Archivo mensual: marzo 2010

George H. White – Gran saga de los Aznar, tomo 4

Hola, ofidios.

Había escrito un pequeño montón de palabras (exactamente 869) acerca de lo malo que es meter números en un libro: los números (y las fechas, que al fin y al cabo son otro tipo de números) esclavizan a un autor. La mayor parte de las veces pueden llegar a hundir un libro. En mi parrafada (de casi 900 palabras) hablaba de las fechas incluidas en la primera novela del libro (Salida hacia la Tierra), de los tiempos de viaje a velocidades relativistas (incluyendo referencias a las transformadas de Lorentz y a una calculadora de los resultados de las transformadas), de las edades de patriarcas casi bíblicos, de progresiones numéricas en cuanto a descendencia (cual conejos y Fibonacci).

Pero es que al releerlo descubrí que soltar todo ese rollo significaba una auténtica pérdida de tiempo: no sólo porque tengo muy oxidada la física, sino porque White tampoco da suficientes datos como para realizar un estudio serio.

Lo que sí quiero dejar claro es la impresión de error, de que algo no cuadra, con respecto al impás de casi dos mil años entre la partida y el regreso de los Aznar a la Tierra. Supongo que alguno con más conocimientos y más ganas ya habrá realizado los cálculos, así que no me voy a poner a ello. Sólo decir que 42 + (270-¿30?) + 30, por mucho que le apliques la dilatación temporal de viajes relativistas, muy (pero que muy) cerca de la velocidad de la luz debes ir para que dé casi dos milenios. Y eso arrastrando en el viaje de vuelta todo un planetoide de un material supermasivo. ¡Olé sus huevos!

También es un poco de coña (visto desde la perspectiva que da el tiempo y la realidad social actual, se entiende) ese sentimiento tan cristiano de tratar que la liberación coincida con la navidad. Algunos se quejan de lo patriótico y ridículo que es el filme de Roland Emmerich de Independece day, pero casi se diría que el «señor catástrofe» se basó en White.

Más de coña (puro pulp) parece la mezcla de técnicas obsoletas en tiempos tan avanzados como el año 4000:

  • ¿Ocultarse la flota tras un punto ciego? Pero si eso implicaría que el enemigo no tiene nada más que una base de observación. Así sucede lo que sucede, que les descubren a la primera de cambio.
  • Boya de dedona (quiero pensar que con una buena carga eléctrica asociada para que pueda flotar) conectada con un cable a una nave sumergida, y emitiendo una señal de radio pirata. ¿Desconocía Pascual los sistemas de triangulación?
  • ¿Y eso de que usaban una frecuencia que «el enemigo no solía usar»? Ese enemigo, ante la incursión de naves enemigas en su espacio cercano, ¿no se pondría alerta y desplegaría escáneres de frecuencia? ¿Tan tonto y confiado es?
  • El uso del láser como simple comunicación silábica y visual (a modo de morse) entre unidades, nada de paquetes de información.
  • La existencia de televisión casi igual a la que había en el siglo XX.
  • ¿Cómo cojones consiguen mover a velocidades relativistas la enorme masa de Valera? Cuanto más cercana a c es la velocidad mayor energía se necesita. En el gráfico energía/velocidad la velocidad de la luz marca asíntota a infinito. Vamos: intentemos mover toda la masa de un planetoide a velocidades relativistas y tendremos una masa relativista de tres pares de cojones. ¿Qué motor mueve eso?
  • En la novela (las novelas) se habla muchísimo del uso de torpedos blindados en dedona como método principal para la destrucción de objetivos. A mí, en mi ignorancia, y dado que tienen la posibilidad de crear naves esféricas (y sobre todo usando Valera) ¿no hubiera resultado más práctico en esas naves de corte circular colocar aceleradores de partículas y lanzar balas relativistas? Eso sí que sería más efectivo que los torpedos: ostiones relativistas en plan Brigadas del espacio sin duda superan en eficacia a bombas W o torpedos de dedona. Y sin duda usan una munición más fácil de conseguir: tienen para ellos todos los pedrolos del cinturón de asteroides. Y así no desperdician de material tan valioso como la dedona.

Ale, ya me estoy yendo por las ramas. Eso es bueno: el libro (de hecho la saga) me agrada tanto como para perder el tiempo en estas elucubraciones.

Salida hacia la Tierra, al igual que La conquista de un imperio, es una novela con una enorme ración de entreacto: trata de unir un hueco de los dos milenios, entre la huida de la Tierra (y llegada a Redención) y el regreso vengador. Como ya he dicho antes a mi entender no logra explicar la existencia de tan extensa brecha temporal, pero es mi opinión personal y como tal me la hecho a la espalda y sigo leyendo. Por otro lado me queda por sabe qué ha sucedido en Redención en todos esos años: dos mil años de historia son muchos años, más que nada cuando el primero (lo narrado en el tomo 3) resultó tan movidito.

¡Hemos venido a destruir el mundo! resulta entretenidillo con un único fallo, defecto que ya veo que es marca de la casa (de la saga): el apresuramiento. No ha transcurrido ni un año desde el final de la novela anterior cuando sucede lo que sucede en ésta. Vamos, que se ve que nuestro sistema solar (eso que Enguídanos se empeña una y otra vez en llamar erróneamente galaxia) está más concurrido que la línea 6 en hora punta. M.M. Cortina nos promete un mejor dibujo de lo nahumitas en próximas novelas: eso espero, porque de esta novela sólo saco unas pocas impresiones, y que encajan bastante con «comportamiento irracional». La novela se lee con facilidad, como el resto, y da pena el pensar que se trate de escritura rápida: qué hubiera salido de las manos del autor con más tiempo y, sobre todo, más páginas. Sin duda unas historias más elaboradas y más jugosas. Una pena.

Respecto a Guerra de autómatas decir que, como el resto, entretiene al tiempo que aporta nuevos fallitos al universo de Enguídanos, el mayor de ellos curiosamente tiene relación con La horda amarilla, una novela que sí me gustó. Lo que en Horda era desmesurado pero creíble, las cantidades ingentes de aparatos en combate aéreo, aquí resulta ridículo: se puede entender cientos de miles de drones combatiendo como locos sobre los cielos, pero movilizar cientos de miles de naves (mucho más voluminosas y que requieren un espacio de maniobra muchísimo mayor) en torno a un planeta decididamente no. Si se apiñan en un combate pseudoaéreo lo más probable es que nos encontramos con escenas tan penosas como las que aparecen en la película de Las brigadas del espacio (cuando las naves de la flota humana se chocan entre sí huyendo de los «pedos»); si por contra los alejamos a una escala de combate espacial, con decenas (si no cientos) de kilómetros entre nave y nave la cosa tal y como se describe en el libro no cuadra. Eso si no se tiene en cuenta que en algunos párrafos casi parece que Marte o Venus están ahí a lado, como para mandar refuerzos desde sus órbitas así porque sí, de forma casi instantánea.

Otro detalle que me parece un fallo es el que los redentores (tan listos como son) jugaron con el factor sorpresa de Valera tan mal: señores, colocan «el satélite» en una órbita externa a la de la Luna y atraen hace ese escenario a los malos. ¿Colocar a Valera en órbita a la Tierra, pero justo en u punto opuesto a la Luna? Eso para qué, ¿para joder todo el planeta ellos mismos con la fuerza de mareas?

Insisto: las ideas son buenas, graciosas y a veces incluso inspiradas, pero si se hubieran trabajado un poco más, si se hubieran reposado, el resultado final de las novelas hubiera mejorado muchísimo.

Valoración: 6.

Seguimos con lo del baneo de google

Hola, culebras.

Pues eso, que seguimos hablando del baneo de mi web en los resultados de búsquedas concretas. Sé que suena a pataleo (y lo es), pero como estoy en mi web y me da la gana decirlo, lo digo, ale 😛

Hace unos días me metí en esa cosa llamada Google Webmaster Tools y me sigue sorprendiendo lo que me encuentro tras el baneo de mi nombre y mi apodo en google.

En la 'ruca' está la clave

Lo último: el motor encuentra mi web en la posición segunda a la búsqueda de mi nombre más la palabra ‘ruca’. Si quitamos ‘ruca’, mi web desaparece de los resultados.

¿Magia? ¿Potagia? A saber. ¿Qué sentido místico posee la palabra ‘ruca’ como para que sólo con ella se invoque mi web en los resultados?

El pasado día 17 de marzo realicé una ‘Solicitud de reconsideración de txisko.com/’. Por supuesto no confío lo más mínimo en los resultados de eso, dado que será un robot el que la realice, seguramente el mismo robot que, a saber porqué, ha excluido mi web de los resultados de búsquedas por mi nombre y mi apodo.

Nada más por hoy de este tema.

Un saludo.

PD: Ruca, ruca, ruca, que no llevo peluca.

George H. White – Gran saga de los Aznar, tomo 3

Hola, culebras.

Retomo la lectura de la saga de los Aznar con los tres volúmenes que me regalé a mi mismo en navidad (a saber, del 3 al 5). Supongo que me los leeré seguiditos para luego dar a la saga el oportuno descanso hasta que me compre otros tres en la siguiente navidad.

Este tercer volumen consta, al contrario que los anteriores, de sólo dos novelas cortas. Según se cuanta en las notas se trata de una revisión por parte del autor de las novelas, revisión que en el caso de las incluidas en este volumen se trata de una prácticamente de una reescritura. Así la novela que cerraría esta trilogía, Dos mundos frente a frente, desaparece.

¿Que nos presenta Enguídanos en esta ocasión? La conquista de un imperio es una novela que sigue presentando los mismos defectos que las anteriores: apresuramiento narrativo (todo sucede demasiado rápido) y una prosa recargada y a veces incluso arcaica. Pero precisamente ese apresuramiento, ese querer que todo suceda ya, hace que la novela se vuelva de lectura agradable adictiva (salvando incluso las situaciones a veces excesivamente forzadas). Si hay un defecto argumental en esta novela, algo que para mí supone un fallo de concepto enorme (pero que no sé si se explica más adelante), ese es la supuesta dieta de las criaturas de silicio: ¿criaturas con base de silicio comiendo a otras con base de carbono? Joder, y nosotros comemos arena, sí señor. Supongo que en novelas posteriores tratará de explicar esa soberana metedura de pata, más aún si lo que tengo entre manos son revisiones con textos y tramas mejoradas.

Otro defecto (aunque realmente no lo es, sino una simple necesidad argumental dentro de una arco tan grande), de La conquista de un imperio consiste en su condición de entreacto: se inicia partiendo de una situación extrema por desesperada y concluye con la estabilización en otra mucho más prometedora. Toda la novela se reduce a ese cambio de status de los protagonistas. Ni más ni menos. Como digo, no se trata de un defecto sino de una lógica necesidad argumental, algo que en una novela más extensa hubiera supuesto buena parte del «segundo acto».

Por el contrario con El reino de las tinieblas ya nos encontramos con el arco argumental de nuevo desplegándose. Las cosas suden de manera apresurada, sí (de hecho la acción principal se reduce a días), pero de esta vez con un inicio y un fin de etapa claros: el establecimiento en Redención de la colonia y la eliminación de los competidores. No puedo evitar destacar con un poco de sorna el antropocentrismo tan brutal que demuestra el autor en esta novela: si bien los Aznar buscan el entendimiento y el acuerdo con el resto de seres humanos (y no deja de hacerme gracia la excesiva y forzada convergencia evolutiva entre planetas tan remotos, al punto de que en Redención no sólo hay humanos genéticamente compatible con los de la tierra, sino que además es un criadero de tías jamonas), con los «hombres de silicio» no se realiza ni el menor intento de diálogo. Para ellos sólo cabe el exterminio y la muerte por diferentes. Vamos, quien golpea primero golpea dos veces. Y si del golpe matas al potencial enemigo, pues mejor que mejor.

Pero bueno, no todo tiene porqué ser juego limpio. Y en eso los españoles no nos quedamos atrás. Así que habrá que seguir leyendo las andanzas de estos Aznares. ¿Saldrá algún pendenciero Jose Mari entre ellos?

Valoración: 7

Isaac Asimov – El hombre del bicentenario

Entré de lleno al mundo de la ciencia ficción gracias a Isaac Asimov y su  trilogía de la fundación, en parte debido a una edición cuya portada me llamó la atención. Así empezó mi etapa «asimoviana», devorando todo cuanto encontraba del viejo doctor, con resultados dispares: la trilogía (luego descubrí que en realidad se trataba de una pentalogía) de la Fundación me encantó; las precuelas decididamente no; los cuentos unas veces sí, otras no; novelas sueltas como Némesis o Los robots del amanecer no me hicieron mucha gracia (vale, la de Los robots del amanecer no es una novela sola: pero es que tampoco me agradó la saga en sí de Elijah Baley). Con el paso del tiempo, a medida que descubría otros autores, se me fue calmando la ansiedad por leer más de Asimov.

Años después, con el viejo ya casi olvidado, leí El fin de la eternidad y me dije «nunca más leo algo de este señor».

Pero hete aquí que en la pila encontré esta recopilación de cuentos y me dije «habrá que darle otra oportunidad al viejo doctor». Alguno de los relatos ya los había leído hacía mucho, como el que abre la antología («Intuición femenina») y el que da título al volumen, con lo que pensé que se merecía la oportunidad.

¿Resultado de la lectura? Pues que, sin lugar a dudas, ya no soy fan de Asimov. El doctor pertenece a una época de mi vida literaria que ya ha pasado. Leyendo estas páginas he encontrado demasiadas sombras: «Intuición femenina» me ha parecido tramposo, «Tromba de agua» insulso, «Qué es el hombre» una historia que no se ajusta a la premisa que se supone trata de explicar (el título), «Cuando los santos» es una demostración de que llegado un momento publica sólo por su apellido (aunque escriba basuras como ese relato).

Pero no se reduce todo a sombras: nos encontramos con algunas luces como «La criba» (un relato poseedor de una dureza nada acorde con la línea general del autor), «El hombre del bicentenario» (más directo y menos ñoño que la película) o «Un sistema anticuado» (nada original -de hecho adiviné el resultado a las pocas páginas- pero goza de un aire clásico que me gustó).

Libro con altibajos, que los fans de Asimov disfrutarán; los que ya no formamos parte de ese grupo, pues no tanto.

Valoración: 5

Brian Lumley – Demogorgo

Durante años he estado viendo en las estanterías las Crónicas Necrománticas de este hombre, Brian Lumley, y siempre me han dado un poco de repelús. Algo en ellas me decía que la calidad de los textos no iba a ser precisamente buena. Pero cuando hace unos años vi este libro de salto por dos duros dije «¿por qué no?», y lo compré.

Ahora que lo he leído he de confirmar mis primeras, e injustificadas, impresiones: la calidad no encaja ni de lejos con los mínimos que suelo exigir. Se puede describir Demogorgo como una novela adolescente poseedora de la calidad justa como para que un editor mediocre la publique. O eso o una novelización de una campaña de La Llamada de Cthulhu, una campaña no muy buena, ya sea dicho de paso (entre cómica y ridícula).

De hecho la resolución de la primera escena da un poco vergüenza ajena. La novela prosigue presentándonos los diversos protagonistas, a cual más vacío y tópico. A medida que lo he ido leyendo se me hacía más y más claro que lo que tenía entre las manos era un juego de rol novelizado, una partida larga y no muy divertida pasado a formato de libro. Y esa impresión final se ha convertido en realidad al leer el final (el primer final, para ser más exacto): el colmo del ridículo, lo patético y lo vergonzante. Una paliza habría que darle al editor por permitir que se publique eso.

No puedo decir que leer este libro significa una pérdida de tiempo: muy al contrario, dado que no conocía al autor este libro me ha servido como aviso para no volver a leer más de él. Además, por fortuna, la tarea de acabármelo no me ha llevado prácticamente nada.

A por el siguiente.

Valoración: 3

PD: escribiendo esto he recordado que Lumley tiene varias novelas ambientadas en Los Mitos. A ver si a través de nuestro señor Cthulhu este tío va a recibir una segunda oportunidad…

Jack London – El lobo de mar

Hola culebras.

Supongo que alguno estará por ahí, aunque Google quiera evitarlo. Y si no la verdad es que poco importa: ellos se pierden mis sabias palabras 😛

De nuevo descubro un autor, que en esta ocasión se trata de todo un clásico en la literatura de aventuras: Jack London. Sobre todo conocido por sus libros Colmillo blanco y La llamada de lo salvaje, gran parte de su obra se basa en la propia experiencia.

El libro que he leído, El lobo de mar, sin duda alguna algo de personal debe tener dado que con la edad de diecisiete años se embarcó en un barco con el mismo destino que el Fantasma, Japón. Ignoro si también se dedicó ese barco a la caza de foca, pero con toda seguridad en la travesía debió entrar en contacto directa o indirectamente con el mundo retratado en el libro.

Pero vayamos a que nos importa: el libro. Nos encontramos ante un relato de aventuras, una narración en la que el personaje protagonista se puede decir que sólo es testigo de lo que sucede, constituyendo el auténtico centro de la historia ese lobo de mar que moldea a sus hombres como si de figuras de barro se tratara. Un personaje brutal al que resulta imposible coger cariño, ni siquiera en el duro final. Las aventuras se disfrutan aunque el interés sufre altibajos (ni de lejos nos encontramos ante historias tan adictivas como las de Gordon Pym o Jim Hawkins, por poner dos ejemplos), pero en general se hacen agradables… salvando los surrealistas diálogos que mantienen el protagonista y Larsen. Esas conversaciones quedan por completo fuera de lugar, recordándome ese bodrio que es La delgada línea roja, con sus soldados poetas. Se peude obligar al lector a entrar en la suspensión de credulidad, pero otra muy diferente es poner a un lobo de mar como un filósofo materialista y fatalista, y peor aun suponer que en un ambiente tan duro como la cubierta de un baro gobernado por el terror se llegue a debatir la naturaleza del alma humana, de la inmortalidad y de la esencia del hombre. Salvando este gran pero la novela se hace agradable.

O quizá tenga que decir que la lectura hubiera debido ser agradable: he sufrido una horrible edición, con una traducción pésima (tanto que no aparece indicado el traductor por ningún sitio). Sin duda ello ha contribuido a que no disfrute de la obra tal y como una buena labor editorial podría haber logrado.

Datos de esta edición:

Editorial Akai

ISBN: 84-7600-146-0

Evitar a toda costa si quieres disfrutar de la lectura de El lobo de mar. A veces los saldos los pagas de manera muy cara.

Valoración final: 6