Hola, culebras.
Puede que no haya servido de nada, que los políticos, los banqueros y los medios se sigan riendo de todos los que desfilamos desde Cibeles a Sol reclamando una democracia real, que el gobierno recaiga de verdad en manos del pueblo. Sí, sería triste que todo esto se perdiera como lágrimas en la lluvia, pero puede que así ocurra.
Aun así, lo puedo decir bien orgulloso: yo estuve allí.
He dejado en flickr un álbum con fotos comentadas como las que acompañan esta entrada del blog, para quien lo quiera ver.
Yo sólo era uno más en medio de toda una multitud, un gentío protestando indignados, una masa que ha decidido que ha llegado el momento de alzar la voz y quejarse, dejar el comportamiento borreguil y adocenado que tanto desea el poder (el que sigue el lema de ‘consume, paga y calla’) y decir ‘BASTA YA’.
No puedo negar que acercándome a Cibeles en el cercanías me decía ‘aquí sólo vamos a estar una panda de colgados, los de siempre’. Pero ya en Recoletos vi algo que me alegró bastante: chavales de no más de 18 años que acudía como yo. Y ya al llegar a la rotonda me encontré con la marea humana. Sonreí. Todavía hay un atisbo de esperanza: en este país de mierda, entre su gente de mierda (esa chusma aborregada por el jurgol) todavía hay algunos con sangre en las venas. Gente capaz de indignarse cuando ven que se desmantela todo cuanto le rodean, gente capaz de tener dos dedos de frente y saber que está en juego no sólo su presente, sino incluso el futuro de la siguiente generación.
Especial mención merece ese gran número de jóvenes, muchísimos más de los que había en las manifestaciones promovidas por los sindicatos mayoritarios: ya era hora de que saltaran a la calle y gritaran ‘esta boca es mía’. Al fin y al cabo son quienes más pueden perder. Me alegra muchísimo ver su reacción airada y combativa. Han demostrado que aún existe una posibilidad, porque si las protestas sólo las llevamos a cabo los más mayores, malo: un futuro muy negro nos esperaría.
Estuve entre esa multitud que demostró su indignación ante la situación que vive el país. A lo largo del corto recorrido no se produjo incidente alguno que yo viera. Al contrario, todo transcurrió con ánimo festivo y sin olvidar el cachondeo típico español, como con el Darth Vader y sus amigotes. Anduvimos desde el inicio en Cibeles a las 18:00 hasta Sol, donde se leyeron los manifiestos y discursos (el último de ellos acabó en torno a las 20:30). Dos horas y media de tranquila y vistosa manifestación de poder: el poder del pueblo cabreado con quienes nos dirigen nominalmente (clase política) y quienes lo hacen de facto (la banca).
Luego llegó el momento de la música (con un grupo de rap), pero para entonces yo ya tuve que regresar a casa.
Ahora los medios destacarán lo que más les conviene a sus amos: los incidentes, los detenidos en los enfrentamientos. Así está la prensa: frente a unas movilizaciones populares en cincuenta ciudades de todo el país, sólo se resalta las salvajadas puntuales de unos pocos energúmenos. Manipulación de la información, y una nueva muestra de cómo el periodismo no es sino la voz de su amo, el político y el banquero.
Eso la prensa de aquí. La de fuera no se ha callado.
Menos mal que existe internet para divulgar lo que otros no quieren. En forma de vídeos, o texto por ejemplo.
Por fortuna esto no va quedar aquí. Habrá más manifestaciones. Y yo estaré allí.
Un saludo.