Archivo mensual: febrero 2010

txisko.com ha sido baneado de google

Hola, culebras.

Lo de ‘hola’ es por decir algo, ya que puede que nadie lea esto 😛 Tal y como indica el título de esta entrada, los señores de Google han decidido que esta web (y junto a ella mi nombre oficial y mi mote) no debe aparecer en sus listados tal y como antes aparecía, en los primeros puestos de las respectivas búsquedas. O eso o una conspiración judeomasónica intenta hacer aun más gris mi vida, volviéndome ya por completo invisible en esto de internet.

Hace unas semanas atrás (a lo sumo tres) que me llevo fijando en que las estadísticas de acceso al sitio han bajado en picado. A ver, no es que hubiera muchos accesos (al fin y al cabo este sitio no es nada más que un humilde blog personal), pero es que se habían reducido prácticamente a cero patatero. Hoy me he acordado de mirarlo de nuevo y he comprobado sin lugar a dudas que el dominio raíz, txisko.com, ha sido sacado de google. Aun se mantienen los subdominios, pero lo que se refiere a búsquedas por mi nombre ya mi dominio no aparece por ningún sitio: estoy totalmente borrado.

Antes ponía en google ‘txisko‘, ‘francisco ruiz fernández‘ o incluso sólo ‘francisco ruiz‘ y aparecía el primero. Había otras palabras con las que también salía en la primera página, como ‘carrefouronline‘, por ejemplo, o ‘seur carrefour‘ y ‘timo red6000 navidad‘.

Esto ya no es así: ahora ni aparezco. Desapareció mi web en lo que se refiere a Google (no sé porqué pero uno de las escasas apariciones que hay de mi web aun en los resultados de Google es la de ‘txisko.com/tag/navidad/‘).

Acompaño unas tristes capturas de pantalla a modo de ‘prueba’, si se puede decir eso, de que ya no existo.

'francisco ruiz'

Aviso: Si alguno pretende encontrarme en la calle de Talisio, Madrid, lo lleva crudo 😉

'francisco ruiz fernandez'

Realmente me intriga qué narices habrá en la calle Talisio con mi nombre. No, no usaré Google para descubrirlo.

'txisko'

Después de años lo consiguió: el restaurante de El ciego consigue estar en cabeza de la búsqueda por ‘txisko’. Que no espere que le felicite si él es el culpable de mi defenestracion de Google. No sé si poner un esmaili de coña 😛 , uno de enfado }:-|, uno de tristeza 🙁 o de qué. O nada.

He rellenado el formulario de Google para añadir el sitio a sus sistemas, pero la verdad es que no tengo mucha fe en que sirva de algo. Si, tal y como me temo, la situación no se repara tendré que aguantarme y convertirme en un fantasma internetero (o googlero, que se puede decir que es lo mismo).

Voy a ir practicando el ulular lastimero y fantasmagórico. ¡Uuuuuuuuuuuhhhhhhhhh! ¿Qué tal? ¿Bien?

Chao…

PD: Hay que joderse con las preocupaciones que tiene uno…

PD 2: Me he dado de alta en las herramientas de webmaster de Google, aplicándolo a este dominio, y lo confirmo: para Google, de mi dominio raíz, sólo existe la dirección txisko.com/tag/navidad/. Y para él no existen ni feeds ni leches. Sólo el tag de navidad. He comprobado que no sé porqué el archivo de robots estaba vacío. ¿Puede eso ocurrir así porque sí? Me mosquea porque no recuerdo haberlo tocado en años, y juraría que lo dejé activo para todos los buscadores. ¿El hosting me la ha jugado machacando el viejo? Lo veo muy extraño…

De todas maneras a saber qué cojones han hecho en Google con el resto del dominio. Buscaré alguna manera de hablar con ellos para que me lo expliquen.

Las españas capturadas en Google Reader

Hola, culebras.

Otra muestra de las chorrocientas españas

Esto de al lado me lo encontré ayer mientras leía el gReader. Se trata de una maravillosa y sintomática muestra de la situación estúpida, surrealista y balcánica de este país, una tierra que realmente ya nadie puede llamar ‘suyo’ sin miedo a recibir ladridos desde alguna oscura esquina.

Mientras unos (el nuevo poder en uno de los dos territorios más ‘quiero ir a mi bola’) intentan que la realidad lingüística se ajuste a la puta-olvidada-y-recordada-según-venga-en-gana, otros (aquellos cuyo gentilicio allende este país ha sido sinónimo tanto de ‘lo nacional’ como de palurdo y estúpido) se ofenden por el uso en sus cortes de la supuesta lengua común.

Este país de la pandereta dentro de unos años, Cthulhu mediante, se convertirá en una panda de reinecillos taifas: algunos harán de madera (triste y llena de añoranza), otros de tripa (el quiero pero no puedo hacer el ruido de antes), unos pocos de grapas (luchando por volver a aglutinar lo que ya no se puede aglutinar) y el resto de escandalosas chapas (dispuestas a seguir con la juerga que nunca dejaron sea como sea).

¡Imperium fail!

Y que yo lo vea.

Humanos, asquerosos humanos…

Neil Gaiman – Objetos frágiles

Compré este libro hace menos de un mes por puro impulso: supongo que se sumó el bajo precio del libro y la posibilidad de conocer un autor nuevo para mí (dotado de relativa fama, ganador de varios premios e idolatrado por parte de la comunidad del cómic). Sea por lo que fuere, lo compré y -más raro aun- lo empecé leer a los pocos días, saltándome todo lo que había en la pila desde hace años. El volumen consiste en una compilación de relatos cortos, mi estilo favorito, lo que lo hacía así de antemano atractivo y de presumible fácil lectura. Sin duda esos factores me animaron aún más a tomarlo entre manos.

Lamentablemente el resultado de la lectura de este Objetos frágiles ha resultado pobre, muy pobre. Neil Gaiman me recuerda en parte a Stephen King, llenando sus historias de detalles y anécdotas que dan profundidad a sus personajes. Pero, al contrario que King, Gaiman se queda ahí: no narra historias, limitándose a recrear situaciones. Juega con atmósferas, da pinceladas de tramas, pero nada más: me da la impresión de que sus relatos se limitan a un muy bien ornamentado marco, pero sin la pintura del centro. La marquetería es una muy digna profesión, pudiendo crear verdaderas obras de arte, pero un marco preciosista no justifica la ausencia del cuadro. Gaiman no pinta cuadros; a lo sumo da un par pinceladas y deja al lector ahí, esperando más. Y eso cuando directamente no cierra la historia a las bravas, como en el injustamente premiado ‘Estudio en esmeralda’ (una nueva demostración de lo basuriles que son muchos premios de estos). Para mí, Gaiman representa el perfecto ejemplo de que la forma no lo es todo: forma sin fondo no sirve para nada.

No todo es malo en este libro, y tres narraciones merecen salvarse de la quema (en parte porque se trata de historias, cuentan algo): ‘Alimentadores y alimentados’ (clasicista y previsible pero que aun así se disfruta), ‘Goilat’ (gracioso con su toque a lo Dick), ‘El pájaro del sol’ (aventurita con un aire que no sé porqué me hizo recordar a HPL, si bien no tiene nada que ver con él) y ‘El rey de la cañada’ (que no está nada mal, pero que tiene como defecto el que huele demasiado a una mezcla de Moorcock y Barker).

Detalle aparte merece la manera extraña en la que introduce a los personajes en algunas ocasiones, con excesiva brusquedad. Lo he notado en unos cuantos relatos: inicia una escena interactuando el protagonista con alguien y sólo al cabo de varios párrafos dice quién es ese alguien. No me ha gustado nada, pero supongo que se trata una impresión personal.

Intentaré darle una segunda oportunidad con una novela, a ver si mejora, pero no las tengo todas conmigo: habrá que pasar tiempo para que llegue ese segundo intento.

Valoración final: 4.

Alfred Bester – Las estrellas mi destino

Hola, culebras.

Un hombre humilde que sufre una traición, la soledad y el abandono. La impotencia ante un destino cruel que no se merece. La oscuridad. Sentirse manejado por personas que encarnan poderes más allá de su comprensión. Un encarcelamiento injusto en una mazmorra y bajo unas condiciones inhumanas. Un inesperado compañero que sirve de apoyo a nuestro protagonista a lo largo de esa nueva prueba. Una huida a través del agua (con un inconfundible simbolismo iniciático) hacia una inmensa fortuna que le aguarda, escondida. La aparición triunfal de un personaje histriónico, dilapidando lujo y extravagancia, ampulosidad y misterio. El nuevo bufón de la corte aparece en… pues no, no se trata de París.

Porque no estoy describiendo de la primera parte de El Conde de Montecristo, el inmortal clásico de Alejandro Dumas. No, señores: este argumento que apunta a plagio descarado pertenece a la primera mitad (ojo, que hablo de toda la primera mitad del libro) de Las estrellas mi destino, el clásico de Alfred Bester, el supuesto referente o revulsivo de la ciencia ficción de los cincuenta… que en el fondo no de deja de ser un plagio a un clásico decimonónico. Eso demuestra lo digna de confianza que es la crítica ‘estándar’, tanto americana como no americana. Han ensalzado a eso. Si este plagio se merece el calificativo de clásico de la cifi, que venga Cthulhu y devore las almas de quienes lo defienden.

En definitiva, nos encontramos ente un libro de lectura inevitable para detestar la crítica profesional, para seguir yendo por libre, sin implicarse en ese mundillo cerrado y endogámico que responde al nombre de ‘fandom’ (mundillo en el que, como en el de los negocios, hay demasiado de ‘yo te como el rabo si tú me lo comes a mí’ con el simple objetivo de subir, de crecer. En resumidas cuentas: humanos).

Por lo demás, si quieres leer un libro basado en la idea de la evolución de un personaje, de la nada al todo, mejor aprovecha tu tiempo en la novelita de Farmer El hacedor de universos. Al menos de Farmer se sabe que siempre fue un gamberro, un iconoclasta y plagiador/homenajeador.

Eso sí, todo esto sólo hablando del tema del plagio, ya que dentro de la novela hay fallos argumentales (como el escandaloso de ‘la aparición’ y explicación del jaunteo) que son para darle de gorrazos al autor por tratar de subnormales a los lectores. Pero ponerme a hablar de ellos significaría dedicarle más tiempo y esfuerzo del que se merece este enorme chasco. Menos mal que me lo he leído en muy poco tiempo, con lo que ya mismo me pongo con otro para intentar quitarme el mal sabor de boca. ¿O abría que decir mal sabor de ojos? 😛

Adiós.

Mi respuesta a Buzz de Google.

Hola, ofidios.

Entrar en gmail, desplegar la pestaña de ‘más etiquetas’, ir a la sección ‘Etiquetas del sistema’ y en la línea de Buzz pulsar ‘ocultar’. Por supuesto, no darse de alta en ningún momento. Feisbuc, Tuiter y demás chorradas pierde-tiempo para otro.

De nada.

Páncreas artificial: cada vez más cerca.

Hola, ofidios.

Acabo de leer vía menéame  esta noticia: exitoso páncreas artificial para diabetes. Quien me conozca sabe que la diabetes es un tema que me toca muy de cerca. Todos los avances en la investigación de esa demasiado común enfermedad (y cuyo número de afectados no para de crecer) me parecen pocos: células madre, trasplantes de islotes pancreáticos, sistemas artificiales… toda investigaciónpara combatir esta nueva plaga me parecen poca.

Por eso el leer esta noticia me llena de alegría. No sólo por lo que me toca, sino por que les tocará al resto de afectados, actuales y futuros. Durante años hemos oído eso de ‘en diez años se habrá hallado la cura’. El tiempo pasa, los diez se convierten en quince, veinte, y no llega la dichosa solución. Mientras hay que pasar noches preocupados de que no sucedan bajadas de glucosa; mientras hay que desesperarse/cabrearse/tragarse la impotencia cuando lees un 200 o un 300 en el glucómetro; mientras hay que irse con miedo al trabajo sabiendo que has dejado a la niña con unos números bajos y esperando que el desayuno la haga efecto y así evitar que le dé un bajón en el colegio (donde por supuesto no hay ni enfermera, ni médico ni nada); mientras hay que negarle a una niña cosas tan simples como un vaso de zumo en la merienda. Mientras, mientras, mientras.

Espero poder escuchar al endocrino decir que ese mecanismo está ya disponible para nosotros. Sin duda ese sería un día muy feliz.

Un saludo.

PD: Mientras, a los que se niegan a que se investigue y experimente en estos temas (todo en nombre su moralidad, o su religión, u otras excusas a cual más vacía de sentido), sólo les deseo que sus seres queridos sufran de estos mismos males. Y que entonces se jodan y se sigan negando a buscar una solución. Sinceramente se lo deseo, de corazón.

David Brin – Tierra

Hola, culebras.

Lo último que leí de David Brin fue La rebelión de los pupilos, una historia ñoña y menor. Ahora le toca a Tierra, un mazacote que empecé a leer hace casi nueve años. Bueno, para ser sincero no puedo decir que lo empecé: sólo leí las primeras dos páginas y lo dejé debido a su peso (estábamos en verano y no estaba el tiempo para ir cargando con lastre).

¿Qué se puede decir de este Tierra? Pues que, a grandes rasgos, consiste en mezclar Todos sobre Zanzibar con una trama ciberpum. Sí, puede sonar a descripción sesgada y maniquea, pero no falta a la verdad. Mezclamos los ingredientes de la novela: como ingrediente básico unos rollos en plan grin-pís catastrofitas/buenrollistas, a manera de aglutinador un concepto de red ligeramente relacionado con el de Gibson; aderecemos todo ello con un poco de hard (la presencia de ‘beta’) y unas pizcas de magufada (la cavitrónica, el concepto de gazer [que literalmente se le va de las manos a medida que la novela avanza] y la basura global del final). Mezclamos los ingredientes con páginas y páginas de paja, un exceso de personajes (que por más que hable de ellos no acaban de quedar creíbles, y alguno de ellos directamente sobra, como el trío de babuinos-humano y su maestra, o el los críos gilipollas pobretones, o el ‘ingeniero indígena papú que regresa a la jungla de sus antepasados’) y no sale este mostrenco de más de seiscientas páginas.

Seiscientas páginas para contar algo que en la mitad de extensión se hubiera contado sin problemas. Seiscientas páginas de las cuales algunas directamente me las he leído por encima y rápido (buena parte de los textos de los personajes antes citados). Seiscientas páginas que van entre las ganas de saber qué pasa con ‘beta’ (los episodios hard sin duda constituyen lo mejor del libro) y el más soberano desinterés. Y todo ello finalizado con una horrible escena de diálogo por la que dan ganas de matar al autor: vaya manera de revolverse en el barro.

No, definitivamente Brin no es Benford ni Bear. Por mucho que se hable de ‘las tres Bs’, no señores, no: hay diferencias, grandes diferencias.

Como se puede deducir, no puedo describir a Tierra como un libro muy recomendable: no es un duerme ovejas pero apunta maneras.

Un saludo.