Archivos de la categoría Libros

El VICIO, con mayúsculas.

Iain M. Banks – Pensad en Flebas

Hola, culebrillas.

Hace unos años leí de Banks La fábrica de avispas, que me dejó realmente muy satisfecho (y eso que me esperaba una historia de ciencia ficción y me encontré con algo que no tenía nada que ver con ella). Ahora no ha habido confusión alguna: buscaba cifi y eso encontré. Pesad en Flebas es el primer título de la saga de la Cultura, una serie de libros que gozó de gran aceptación en su día. Pero tras leer no acabo de comprender la fama del libro: una sucesión de aventuras, excesivamente hinchadas, que se suceden a lo largo de una novela a mi entender excesivamente extensa. Le sobran páginas, vamos.

Los protagonistas no acaban de tener una química, pero tampoco supone un problema dada la naturaleza fluctuante y por fuerza inestable de Horza y la presumible (aunque no descrita del todo) de Baldeva. La aparición de los mercenarios aporta algunos momentos cómicos y/o patéticos (si bien no sé hasta que punto el autor pretendió hacerlos así), pero decaen a medida que avanza la novela, hasta llegar al ‘momento Cristal‘, totalmente vergonzante. Existen tres pequeños interludios que no sólo no aportan nada, sino que sin lugar a dudas tienen como única intención hinchar el libro. A eso se le suma un final descuidado y truncado, que demuestra que el autor no supo cómo atar el lío que había montado él mismo.

El texto tiene unos cuantos momentos onanistas (la descripción del orbital, el megabarco, la VGS, los apéndices), en los que el autor sin duda se regodea en lo que describe -de nuevo tengo que decir que eso no es un defecto en sí, siempre y cuando tenga su medida y no se apodere de la narración-. La parte del orbital recuerda demasiado a un Mundo anillo (otro libro que me defraudó; aguarda a una próxima relectura, a ver qué pasa), pero bastante más desaliñado y desnudo. En general la lectura me ha dejado una intensa sensación de chasco, si bien no tan intensa como la de Las estrellas mi destino.

Tengo en le pila El jugador, pero me da que va a seguir ahí unos cuantos meses… o años.

La nota que se lleva es un seis, y mucho me parece.

Chau.

P.D.: ¿Pensad en Flebas?  ¿Consider Flebas? Aún no comprendo ni el nombre de la novela ni el de ese último capítulo. ¿Qué cojones es Flebas?

Robert E. Howard – Conan el Guerrero

Hola, ofidios.

Realmente es un gusto leer los relatos de Conan, historias de fantasía sincera y directa, alejada de pretensiones. En esta ocasión, además, las historias e incluídas en este Conan el Guerrero surgen de la pluma del propio creador del personaje, con lo que nos encontramos ante un Conan tal y como lo ideó Howard. Por supuesto eso supone un aliciente más a la lectura.

¿Y qué nos encontramos? De entrada una historia magnífica: ‘Clavos Rojos’. Esta historia nos sumerge en un escenario extraño, decadente y oscuro, con una atmósfera llena de velada amenaza. Casi se diría que con tintes de Lovecraft. No diré más de ella, sólo que (salvando algunas incoherencias) se disfruta de cabo a rabo.

‘Los dientes de Gwauhlur’, por el contrario, nos saca de los interiores decrépitos de una ciudad mastodóntica a la jungla y a unas ruinas en ellas. El relato es un poco más flojo, si bien encaja a la perfección dentro del estándar de la obra de Howard: acción, chicas, magia y muerte.

‘Más allá del río Negro’ quizá suponga el relato más flojo de los tres, si bien tiene el interés de ver una faceta humana del salvaje, sobre todo al final de la historia. Cambiamos pictos por indios, Conan y su compañero por vaqueros y los aquilonios por el ejercito yanqui y tenemos un buen relato del oeste. Entretenido.

Así dicho todo casi parece que el libro decae y que se acaba con cierta desgana, algo que realmente no sucede gracias a que en ningún momento deja de ser ameno.

Puntuación: un justo siete.

Stephen Hawking – Brevísima historia del tiempo

Hola, culebras.

Hace ya años me compré y leí la versión inicial de este libro de Stephen Hawking, Historia del tiempo. Pero lo perdí y, cuando vi recientemente la oportunidad de que me prestaran esta nueva versión no lo dudé.

Brevísima historia del tiempo en principio se trata de una revisión de la anterior, actualizada a los nuevos descubrimientos realizados en los casi veinte años transcurridos entre ambos libros. Tengo un buen recuerdo del primero, que servía de magnífica introducción a una de las dos únicas ciencias verdaderas, la física (la otra, por supuesto, es la matemática; el resto son derivados o abstracciones de éstas , o bien se trata de disciplinas experimentales). Sin embargo de este otro… hay que decir que no: algo falla en él. Sí, lo adornan de dibujitos, pero por desgracia la mayoría de las veces no aportan absolutamente nada al texto (a veces incluso molestando). La edición que me han dejado, del Círculo de Lectores, resulta poco menos que nefasta, con ese aspecto infantilóide que hace que la mitad de la página se use como margen, además de la injustificada y muy de la casa tapa dura, que vuelve lo que bien pudiera ser un buen libro de mano en un mostrenco casi inmanejable (sobre todo para el poco texto que contiene).

En cuanto al contenido en sí se habla muy por encima de muchos conceptos básico de ciencia, tan de refilón que muchas veces parece que uno atiende al sermón de un cura que narra los misterios de la religión, misterios no discutibles y por tanto no cuestionables. Ósea, el autor pide que tengamos fe en lo que dice. Ese defecto supone un gran lastre a mi entender: la ciencia no es fe, sino seguridad. Sí, el libro está dirigido a legos, pero su discurso carente de referencias se sitúa a un mismo nivel de oscurantismo que la Biblia. Una simple relación de lecturas para quien desee curiosear más en los múltiples conceptos de que se habla le habrían dado más credibilidad al libro (vale, eso lo puede hacer cualquiera con un poco de interés, pero no cuesta nada al autor y al editor el seguir la doctrina científica de añadir bibliografía a los textos). En la última sección del texto se centra bastante en la teoría (o teorías) de cuerdas, y ya se embarra de manera definitiva: la teoría de cuerdas es complicada, pero explicada sólo con palabras ‘mundanas’ resulta ya casa inmanejable.

Ya para acabar, y que me perdonen los físicos y los matemáticos, me ha chirriado horriblemente la sección en la que se habla de la renormalización en el caso del cálculo de energía de partículas virtuales (capítulo 11). Eso de decir que se ‘eliminan infinitos absurdos’ me suena a decir que ∞ – ∞ = 0 (vamos, la típica burrada de instituto). Supongo que explicar la renormalización en palabras cotidianas resultará imposible, pero tal y como lo expresa en el libro más que ayudar, entorpece (y seguro que añadir una pequeña bibliografía sobre esto tampoco ayudaría, lo admito, si esa se limita a libros de álgebra 😛 ).

Bueno, no voy a decir nada más. Simplemente la nota: un seis flojillo. Una pena por esa cuarta parte final del libro y ese aire de discurso basado en la fe, que no ayuda a diferenciar ciencia de religión.

Aaaaaaaaaaaaadiós.

Frederik Pohl – Mineros del Oort

Hola, culebras.

Otro Pohl a mis espaldas, y van… muchos, van muchos (sin quererlo ni beberlo se ha convertido uno de los autores de cifi que más he leído; y con más altibajos, todo sea dicho). Pero este Mineros del Oort no lo recordaré precisamente bien. Bastante con que lo pueda recordar, dado lo mediocre que me ha parecido: una novela ‘de academia‘, pero que no llega a nada concreto. Casi se puede decir que se trata de un coitus interruptus literario, dejando demasiado en el aire. El protagonista medio lelo (con un lavado de cerebro de primera), un entorno socio político que se reduce a un esbozo, unos interludios supuestamente didácticos que rompen el rimo, unos secundarios que se reducen a simples esbozos. Pero es que con un libro tan cortito (no llega a las 350 páginas) con tanto trasfondo que describir y la cantidad de personajes que pasan por él no se puede pedir mucho.

Si algo bueno tiene el libro es que, años después de ‘su tiempo’, me ha picado la curiosidad como para leerme la trilogía de Marte de Robinson. Sí, en su momento no me llamaron nada la atención pero las cosas cambian con el tiempo. Y eso que son tres tochos de primera. Ojo, que acumulación de páginas no equivale a calidad (ni de lejos) pero sí a una mayor posibilidad, si se hace bien, de explicar lo que sucede.

Pero no nos perdamos y regresemos a lo que nos centra: el libro de Pohl. Que no merece más cometario 😛 Se lleva un cuatro y contento.

Adiós.

Clive Barker – Imajica I y II

Hola, ofidios.

Hace mucho, quizá demasiado, que no regresaba a Clive Barker. Así que cuando vi en una tienda estos dos volúmenes de Imajica no pude reprimir la tentación y me los compré: ni más ni menos que en torno a ochocientas páginas de Barker prometían una magnífica dosis de mezcla de fantasía oscura y terror, todo ello mezclado con esa atmósfera malsana y morbosa que el británico aporta a sus creaciones. La última novela que leí de él, Sortilegio, me encantó y me dejó con ganas de leer más. Ésta era la oportunidad de saciar ese ansia.

Pero joder con este libro: tras leer las ochocientas páginas he de admitir que Imajica es el peor Barker con el que me he encontrado.La novela carece de ritmo… o más bien padece de un ritmo tan lento que casi ni existe (y tan lento es el ritmo que incluso a mí me ha afectado, tardando mucho tiempo en acabar lo dos volúmenes). Ves como las páginas pasan y pasan sin que suceda casi nada, y lo malo es que cuando ocurre algo carece de interés por manido. El protagonista no se hace agradable, pero la verdad es que eso en un autor como Barker no supondría problema alguno de existir una galería de secundarios con carisma y gancho, como es el caso de las Hermanas en Sortilegio. Por desgracia en este Imajica ese tipo de personajes atrayentes no existen, a lo sumo encajaría dentro de ese grupo el penoso Dowd, pero como sombra en comparación a las anteriormente citadas Hermanas. Y tampoco se puede decir que en la novela disfrutemos de escenas memorables: incluso en libros fallidos como El juego de las maldiciones (que por algo es su primera novela) tiene pasajes inolvidables, algo que en este no sucede, a lo sumo el encuentro con Descansito y poco más. Por el contrario, bastantes escenas (el ascenso al glaciar o la visita a la última ciudad) parecen sacadas de un Moorcock cruzado con un flojillo King.

El intento de la novela de suponer un acercamiento a la mitología cristiana, por más que hable de ello el autor en el prefacio, se reduce a tomar un par de nombres (como la Vía Crucis o Cristo) y poco más. Al contrario, tiene más influencia de la new age y rollo hipioso.

En definitiva, se mire por dónde se mire no satisface, Imajica no posee la fuerza de otras obras suyas como Cabal, Hellraiser, Sortilegio o incluso la primeriza El juego de las maldiciones.

Se merece un ramplón 3, y mucho me parece.

A ver si consigo hacerme con El gran espectáculo secreto para redimir a uno de mis autores favoritos.

Un saludo.

David Morrell – Rambo

Hola, ofidios.

Ésta es la última de las reseñas que tenía pendientes, y para tratarse de la última hay que decir que habla de un libro que me ha dejado un muy grato sabor de boca.

De entrada he que decir que el personaje de Rambo (el conocido ya casi universalmente gracias a la pantalla grande) sólo me gusta en la primera película, y éste es el libro en el que se basa. Y, como suele suceder, el libro le de cien mil vueltas a la película: de hecho casi parece otra historia, mucho más intensa, dura y triste.

El libro que nos brinda David Morrell, de lectura muy rápida, te sumerge en unos personajes penosos, patéticos, tanto por sus soledad como por la manera que enfrentan el futuro. Rambo, una víctima inadaptada que en la novela se nos muestra como un máquina de matar mucho más letal que en el filme, un chaval de poco más de veinte años convertido en un monstruo; Teasle, un personaje mucho mejor dibujado en la novela, un desafortunado incapaz de superar una crisis familiar. Ambos personajes se enfrentan defendiendo sus ideas, cada uno tratando de llevar al otro a su camino: el primero con su actitud solitaria y libre, tratando de ‘demostrar’ su libertad; el segundo intentando doblegar al salvaje que irrumpe en su territorio, lo único que le queda como suyo. Entre medias, la naturaleza de una región que engaña al lugareño y que ayuda al forastero oponiendo los roles de cazador y presa.

Magnífica lectura, de la que se hubiera sacado una película mucho mejor de no ser, sin duda, por el ansia de los productores. Este Rambo se merece un indudable ocho.

Chau.

Robert C. Wilson – Darwinia

Hola, culebras.

Darwinia es el primer libro que leo del autor, Robert C. Wilson, y sin duda me ha dejado una sabor agridulce… o mejor dicho ‘dulceagrio’. Me explico: la novela empieza bastante bien, con un escenario y unos acontecimientos puramente lovecraftianos. El primer desembarco supone un claro ejemplo de ello. Esa atmósfera se intensifica en la expedición al interior de la selva, un relato cuya relación con Las montañas de la locura resulta poco menos irrefutable, e incluso me atrevería de decir que bebe también algo de El que susurra en la oscuridad. La tensión y el sentido de la maravilla emulando el espíritu del escritor de Providence queda plasmado de nuevo sin lugar a dudas cuando se adentran en lo que encuentran en el corazón de la selva (no quiero destripar esa parte de la novela, así que no lo digo).

Por desgracia esa tensión, ese buena impresión que deja la lectura se evaporan de una manera brutal y sin sentido cuando el propio autor mete un spoiler brutal del entorno en el que se sumerge la novela (y con un poco de imaginación también de los hechos futuros que van a suceder). Ese spoiler, colocado a modo de inapropiada explicación a eso de un tercio de la novela, hace que ésta pierda buena parte de su interés, si no todo. Su naturaleza es tal que en mi caso me dieron ganas de lanzar el libro directamente a la basura: lo que dice me dejó bien claro que nada de lo que sucediera en las siguientes páginas tendría un interés real.A medida que se avanza en la lectura, y gracias a ese spoiler, la historia pierde gancho, diluyéndose en una ridícula y patética lucha bien/mal, llena de un pseudo misticismo que la propia naturaleza de lo que habla el spoiler anula.

Llegados al final de la novela ya da igual quien gane ni o que se diga, porque todo ello realmente no afecta a nada real.

En definitiva, me encuentro ante un libro que defrauda, y como tal se merece un simple (y puede que magnánimo) cuatro.

Adiós.

Max Brooks – Guerra Mundial Z

Buenas, culebrillas.

Sí, caí en la moda zombi. Tampoco supone una novedad dado que el género me encanta, hasta el punto de verme las tres películas de la saga Resident Evil 😛

Si bien el primer libro de Max, el hijito de Mel Brooks, no me atrae lo más mínimo, este Guerra mundial z ya es otra cosa.

Emulando el estilo epistolar, convertido en esta ocasión en una sucesión de entrevistas a los supervivientes, se nos narra las experiencias personales de gente diversa ante una plaga zombi de ámbito mundial. Ese carácter epistolar desde un primer momento me atraía: ese estilo permite llevar de manera magnífica el terror a las páginas de manos de la más absoluta subjetividad (otra de las bases del terror). Por otro lado, y en vista del autor (un guionista de cine yanqui) y el arco temporal que se supone (desde la hecatombe inicial a la lucha supervivencia y la victoria final) mucho me temía un excesivo americanismo de la novela: si en el fondo todo americano lleva dentro de sí lo que aquí llamamos patriotero, o incluso facha. Pero la verdad es que salvando una de las partes del libro, la centrada en la agonía americana, el resto del libro no padece excesivamente ese aire yanqui.

Empieza muy bien, con un primer centenar de páginas no exentas de tópicos, pero con escenas que hacen las delicias de todos los amantes del subgénero.  Se suceden las escenas más o menos típicas, pero aderezadas con una mezcla de subjetividad y directa mala leche que las hace más jugosas. Resulta incluso de risa encontrarse a París Hilton en el libro (pena que no se describa su muerte), y en algunos párrafos se ataca directamente el American Way of Life.

Por desgracia a medida que la historia avanza ésta pierde interés. Al menos para mí: la victoria sobre los zombis y cómo se llega a ella no es una idea de mi agrado, y hubiera preferido un nuevo mundo por completo Z, con una enorme Z mayúscula. O por lo menos algo similar al Día de los trífidos, más abierto. Sin embargo asistimos, primero, a un resurgir de las cenizas de cada país (haciendo en la mayoría de ellos de una organización y recursos nada creíbles dada la gravedad de la epidemia), para luego continuar con a una supuesta alianza internacional. El caso de Canadá más EE.UU. más México es casi de broma, con la estrategia de barrido. Una de las más admisibles y atrayentes, por otro lado, es la rusa. Y la japonesa sólo puede definirse como chiste.

El autor usa (no me atrevo a decir que abusa) de adaptaciones de hechos reales de la historia de la guerra. Me explico: coges una historia de supervivencia de la Segunda Guerra Mundial, cambiar los nazis por los zombies, lo aderezas un poco y ¡voilá! Ya tienes toda una entrevista de uno de los supervivientes. A ver, no soy un experto en historia de la guerra, pero es que muchas de las narraciones me suenan a eso.

No creo que tardemos muchos años en ver este libro llevado a las pantallas, sino incluso en forma de trilogía (que es lo que mejor le iría, visto el desarrollo). Nota: en la wikipedia ya se habla de una nueva película.

Puntuación final: un ocho.

Adiós.

A. A. Attanasio – Radix

Hola, ofidios.

Rescaté Radix de la pila recordando el comentario despectivo que al respecto pronunció alguien que conocí hace años (y de criterio bastante fiable en lo que se refiere a cifi hard). Pero eran otros tiempos, hace ya muchos años, y ante la perspectiva de una temporada fuera de casa opté por arriesgarme con este grueso tomo.

No me arrepiento, ni de lejos. Hay que admitir el mayor problema  de texto de Attanasio: hay momentos (sobre todo cercano el final) en los que peca de críptico, de farragoso. A veces cuesta comprender lo que se lee, ya que el autor se deja llevar por una excesiva retórica new age (royo jipioso, vamos), manchada con un lirismo que nos sumerge en párrafos de ñoñería ‘vital’ y ‘guay’, con toques de lo que creo haber reconocido budismo y zen. Pero salvando esas parrafadas, el mensaje del amor-vida-ñoñez, el resto atrae, engancha.

El autor nos presenta como protagonista a un desgraciado que resulta odioso, una criatura patética y que por más que evoluciona hacia algo mejor nunca acaba de resultar atractivo (detalle que considero un gran acierto por parte del autor: otros hubieran caído en la tentación de convertirlo en un ‘tío guay’, o al menos un ‘tío duro’). De hecho a lo largo de toda la novela casi dan ganas de que le maten de una puñetera vez y que así deje de sufrir.

Leyendo el libro uno no puede olvidar el artículo de Spinrad de ‘El dios emperador de todas las cosas’, y si bien Kagan sigue en parte el prototipo de antihéroe, el universo que recorre tiene un componente de sentido de maravilla que lleva a leer más y más. La obra encaja con otras de carácter iniciática, como Traición (del osito Card) o El hacedor de universos (ese magnífico borrador del más magnífico aún Mundo Río de Farmer), y se encuentre muy lejos (muy por encima) de ese supuesto prototipo de novela de ‘de hombre a dios’ que es el timo de Las estrellas mi destino, de Bester.

Eso respecto al protagonista. Pero es que en Radix hay algo mucho mayor: el mundo en el que se mueve, una extraña Tierra que se va descubriendo muy poco a poco, pincelada a pincelada, y que te atrae con todas y cada una de ellas. A veces me recordaba a Vance, el mejor Vance, el de la Tierra Moribunda.

Vamos, que me he leído el libro en todos y cada uno de los momentos que he podido: me he sentido enganchado a las peripecias y desgracias sufridas por Samnuel.

No voy a decir nada más de la trama del libro, sino sencillamente invitar a la lectura del mismo y sumergirse en ese mundo sorprendente y místico de la linergía.

Lo dicho, magnífica lectura que se lleva un merecido 9.

Chao.

AA.VV. – UPC 2002

Güenas, culebras.

De nuevo tengo en mis manos un UPC, en este caso el de 2002. Y de nuevo relatos más o menos afortunados, y mi habitual desacuerdo con los resultados del premio.

Por una vez no voy a seguir el orden de presentación de los relatos en el libro, sino que voy a hablar de los que más me han gustado:

  1. ‘Odisea’, de Fermín Sánchez Carracedo, con su aire clásico (homenaje incluido a Clarke) ha sido sin duda el que más satisfecho me ha dejado. Un relato pausado, clasicista, de un primer contacto. No será muy original, eso no lo dudo, pero sin duda me ha hecho disfrutar, si bien el final lo hubiera dejado un poco más oscuro.
  2. ‘La ruta a trascendencia’, de Alejandro Alonso, me gustó… y no me gustó. Me explico: la situación mostrada en el relato resulta sin duda atrayente por lo enrevesada, pero la manera de lograrlo… algo falla. Yo habría aparcado el sentimentalismo y aplicado un poco más de mala leche: la gente en esas circunstancias creo que se volvería más precavida, más egoísta, y más que una comuna hubiera devenido en un alejamiento, creando una especie de área de ermitaños (como la escena del abuelo ‘trasparente’, de lo mejor del relato). Pero es que se trata de un escenario muy complejo: sólo por la valentía de tratar el tema ya merece mi respesto.
  3. ‘Escamas de cristal’, de Pablo Nauglin (Pablo Villaseñor), me gustó pero lo vi… hueco, forzado. Artificio sentimental para llenar páginas. No me acabó de gustar. Ahora, al escribir esta reseña, no sé porqué me llega a la memoria ‘El pusher‘ de Varley: quizá porque eso sí es saber jugar con los sentimientos de una manera magistral, concisa y directa.
  4. ‘Teorema’, de Irene da Rocha, resulta aburrido, tonto. Una pérdida de tiempo. No me gustó en absoluto. Por no mencionar el detalle de ‘me planto en la luna para cenar, querida’. Así, como si nada.

De nuevo mis gustos no encajan con los del jurado del UPC. Razón de más para no mandar nunca nada allí 😛

Este se lleva un correcto seis.