cifi española, con resultados dispares: La sonrisa del gato del fandomítico Rudi Fernández me agradó, la pareja de Hijos de la eternidad y Mundos en el Abismo me dejó patidifuso (tanto por lo buenísimo y grandilocuente de la historia y sobre todo por el universo creado por Aguilera y Redal; admito que hablo de lecturas realizadas hace diez años, que no sé como pasarían ahora mi criba, cada vez más estricta), El hombre estrella de Bermúdez me desencantó, La hormiga de Pedro Gálvez me resultó correcto pero fuera de lugar (más aun tras haber leído pocos meses atrás Las hormigas, de Bernard Webber), Ahogos y palpitaciones de Andreu Martin me sorprendió muy gratamente. Este resultado de lecturas, algo agridulce, me hizo dejar un poco de lado lo patrio y tirar hacia lo seguro (lecturas más o menos selectas anglosajonas). Con ello acabé por olvidar este libro. Años después regresé al producto nacional, aunque siempre con reparo (con casos como Artifex v.2 aprendí mucho de lo que se cuece, y cómo lo hace, aquí).
Aunque ya le llegó la hora. ¿Qué puedo decir de este libro? Roza lo correcto. Se disfruta, resultando a ratos entretenido. Pero como ya he dicho simplemente roza lo correcto, a veces por arriba, en contadas ocasiones por debajo (el caso más claro, y que cada vez me encontraba con eso me daban ganas de apalear al editor, el revisor y, en última instancia, al autor, es las ‘listas’ del tipo a/b/c que planta en varios puntos de la historia; se trata de un recurso horrible que rompe completamente el flujo de la narración, y demuestra una dejadez y falta de profesionalidad sorprendente aplicable a los tres elementos editoriales que he citado antes, editor, revisor y autor).
Hablando un poco del contenido, decir que el protagonista, superhombre tópico y vacío, no engancha. Pero se puede aducir que precisamente el personaje es así. Pues sí, perfecto, pero la representación tiene tanto éxito que impide conectar con él, por más que hable de sus sentimientos, se enamore y todo lo demás. Por otro lado el escenario chirría un poco: no se trata de un texto hard, por supuesto, pero entonces que no explique tantas cosas del planeta. El resto de personajes que desfilan parecen muchos de ellos sacados de Max Max, lo que no deja de tener su encanto para un amante de la saga, como es mi caso. Pero, el crear personajes tan malos, en un entorno tan extremadamente duro, hace que la presencia de otros (mucho más débiles) choque y no cuadre. Las situaciones, sin pecar de malas, no enganchan tanto como otras que he leído en otros libros: La mirada no ha sido de esos que me ha obligado a leer y leer en el vagón, en las escaleras mecánicas, en los descansillos, andando hacia mi destino… Pero la verdad es que nunca se puede exigir tanto a un libro. No todos deben ser obras maestras, referentes en sus géneros. Así, La mirada puede calificarse como una lectura divertida y amena, que cumple bien la misión con la que sin duda lo escribió Negrete: entretener.
Recomendable para los que busquen lectura de metro, pero que sin duda no pasará a la historia de la cifi española, como sí lo harán la pareja de Aguilera y Redal, o la maravilla de la trilogía de Las Islas de Torres Quesada.
PD: Hoy tocaba un post todo repletito de enlaces a tercerafundación.net De nada.