David Mitchell – El atlas de las nubes

Hola, culebras.

Puf. Más de un mes desde la anterior entrada. Cosas de mi síndrome de velocidad de lectura decreciente.

Descubrí El atlas de las nubes (David Mitchell) a través de una sesión de cine nocturna: llegué a casa y cambiando de canales me encontré con una película ya empezada. Me puse a verla, aunque la información del canal decía que ya había avanzado en sus ¾ partes. Pese a ello lo que vi me llamó la atención, más que nada porque no pude hilvanar un argumento: parecía un batiburrillo de historias, cada una de su padre y de su madre y en tiempos muy separados. La peli acabó y me quedé con cara de tonto, sin saber lo que había visto.

Hasta que bastante después me encontré con este libro. Al parecer la crítica lo describía como todo un nuevo clásico, una obra enorme y de gran riqueza.

Bien, ya lo he leído. ¿Y?

De entrada voy a hablar del estilo. O mejor dicho del arte de escribir que demuestra David Mitchell. Leerle resulta un placer casi inenarrable :P, sobre todo si se compara con el estilo torpe de Brunner (sí, novedoso y transgresor en su momento con esa manera de dividir la novela, y el concepto de novela río de implacable efectividad. Pero insisto, en cuanto a estilo –lirismo, o poder evocador– a Brunner sólo se puede describir como muy limitado). Allí donde el americano no destaca con las descripciones o el lirismo Mitchell apabulla. Así de sencillo: hay secciones de un gusto romántico (sobre todo las de los dos primeros protagonistas) cuya lectura resulta una delicia. Por desgracia ese estilo casi lujurioso se va perdiendo a medida que la novela avanza: el corte en la sección de Luisa Rey sólo se puede describir como radical. Luego regresado un poco con Timothy, para acabar convirtiéndose en uno plano por momentos en el caso de Somni y directamente (sí, he soltado uno) artificioso en Zachry. El estilo del libro se vuelve más y más pesado, aburrido, a medida que avanzaba, coincidiendo con esos cambios de narrador. ¿Acaso quiere el autor volver anodino el libro de manera premeditada? O a lo mejor todo se debe a que mis gustos por un estilo literario ya en desuso.

De una manera u otra ese cambio en el estilo ha afectado a mi lectura (eso y al sufrir una operación entre medias). Por alguna razón, a saber si como efectos de la droga (léase efectos euforizantes de la anestesia) he encontrado mucho más interesante e instructivo agarrar Fundamentos de física, de Richard Wolfson y Andrew F. Rex, que retomar el libro de Mitchell. Pero al final me he obligado a acabar con El atlas. Y en esto ya entro en harina y hablo del fondo del libro.

Yo, tonto de mí, pensaba que a lo largo de la narración las tramas se iban a entrelazar, a formar un todo. Incluso en un principio se me ocurrió que se trataría de una narración circular, enlazando la narración de Adam con la Zachry a través de algún efecto de viaje en el tiempo o similar (cosas de intentar ver relaciones entre los Moriori y la tribu de Zachry). Pero no. Nada de nada. La reiterada alusión a cierto antojo, ni la repetición de ‘el mapa de las nubes’ como concepto/creación, no sirven para unificar el texto. Las seis narraciones se convierten en historias autoconcluyentes e independientes con una muy leve relación entre sí. ¿Se trata de la historia de la evolución de una única alma a través de varias ‘reencarnaciones’? ¿Quizá de mostrarnos la evolución del concepto de rebeldía y anhelo de justicia, desde la torpe e inocente actitud de Adam a la involuntaria pero activa de Somni? De ser eso, ¿entonces qué sentido tiene el epílogo de Zachry, un ejemplo de involución en lo relativo a los personajes? ¿O el caso de Timothy, una especie de sainete con un final muy inglés? Además ¿evolución del alma? Pero si Somni es el enésimo fruto de un experimento genético, algo por completo ajeno al concepto de alma, y que como mucho tiene algo que ver con el tema de fondo de Un mundo feliz de Huxley.

En algún lugar leí un comentario de alguien que decía se trataba de seis novelas independientes que el autor logró engarzar y sacó con ellas este El atlas de las nubes. Cada vez que pienso estoy más convencido de lo acerado de ese comentario. El atlas de las nubes empieza y te lleva en un viaje por momentos delicioso –por momentos soporífero– hacia ninguna parte concreta. El crecimiento de esa alma se resume en un fracaso de nombre Zachry. ¿Eso pretende decir el autor, que todos los esfuerzos por mejorar pueden acabar arrasados por los maoríes de turno? Muchas páginas para eso, creo yo.

Dé que no se trata de una colección de relatos pero voy a dar puntuaciones independientes a cada historia:

  1. El diario de Adam Ewing: 7. Buen arranque (historia de corte decimonónico en formato diario, algo muy a mi gusto), pero decae con un final demasiado descompensado. Un final, además, reventado por otro de los protagonistas del libro. Me tiré un buen tiempo diciéndome eso de ‘que no sea, que no sea, que no sea’.
  2. Las cartas de Robert Frobisher: 8. La mejor narración, tanto en cuanto a estilo como a fondo. De nuevo el estilo diario me parece un acierto.
  3. La investigación de Luisa Rey: 6. El género negro nunca me ha gustado, y este texto no se escapa a ello. Estilo plano y aburrido en plan “vamos pa’lante”.
  4. La movidilla de Timothy Cavendish: 5. Si la parte inicial se me ha hecho algo curiosa por lo de la terraza y la manera de componer al protagonista, luego decae en una aventurilla de extrarradio. Supongo que la dosis de crítica (algo errantica) al sistema inglés a un nativo le dirá algo; a mí no. El texto acaba en un sainete senil. Poco antes de ese momento empecé a ver la película.
  5. El descubrimiento de Somni: 7. Una especie de sí pero no. La distopía con matices orwellianos y de Neal Stephenson (con mucha sorna en lo relativo a la elección del lugar, Corea) avanza sin mucha gracia, nada que ver con la narración de Robert. Y es que el ciberpum de conspiraciones (como hijo de la novela negra) no me atrae casi A mi entender resultan más interesantes las descripciones del mundo, junto a lo que se deduce de sus detalles, y la sociopolítica de fondo que la propia historia de Somni.
  6. Las andanzas de Zachry: 6. La debacle en cuanto a argumento. Si con Somni parecía conseguirse ‘algo’, al menos en lo relativo a trasfondo social, luego llega este escenario y lo tira todo por los suelos. Con esta narración queda claro que la evolución de personajes (observador crítico – rebelde creativo – rebelde divulgativo – revolucionario de geriátrico – revolucionario social) no ha valido para nada y nos vemos arrojados a un círculo. No se trata de una relación directa con los Moriori pero algo hay de ello. Un anticlímax en toda regla. El lenguaje degradado acentúa la degeneración de la historia, sumergiéndonos en un ‘todos estos esfuerzos para nada’. Triste y duro, lo que no estaría mal de no ser porque se me hace demasiado largo, así como por momentos aburrido y artificioso. ¿A qué me refiero? A la visión y la ‘presencia’ del diablo: me sobran y sólo sirven para alargar una historia que podía quedar con facilidad en la mitad de palabras.

Todo eso da una media de 6,5.

Quiero incidir en un detalle: el antojo. Con él el autor creo que intenta dar a entender que sucede una especie de reencarnación, a través de la cual evoluciona ‘el alma del protagonista’, el auténtico eje de la novela. Pero la idea de una evolución más o menos lineal del alma se la carga el propio autor cuando le empiezan a explicar a Somni el motivo de su existencia. Sin ella ¿qué nos queda? Pues lo que dijo alguien: un sexteto de relatos independientes reescritos de tal manera que con detalles incidentales hacen un apaño de historia común.

En definitiva, como fix up no está mal, pero dista mucho de la perfección… y de resultar tan entretenido como otros que ahora mismo me vienen a la cabeza. ¿Película de esto? En serio, cada vez entiendo menos ese mundillo de los editores/productores, y en base a qué toman las decisiones.

Chao.

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