Hola, culebras.
Retomo la lectura de la saga de los Aznar con los tres volúmenes que me regalé a mi mismo en navidad (a saber, del 3 al 5). Supongo que me los leeré seguiditos para luego dar a la saga el oportuno descanso hasta que me compre otros tres en la siguiente navidad.
Este tercer volumen consta, al contrario que los anteriores, de sólo dos novelas cortas. Según se cuanta en las notas se trata de una revisión por parte del autor de las novelas, revisión que en el caso de las incluidas en este volumen se trata de una prácticamente de una reescritura. Así la novela que cerraría esta trilogía, Dos mundos frente a frente, desaparece.
¿Que nos presenta Enguídanos en esta ocasión? La conquista de un imperio es una novela que sigue presentando los mismos defectos que las anteriores: apresuramiento narrativo (todo sucede demasiado rápido) y una prosa recargada y a veces incluso arcaica. Pero precisamente ese apresuramiento, ese querer que todo suceda ya, hace que la novela se vuelva de lectura agradable adictiva (salvando incluso las situaciones a veces excesivamente forzadas). Si hay un defecto argumental en esta novela, algo que para mí supone un fallo de concepto enorme (pero que no sé si se explica más adelante), ese es la supuesta dieta de las criaturas de silicio: ¿criaturas con base de silicio comiendo a otras con base de carbono? Joder, y nosotros comemos arena, sí señor. Supongo que en novelas posteriores tratará de explicar esa soberana metedura de pata, más aún si lo que tengo entre manos son revisiones con textos y tramas mejoradas.
Otro defecto (aunque realmente no lo es, sino una simple necesidad argumental dentro de una arco tan grande), de La conquista de un imperio consiste en su condición de entreacto: se inicia partiendo de una situación extrema por desesperada y concluye con la estabilización en otra mucho más prometedora. Toda la novela se reduce a ese cambio de status de los protagonistas. Ni más ni menos. Como digo, no se trata de un defecto sino de una lógica necesidad argumental, algo que en una novela más extensa hubiera supuesto buena parte del «segundo acto».
Por el contrario con El reino de las tinieblas ya nos encontramos con el arco argumental de nuevo desplegándose. Las cosas suden de manera apresurada, sí (de hecho la acción principal se reduce a días), pero de esta vez con un inicio y un fin de etapa claros: el establecimiento en Redención de la colonia y la eliminación de los competidores. No puedo evitar destacar con un poco de sorna el antropocentrismo tan brutal que demuestra el autor en esta novela: si bien los Aznar buscan el entendimiento y el acuerdo con el resto de seres humanos (y no deja de hacerme gracia la excesiva y forzada convergencia evolutiva entre planetas tan remotos, al punto de que en Redención no sólo hay humanos genéticamente compatible con los de la tierra, sino que además es un criadero de tías jamonas), con los «hombres de silicio» no se realiza ni el menor intento de diálogo. Para ellos sólo cabe el exterminio y la muerte por diferentes. Vamos, quien golpea primero golpea dos veces. Y si del golpe matas al potencial enemigo, pues mejor que mejor.
Pero bueno, no todo tiene porqué ser juego limpio. Y en eso los españoles no nos quedamos atrás. Así que habrá que seguir leyendo las andanzas de estos Aznares. ¿Saldrá algún pendenciero Jose Mari entre ellos?
Valoración: 7