Hola, ofidios.
Iba a preparar otro diálogo como el de la entrada anterior (juro que este libro da para uno mucho más jugoso) pero se me han quitado las ganas. Pereza, que se dice. Y que no quiero repetir el recurso tan pronto.
Una pereza similar, en cuanto a ideas, demuestra King en este libro. Así, a las claras: dicho queda. Pereza. Ya en la anterior entrega de la LTO el tufo homenaje se hacía excesivo. Entiendo que en los Estados lo de El mago de Oz tenga gran fama, pero una cosa es eso (homenajear) y otra empezar a fusilar ideas. Por una vez basta, me dije. Y luego resulta que me encuentro con este Lobos del Calla.
Admito que, como seguro que mucha otra gente, conocí primero Los siete magníficos. Recuerdo verla de crío y quedarme fascinado con la historia. Muchos años después descubrí que esa película era una versión pasada por el filtro del western de una película de Kurosawa. Sonará pedante pero la obra del japonés, Los siete samuráis, le da cien mil vueltas a la de Sturges.
¿A santo de qué digo esto? Pues a que este Lobos del Calla es un nuevo homenaje, plagio, calco o como quiera decirse, en esta ocasión de Los siete samuráis. Vamos, que el señor King estaba falto de ideas y, en plan muy hollywoodiense, ante esa carencia tira de los remakes.
¿Esto es bueno o malo? Sin duda en otro autor supondría darle una patada al libro (o casi, en plan Las estrellas mi destino), pero dado que se trata del mago de los personajes hay que darle una oportunidad para disfrutar del recorrido. Recorrido que sí, se disfruta.
En Lobos del Calla King usa el mecanismo al que el autor ya nos tiene acostumbrados: desplegar una panoplia de personajes con los que tejer una red de situaciones y conflictos. El pueblo y sus gentes se vuelven creíbles y vívidos (no tanto como por ejemplo en La cúpula, pero en ese estilo), si bien de entre todos destaca el cura. Gracias al padre, y sobre todo a su historia, la novela recupera las alturas de calidad de la magnífica segunda entrega de LTO. Mención aparte merece el decir que buena parte de las sensaciones del padre apuntan a confesión descarnada del propio King y su paso por el infierno de la adicción. En cierta medida esa narración nos lleva no sólo a recordar lo sucedido y narrado en Salem’s Lot, sino también a esa novela de carretera titulada El talismán y a su secuela. Nos devuelve a un King crudo y directo, lejos de las chorradas pseudoinfantiles o a lo Mad Max que no acababan de cuajar. A ello se une que por fin el ka tet demuestra que funciona como grupo unido. El que hasta ese momento era la mascota principal, Jake, adquiere peso e importancia, más allá de sus traumas ante la muerte. El último detalle a resaltar, y que acerca la narración al lector, es la humanización de Rolando. La manera en la que se juntan los achaques junto al romance otoñal dejan de lado la figura de hielo inicial (que en ningún caso desaparición con Mago y cristal) y por fin lo humanizan.
En cuanto a la forma más de lo mismo: redacción a veces descuidada y apresurada, que hubiera necesitado una segunda o tercera vuelta. Pero vamos, lo de siempre: los editores cagando leches por llenarse los bolsillos con una nuevo mamotreto de King, éste refocilándose en su enorme riqueza y casi igual complacencia, y los lectores con ojo crítico a seguir sufriendo (y teniendo que mirar a otro lado) sus defectos.
En definitiva, tenemos un libro con sus altibajos. Momentos trepidantes e historias adictivas, la mayoría de los cuales se desarrollan muy lejos del Calla, junto a otros mucho menos interesantes pero que cubren el expediente. A ello se une el que alguna subtramas que no acaban de desenredarse quedando para siguientes novelas: las cosas se acumulan, quedando más y más misterios por resolver (espero que haga un Perdidos al final). No, no se trata de una nueva invocación, pero sin duda está mejor que los volúmenes anteriores. ¿LTO retoma el vuelo?
Como nota le pongo un 7, que me parece que no está mal visto lo visto.
Adiós.
PD: Por si alguno quería saber algo más de ese santo peliculón titulado Los siete samuráis aquí tiene un poco más de lectura.
PD 2: El nivel de chirigota en lo relativo a homenajes hace saltar las alarmas cuando uno lee cierta placa de cierto arma. Aquí se nota que escribe quien escribe: de tratarse de un autor novel el editor le habría parado los pies a la de ya rechazando la idea y exigiendo que sacara de ahí esa chorrada. No soy fan, ni de lejos, del aludido en esa placa, y por eso no pillé la referencia (hablo de esa en concreto; ignoro si hay otras, la verdad) hasta ese momento. Eso me sirvió (ya se sabe: ojos que no ven, corazón que no siente) para disfrutar un poco más del libro sin que me chirriara la referencia.