Archivo mensual: octubre 2016

Jack Vance – Lámpara de noche

Hola, culebras.

Hace muuuuuucho que no leía nada de Vance. Fijaos cómo es la cosa que tengo con este autor que me he comprado el libro como quien dice hace nada y ya está acabado. No ha durado en La Pila ni una sola semana: en cuanto he acabado con Cerca del punto crítico me he lanzado sobre este Lámpara de noche.

Y sí: me he comprado un libro. Tras sin gastarme ni un solo duro en libros, ni siquiera en saldos, al fin ha caído uno más. ¿Acaso ha mejorado mi economía? Pues no, por desgracia. Pero de repente me encontré con un pequeño vale de cierta tienda y… pequé. Más aun cuando vi en la estantería Lámpara de noche.

Jack Vance - Lámpara de noche

Jack Vance – Lámpara de noche

Tras años y años, de nuevo Vance. Debo decir que mi última lectura del maestro me dejó un sabor de boca no del todo agradable: Lionesse se me hizo demasiado Tolkien, como si Vance hubiera tratado de emular la fantasía medieval. Y a mi entender sin lograrlo.

Pero en esta ocasión el autor regresa a la manera de narrar que ya usara en ‘El planeta de la aventura‘. La descripción de civilizaciones extraterrestres como elemento narrativo principal. Pero con una diferencia con respecto a ‘El planeta’: aquí Vance parece casi desaforado. Describe y describe. Los mundos, sus sociedades, sus detalles. Nos introduce en ellos de tal manera que un poco más y las podemos tocar. Descripciones detallistas que al menos a mí nunca me han aburrido.

En este sentido hay que destacar que Vance, pese a la variedad de lo narrado, el libro apenas supera las 400 páginas. Todo un sopapo a los actuales forjadores de tri-penta-heptalogías: ellos sacarían 1600 páginas. O más. Y puede que ni así narraran lo mismo que Vance y con su fluidez.

Sí, hay detractores (y no pocos) de este libro. ¿Que los mundos no son del todo creíbles? En esos extremos tan a menudo ridículos y cogidos con pinzas está, a mi entender, la gracia. El mundo de Gallingale es un sinsentido absoluto con su sistema de niveles sociales; el de Fader es el espectro de un espectro, regodeándose de un pasado perdido, acosado por criaturas que parecen un recuerdo exagerado de los Tschai (o si se quiere con La máquina del tiempo de Welles), y sumido en unos conceptos morales tan rígidos como prepotentes. El colmo de todas esas sociedades estrambóticas está en lo que se descubre en el Congreso de Aguasclaras: habitantes que buscan el reconocimiento y la gloria a través de la inmolación más llamativa posible. Mundos imposibles, exagerados… desde nuestra perspectiva actual: en el libro queda bien claro que algunos de ellos llevan miles de años fermentando sus sociedades. ¿Alguien se atreve a decir que con tiempo y soledad no se puede llegar a semejantes sociedades? Quien diga que no que se dé una vuelta por esta bola de barro y compare sociedades.

Lo que sí hay que admitir, por ejemplo, es la manera en la que se olvida de las notas. Al principio del libro se repiten, jugosas e interesantes. Pero en cierto punto desaparecen para no volver.  ¿Olvido? ¿Despiste? Una pena porque por ejemplo en Fader, tanto para describir la zona civilizada como a lo largo de la epopeya de Maihac, hubieran tenido mucho peso y enriquecido el texto.

Si, en algunos aspectos se puede decir que el libro parece algo descuidado. Pero mucho y muy bueno me parece teniendo en cuenta que para entonces el autor ya estaba ciego. Me gustaría ver a los críticos narrar algo semejante sin ver.

Durante un instante el libro me hizo pensar en Radix. En un momento dado Jaro, el protagonista, parecía que iba a progresar por ese camino… pero no. Falsa alarma (si de verdad se puede considerar alarma a ese libro de superación personal extrema, cosa que no).

Siguiendo la lectura nos encontramos con aventuras dentro de aventuras, como la narración de Maihac. Sólo esa historia ya hubiera dado para una novela por sí sola. Vance la ventila en unas páginas y nos acaba introduciendo en una especie de folletín.

En general se puede decir que el autor configura una historia tipo maquinaria de relojería: en que todo encaja a la perfección. El plan de Maihac sale a la perfección, logra todo sin apenas complicaciones (y cuando las hay triunfa al modo Radix, convirtiéndose en algo más poderoso). Algunos detalles chirrían de una manera escandalosa, como por ejemplo la locuacidad del prisionero. Que sí, que es telépata, que su carcelero parece que hablaba por los codos, que es muy listo, pero coño: que habla como un Chéspir. Este detalle, y otros, le obliga a uno a pasarse por alto la suspensión de incredulidad. Pero hablamos de Vance (sí, se le perdonan esos pecados, sí. O al menos yo —vanciano confeso— se los perdono), y hay que seguir leyendo porque en cualquier momento nos golpea con su sentido de la maravilla.

¿Se puede decir que el libro es una obra encorsetada? Sí, pero… pero a algunos eso no nos importa. Yo cogí el libro consciente de que la historia del protagonista muy bien podía resultar un simple vehículo para conocer mundos y culturas extraños. No me ha defraudado, incluso con las limitaciones argumentales.

En definitiva, se trata de una obra recomendable más que nada para forofos de Vance. Hay que admitir que se necesita tener estómago para las digresiones que se suelta. Pero como yo tengo ese estómago no he sufrido con ellas, y como Vance me encanta, no lo he sufrido. Pero admito que si uno no conoce al autor y se encuentra de repente este Lámpara de noche con suma facilidad acabará huyendo… y perdiéndose joyas como La tierra moribunda o el ya citado ‘Planeta de la aventura’.

Vamos, que le pongo un 6, siempre teniendo en cuenta que yo me leo mamotretos que mucha otra gente tiraría a la basura.

Un saludo. O adiós. Lo que queráis.

Hal Clement – Cerca del punto crítico

Hola, culebrillas.

Sigo esquivando las leZturaZ. Esta vez, sacando de la pila los libros que me dio Alberto hace un tiempo, me he encontrado con un autor nuevo. Nuevo para mí, se entiende, que Hal Clement tiene ya un poco de solera. Entre los que tenía a mano, y sin saber como quien dice nada de nada de su contenido, escogí este Cerca del punto crítico. Además se trataba de un librito pequeño, novela muy cercana a la novelette, lo que me permitía (en caso de no gustarme) liquidarlo con rapidez.

Una vez leído ¿qué puede decir de este Cerca del punto crítico?

Hal Clement - Cerca del punto crítico

Hal Clement – Cerca del punto crítico

Me he encontrado con una obra de cifi dura, ambientada en un planeta rocoso gigante con una gravedad el triple que la nuestra. Así de primera me recordó a Estrellamoto (esa divertidísima novela de Robert L. Forward), pero al poco de leerlo las semejanzas se empiezan a diluir. En Estrellamoto teníamos una civilización sobre la superficie de una estrella de neutrones, los entrañables cheela: diminutas criaturas de un ritmo vital alocado. Sin embargo aquí están los ‘tenebritas’, en plena transición del paleolítico de cazadores/recolectores a la cultura trashumante (proceso imbuido, todo sea dicho de paso, por un programa poco menos que colonialista/paternalista muy de la época de la novela). Si la estrella de Estrellamoto rotaba a una velocidad alocada haciendo que sus habitantes vivan en un marco temporal diferente al nuestro, el coloso rocoso protagonista de este libro (con el sugerente nombre de Tenebra) gira de tal manera que sus días ocupan cuatro de los nuestros, lo que hace que sus habitantes vivan jornadas larguísimas.

Pero no está ahí la clave de dureza que afecta a todo el desarrollo del libro. Acompañada a la gravedad enorme del planeta se describe una atmósfera de enormes presiones y de calor casi infernal. En ese ambiente el punto crítico al que se refiere el título no tiene relación directa con ningún hecho dramático de la trama, sino que se trata del punto crítico de termodinámica. Aquí un poco más de información sobre el agua y ese punto. Usando una atmósfera cercana al punto crítico del agua el autor nos muestra la importancia de ese débil equilibrio entre líquido y gaseosos, tanto para la geografía, climatología y orografía del planeta como para la propia vida que en él hay. Nos muestra ríos y océanos evanescentes, una lluvia sorprendente, una dinámica de masas de aire en función de zonas de convección generadas por hogueras (sí, como digo: la atmósfera y sus meteoros modificados a golpe de fogata). En resumen, Clement se ha trabajado un planeta sorprendente dadas esas condiciones tan extrañas para el común de los mortales, pero al mismo tiempo creíble y coherente.

Aunque antes de seguir con lo duro hay que decir una cosica: si bien el autor se nota que maneja a la perfección los procesos químicos (lógico en Clement), falla de manera bastante estrepitosa en lo referente a la tecnología. Las referencias a cintas como soporte de grabación o a las reglas de cálculo a la hora de trabajar los navegantes e ingenieros le hacen a uno sonreír.

Inciso superado. Con ese escenario tan elaborado Clement nos presenta una pequeña historia de segundo contacto. Sí, segundo, porque así se me ocurre llamarlo dado que el primero parece un coitus interruptus.  Unido a esto hay un reto de cooperación entre especies tan diferentes como la humana y la tenebrita. A ello se añade un posible conflicto diplomático con una tercera raza en discordia, una suerte de klingons molestos e irritantes.

Por desgracia, como se suele acusar a la ciencia ficción dura, el lado literario pierde frente al científico. La brevedad de la obra no ayuda a hacer que el lector empática con los protagonistas. Al drommiano no hay quien se lo crea, de igual manera que (pensándolo dos veces) nadie creería en razas belicosas y con poder de navegación estelar: se auto exterminan antes de llegar a ello con seguridad. De los humanos apenas se atisba un poco del biólogo y de la niña, y de los tenebritas algo de Nick… y ya.

Al final de la obra hay cierto olor a deus ex machina, sobre todo en lo relativo a ‘lo que soluciona el problema’. Qué casualidad, vamos, que no han visto uno en todo el planeta y, oh maravillas, ahí está justo cuando se le necesita.

En una época en la que los libros pecan de que les sobra páginas y páginas, a éste le falta extensión. Y no sólo para crear personajes, sino que incluso para componer una trama con gancho. Mucho paseo por la superficie del planeta buscando y llegado el momento del salvamento… En fin, Forward se lo ha trabajado mejor que Clement. Pero hay que dejar clara la cantidad de años que separa esta obra (escrita en 1958) de la de Forward (de 1985). Esos casi treinta años, que en cifi han supuesto mucho (en fondo y forma), convierten Cerca del punto crítico en un más o menos digno antecedente. Si el libro de Forward se me hace muy recomendable (serio en cuanto a la elucubración de posible vida en un lugar tan increíble como la superficie de una estrella de neutrones), este Cerca del punto crítico se me hace por lo menos agradable, aunque no para tirar cohetes.

Antes de acabar no podía por menos que hacer mención a la traducción: descuidada, con algunas frases que me he visto obligado a releer para comprender. Y con algunas que ni así, obligándome a tirar para adelante sin saber bien lo que han querido decir. También la puntuación falla, tanto que se vuelve surrealista por momentos. Para acabar de rizar el rizo me he encontrado con errores en líneas de diálogo, que por arte de birlibirloque se han convertido en párrafos sueltos, o han acabado insertadas a las bravas dentro de otros. Espero que el resto de libros que tengo de esa colección mejoren ese aspecto, porque si no vaya pena.

Vamos, que le pongo un seis. Gracias, Alberto 🙂

Adiós.

PD: no, no he leído Huevo de dragón. Se admiten donaciones.

Philip José Farmer – Relaciones extrañas

Hola, ofidios.

Pues sigo esquivando lo de leer eZcritos, mira por dónde. Y es que ¿por qué gastar el tiempo en esos posibles engendros si tengo más cosas bonitas por leer? Como por ejemplo este Relaciones extrañas de Philip José Farmer.

Conocí a Farmer con A vuestros cuerpos dispersos hace… puf, hace mucho (que todavía no me afeitaba, vamos). Y debo decir a las claras que su descubrimiento me dejó casi en estado de shock. Devoré la saga entera, maravillado no sólo por el escenario sino también por los personajes y la sociedad que mostraba. Debo aclarar que tenía la saga entera gracias a los saldos de Ultramar y a mi manera de comprar libros de manera compulsiva: esa obsesión por conseguir libros la sufro desde que me empezaron a dar una paga semanal, algo que ha acabado creando mi pequeña montaña de libros.

Que me disperso.

Antes de ponerme a leer algún tezto de dudosa calidad me acordé de este librito. No tengo Los amantes, pero en esta compilación había alguno de los cuentos que hizo famoso a Farmer. Así que, ¿qué mejor manera de pasar el tiempo que volver a disfrutar de la pluma de este irreverente?

Philip José Farmer - Relaciones extrañas

Philip José Farmer – Relaciones extrañas

Por desgracia al poco de abrir el volumen me encontré con un problema (para mí) bastante serio: se trataba de una edición argentina. Pero argentina escrita en argentino. En español argentina. Boludo y todo eso. Eso me hizo enfrentarme a frases como ‘Sus lucubraciones fueron interrumpidas en forma violenta’ y otras incluso más extrañas. No estoy seguro de si siquiera un argentino puede considerarlas bien construidas, pero sin duda a mí se me hacían cuesta arriba. Por desgracia me encontré otra vez tratando de adivinar lo que había intentado decir el autor. Nada bueno, vamos.

Pero aun así intenté seguir: los relatos incluidos bien que merecían el esfuerzo. Y a ellos voy:

  1. ‘Madre’. Me sorprende este relato. A día de hoy resultaría simplón, casi inocente, pero me deja claro indica lo mal que estaba el tema de la moralidad y el puritanismo en aquella época. Como ya se verá en el resto de relatos, Farmer mezcla en Madre los aspectos cuidados de la cifi pseudo dura (describe procesos biológicos con aparente lógica) con los del más alocado space opera (ale, a ir de planeta en planeta como si se va de Móstoles a Mataró. Caminemos sin escafandras, sin análisis de aire o microrganismos. ¡A pecho descubierto!). Por no hablar de que se me hace demasiado fantasiosa la facilidad para entablar contacto (y diálogo fluido) entre dos inteligencias tan diferentes. Coño, que según esto Sagan se podría haber ahorrado Contacto: total, un poco de maña y cualquiera se comunica con una forma de vida tan extraña como Madre. Saltando esos defectos queda un relato agradable, por no decir interesante, que se lleva un 7.
  2. ‘Hija’. En la introducción del libro (demasiado a lo Barceló a mi gusto) hablan de este relato como algo menor en comparación con ‘Madre’. Y sí, posee ese aire socarrón, entrando casi dentro de lo que se podría considerar pastiche. Pero profundiza en detalles que complementan a ‘Madre’, poco menos que obligando a una lectura conjunta. Como el anterior cuento, posee un desarrollo muy interesante de la biología extraterrestre, aunque con un pero enorme: una inteligencia como la descrita debería tener un mayor conocimiento de su entorno, algo que parece que no posee. ¿Usó esa carencia para reforzar el carácter moralizante? El miedo a lo desconocido se convierte en un factor clave en el texto, y la manera de superarlo en un ejemplo a seguir. ¿Que tiene bastante de fábula? Pues sí. ¿Que se parece a los tres cerditos? ¿Y? A mí me mola la manera en que se llega al ‘soplaré, soplaré y tu chabolo derribaré’, cómo sucede y cómo lo resuelve el cerdito albañil. Le pongo un 7… no, mejor un 8.
  3. ‘Padre’. En este cuento el libro empieza a decaer. De entrada el tratamiento del viaje especial es demasiado cercano a mi gusto a la space opera. De nuevo tenemos esa dualidad algo irritante: seriedad y buena elucubración en cuanto a la biología y, por el contrario, un tratamiento infantiloide del viaje estelar, de los procedimientos de seguridad y de exploración… casi parece que los protagonistas de ese pestiño llamado Prometheus hubieran leído este relato a modo de manual de cómo actuar. Algunos detalles que no aportan anda y en cambio sólo sirven para molestar. El ejemplo más clamoroso lo tenemos cuando describe la distribución continental del planeta: dice que sólo posee una masa continental en el hemisferio norte, estando el resto de él cubierto de agua. Sin embargo también dice que el clima es suave, algo imposible debido a los diferenciales térmicos que generaría esa distribución de tierra/agua. Vamos, que si no dice ese detalle aquí paz y después gloria. Otro detalle de pura coña: el fundador de la orden religiosa se llama Jairus Cbwaka. Cbwaka. Cambia la ‘b’ por un ‘he’ y a lo mejor te recuerda alguien. No voy a decir más de esa chorradilla. Seguimos con los detalles: al profundizar en la biología de Padre y de su mundo se mete en un enredo de muy señor mío. El diablo está en lo detalles, y aquí Farmer ha acabado en el puro infierno. La verborrea pseudocientífica mal metida no sólo no ayuda, sino que hunde el texto. Entre la concatenación de incoherencias y palabros, si pretendía que el texto tuviera cierto aire de Cifi dura la verdad es que ha acabado pareciendo el texto un guion de serie B. No voy a hablar mucho más, salvo que ese final con ciertas semejanzas a El Monje (M. Lewis) no me acabó de convencer. De hecho todo el rollo religioso no me lo creí jamás. Al final se lleva un justito 5.
  4. ‘Hijo’. De un relato presuntuoso y fallido llegamos a uno más humilde y sin embargo efectivo. Sí, la descripción de Keet podría ser más completa, pero eso rompería con identificación entre narrador y el prisionero. El relato resulta un texto simple, tradicional y efectivo que se merece un 6.
  5. ‘Hermano de mi hermana’ regresa a las pretensiones de pseudorrealismo de ‘Madre’, ‘Hija’ o ‘Padre’, pero sin caer en los defectos de este último. No tenemos un Marte de Burroughs, pero tampoco uno de Robinson. Leyéndolo me vino a la cabeza Una odisea marciana de Stanley G. Weinbaum; hace años que no leo ese cuento y creo que sería un buen momento para recuperarlo. A lo que iba: en ‘Hermano de mi hermana’ Farmer recupera el tono y nos muestra cómo la biología puede generar problemas en las relaciones entre especies tan distintas como las protagonistas… y pese a todo haber momentos de erotismo –por decirlo de alguna manera– ‘extraño’. Texto interesante, tanto por la visión de Marte y sus habitantes como por la del resto de entidades biológicas. Le pongo un 7.

Y haciendo una media me sale un 6’5. Por el c…

Adiós.