Hola, culebras.
Sé que esta entrada le parecerá a alguno escrita en código, y en parte así es, pero me da igual. Ayer, día 22 de diciembre de 2008, me tocó un premio en forma de papel oficial. Tras meses, muchos meses de espera, después de aguantar colas enormes, habiendo pasado horas en pasillos, viajes y más viajes para que te digan eso de ‘vuelva otro día’, todo ha acabado: al fin tenemos en nuestro poder ese documento en el que aparece escrito un nombre conocido ya de antes pero esta vez con unos apellidos nuevos.
Eso sí, que no me digan que en España la justicia no es lenta, que si para un trámite ‘sencillo y trivial, que para antes de fin de verano estará’ (sic) tardan casi un año, ¿qué pasará con algo más serio? Por algo existe esa maldición de ‘tengas juicios y los ganes’.
Pero bueno, lo que importante es que se acabó, que ya está todo hecho, y ese papel nos ha aportado la misma alegría que si nos hubiera tocado el gordo (que, por supuesto, no tocó).
Ta luego…