Archivo mensual: marzo 2012

No hay excusa: el jueves #29M, Huelga General

Hola, ofidios.

Iba a preparar un sesudo, largo e intenso post acerca de la necesidad de secundar la huelga general. Pero a estas alturas quien llegue a leer este blog ya tiene conexión a internet. Y si tiene eso tiene acceso a toda la información que quiera, y más. Si accede a internet puede esquivar la desinformación (educado eufemismo para no decir basura) mediática con la que nos bombardea la tele, la radio y la prensa.

Lo dicho, no voy a repetir lo que se ha descrito hasta el detalle en miles de sitios: la huelga no es sólo por tu bien, sino por el de todos. Por tus hijos, nietos, hermanos, amigos también. La segunda reforma laboral del #PPSOE, de seguir adelante, nos recortará derechos de una manera una más drástica que la anterior (que ya era la leche, durísima).

Esta entrada del blog va dedicada a los que no van a secundarla diciendo eso de ‘es que si hago huelga pierdo dinero, y no está el horno para bollos’. Que se den cuenta de unas cosas:

  • Si cobran muy poco, y esa situación les jode, que piensen que con la reforma van a pasar a cobrar menos aun. O nada. Un día de huelga en un sueldo pequeño no supone mucha pérdida económica… en comparación con lo que van a perder si no se revoca la dichosa reforma laboral.
  • Si cobra ‘lo normal’ (me horripila pensar en cuánto es eso ‘normal’, ¿mil miserables euros?) que se dé cuenta de un detalle. Pequeño. Nimio. De seguir adelante la reforma que no se extrañen si un día les bajan el sueldo ‘porque la cosa va mal’. Entonces ¿qué? Pues que llorarán, y recordarán ese ‘sueldo normal’ como si se tratara de ‘vacas gordas’. ¿Merece la pena perder un día de tu sueldo ‘normal’ para luchar por mantener ese salario ‘normal’ y quizá optar a uno mejor? Sí. Decididamente sí.
  • Si cobra más que ese sueldo normal tiene las mismas razones, o más, que los otros para hacer huelga. ¿Por qué? Pues porque de seguir la reforma en vigor vas a ser el objetivo del empresario. A ver, empanado: no quieren a gente con un sueldo tan gordo como el tuyo. No les rentas. Así que a tu jefe/gerente ya se le ocurrirá la manera (y el gobierno del #PPSOE no se lo ha puesto nada difícil, recuerda) de despedirte por dos duros. Y una vez en el paro vete a buscar un trabajo con un sueldo como el que has perdido. Entonces te darás cuenta de lo que tenías, y cuán difícil te va a resultar recuperarlo. Vamos, que con un sueldo alto la huelga también merece la pena. Y eso sólo por querer ahorrarse el salario de un día. ¿No cobras tanto, licenciao? ¿Te es tan necesario el salario de un día como para poner en peligro tu futuro y el de los que quieres? Si te pagan tanto supongo que se deberá a que te consideran listo. Pues demuéstralo y piensa en el futuro: secunda la huelga.

Pero veo que aun sin quererlo me enrollo. No voy a hacerlo más, joder: menos influencia de Esteban Rey.

Más de uno y más de dos no secundarán a huelga. Arrieritos somos y en el camino nos encontraremos. Aunque puede que sea en el camino de ‘como la huelga ha tenido éxito ahora me apunto a las ventajas que han conseguido los cabrones huelguistas’. Vamos, el cobarde ‘juntémonos pero que vayan ellos’. No voy a decir que ese tipo de gente me da asco porque creo que ya queda claro.

Dedicada a esa basura humana llamada esquiroles les recomiendo la lectura de una entrada alusiva del Teleoperador. Que ustedes lo disfruten. Si trabajan el día 29 quizá nos vemos. Yo en el lado del cliente ‘curioso’, ‘pesado’, ‘olvidadizo de cartera’ o similar. Ustedes en el de gilipollas que no sabe que le están dando pero que bien por el culo (o que no le importa).

Lo dije hace ya más de tres años: o la gente de de este adormecido pueblo de borregos se empieza a mover o vamos a acabar emigrando a Marruecos.

Un saludo.

PD: Ya conozco personalmente a uno que le han despedido aplicándole la maravillosa reforma. Iba a secundar la huelga de igual manera, pero así me dan más razones. Que el esquirol piense en esto: mañana puedes ser tú. O tu hermano. O tu hijo. O tu padre. Luego te quejarás y llorarás, Boabdil de tres al cuarto.

La nueva resurrección de Eterno V2

Hola, culebras.

El día de ayer, muy significativo para buena parte de la población de este país, di un nuevo empujón a Eterno V2.

Se han dado las circunstancias de que de unos meses a acá he ido acumulando minirrelatos que bien pueden irse acomodando al blog. Ahora veo que han pasado casi cuatro años desde la resurrección de Eterno, resurrección a cargo del muy aclaratorio relato ‘El abandono‘. Luego cuatro relatos y tras eso tres años de silencio. Puedo decir en mi defensa que alguno de los relatos me supusieron realmente mucho trabajo, como el de ‘La dios no debe estar sola‘. Y que la inspiración no fluía. Y que no disponía de tiempo.

Excusas. Jodidas excusas.

En los últimos días he comprobado que sólo escribo bien bajo presión, bajo una fecha impuesta por una persona ajena a mí. Si me pongo yo los plazos todo acaba en nada. Decenas y decenas de relatos, un proyecto de fix-up, dos novelas… todos están amontonados en mi disco duro esperando que surja el látigo y los grilletes, que alguien me mande a galeras.

Hace años (2004, que se dice pronto), cuando surgió Eterno V1, había algo de eso. Presión, inspiración, reto… Y así ocurría lo que ocurría: que las cosas fluían. Pero se da el caso de que ‘todo eso’ desapareció hace años.

He regresado al punto inicial, aquel en el que estaba hace quince años: yo sólo, conmigo mismo y mi naturaleza misántropa. Como estoy así, de esa misma manera va a seguir Eterno V2: mostrando lo que me surge a mí, de mí mismo. Autocanibalismo literario.

Esta nueva entrada está basada en mi experiencia personal del 11 de Marzo de 2004. Yo estuve en un vagón en Atocha cuando estallaron las bombas. Sí, mi tren estaba parado en el otro extremo de la estación, no se vio implicado en las explosiones. Y doy gracias por ello. Esa experiencia jamás la olvidaré.

Sobre ella he escrito este ‘Silencio‘. El texto original lo redacté unos días después del atentado, pero el que os mostré ayer es una versión remozada y actualizada que he acabado la pasada semana.

Ignoro si en estos últimos ocho años he mejorado mi estilo de escritura. Supongo que no, en vista de cuantos libros he publicado y cómo me he forrado. Si bien ya estoy plenamente convencido de que publicar no implica saber escribir, sino más bien tener habilidad para arrimarse a determinadas sombras. Y, bajo esa sombra, comer fruta cierta tropical. Dada mi forma de ser ese tipo de juegos no entran conmigo. Más aún, me dan auténtico asco. El peso de la conciencia, que a veces es un bloque de cemento encadenado al cuello.

Pero bueno, que me enrollo en algo que a nadie le importa. Ahí os he dejado el relato: espero que os guste. En caso positivo decidlo, que eso es uno de los látigos.

Dado que tengo un buen puñado de relatos aguardando en cuadernos y folios sueltos (sí, es que también he vuelto a estos soportes más clásicos) intentaré colgar entradas en el blog con más frecuencia de la anterior. No me voy marcar plazos dado que, como he dicho, el auto-látigo no funciona. Eso sí, ya no serán todos de género fantástico sino que, como ‘Silencio’, los habrá de corte realista. Hasta a eso he llegado en estos años, a escribir sobre lo que tanto odio: la jodida realidad.

Un saludo.

La realidad de los últimos treinta y pico años (II)

Hola, ofidios.

Esto lo tenía pendiente de hace ya varios meses: la segunda parte de La realidad de los últimos treinta y pico años. He de ampliar el listado de tiranos con uno nuevo. Y, cómo no, ya tiene apelativo el recién salido.

La lista resultante queda así:

  1. Carlos V, el triste (3 de enero de 1974 – 1 de julio de 1976).
  2. Adolfo I, el deseado (3 de julio de 1976 – 29 de enero de 1981).
  3. Leopoldo I, el breve (25 de febrero de 1981 – 1 de diciembre de 1982).
  4. Felipe VII, el europeo (1 de diciembre de 1982 – 4 de mayo de 1996).
  5. José María I, el constructor (4 de mayo de 1996 – 17 de abril de 2004).
  6. José Luis I, el traidor (17 de abril de 2004 – 21 de diciembre de 2011).
  7. Mariano I (21 de diciembre de 2011 – presente).

Todos ellos bajo el patronato y supervisión de Juan Carlos I (22 de noviembre de 1975 – presente), y los dos primeros auspiciados por Francisco I el Grande.

Si el anterior tirano, Jose Luis I, estaba emparentado con Felipe VIII, el actual surge de la sombra de Jose María I. Todo queda en casa. En la de unos pocos, se entiende.

No me gustaría adelantarme a la hora de colocarle un sobrenombre al actual tirano, pero todo apunta a que acabará adquiriendo el mismo apodo que Vlad III de Valaquia. Por desgracia, en oposición al rumano, a este nuestro Vlad particular no le veo defendiéndonos a capa y espada del enemigo: más bien todo lo contrario,  ayudando al enemigo (interno y externo) a vapulear y desangrar al pueblo español.

Ya se sabe: a río revuelto ganancia de pescadores. Lo malo es narrar la historia desde dentro del agua, esquivando anzuelos y/o barrenas.

Un saludo.

Mucho tiempo offline

Dola, culebras.

Han pasado ya mucho tiempo sin que actualice esto. Y es que en estos ocho largos meses he sufrido unas cuantas vicisitudes: enfermedades (incluyendo la enfermedad con convalecencia más larga de toda mi vida), líos con la configuración del servidor del hosting (y en eso hay que darle las gracias a Guille, que para eso sabe muchísimo más que yo), líos en el trabajo (mucho trabajo; a veces incluso, contra mi costumbre, me lo he llevado a casa), problemas con el ordenador (casi seis meses sin ordenador, así de sencillo)… En definitiva: que he ido dejando esto de la web a un lado.

Pero dejar a un lado no significa olvidar. Dejar a un lado todo esto ha supuesto  recordar que lo tengo abandonado, como otras cosas que antes eran mi vida, y eso ha dolido. Todavía duele. Espero poco a poco ir recuperando algunas de esas cosas dejadas al lado pero no olvidadas.

Ésta en concreto, la web, espero que con este post regrese de la no-vida. Tengo pendientes las reseñas de los libros leídos desde junio. No han sido muchas porque he ido bajando la velocidad de lectura. La causa de ello se puede encontrar en un sólo culpable: el nuevo móvil, bendito cacharro infernal que me permite estar esclavizado a la web casi permanentemente. Gracias, o por culpa de él, me he metido en tres proyectos literarios twitteros. Dichos proyectos tienen mucho de catártico (sobre todo uno en concreto, al que ya considero mi alter ego reprimido, mi señor Oculto particular) y a veces me consumen en su totalidad el tiempo de los viajes casa-trabajo-casa, que antes dedicaba exclusivamente a leer. Pero aun así quiero seguir colgando mis impresiones con respecto a lo mucho o poco que leo. Las iré colgando de aquí a unas semanas, en la medida que me acuerde del libro 😛

Dado que ya no escribo (salvando las chorradillas del twitter y muy poco más), y que cada con el paso del tiempo mi grado de misantropía crece y crece, la web se reducirá casi totalmente a eso: reseñas de lecturas. Libros leídos aguardando el apocalipsis soñado, nuclear o zombie, llovido del cielo o surgido de aquí mismo. O un simple y jodido largo invierno. McCarthy o Brooks, Niven/Pournelle o Stewart. U Orgill/Gribbin. Qué más da, pero que llegue y yo lo vea.

Sigo a la espera. Mientras tanto, leo y comento.

‘Ta lueguín.

Frederick Brown – El ser mente

Hola, ofidios.

De nuevo, tras muchos años, con Brown, en esta ocasión con El ser mente. Sus Pesadillas y geezenstacks en su momento, hace años, me pareció gracioso. Lo de Marciano, vete a casa lo tengo en la pila, y dado que es ‘de risa’ le tengo miedo (no soporto muy bien el humor literario).

Con los marcianitos de las narices en mente cogí este libro. Vamos, que lo hice con cierto repelús. Pero tenía letra gorda y no era precisamente un mazacote: necesitaba lectura ligera después del último chasco, la basura de McCarthy.

¿Con qué me he topado? Con una lectura en verdad ligera. Rápida, muy rápida. Tanto que ha pasado sin pena ni gloria. Un malo maloso que en el fondo es estúpido, un protagonista que de tan listo no se lo cree ni su autor, una acción muchas veces forzada en plan deus ex machina (a causa a la estupidez del malo). Incluso con dosis de sexo velado al principio de la novela, supongo que por eso de enganchar a los lectores.

Al escribir esta reseña, y pensando en el protagonista de este libro, no puedo evitar recordar Que desciendan las tinieblas y su hombre renacentista. El resultado del conjunto es muy similar a ese otro libro de Sprague: no resulta fallido por un pelo. Entretiene sin ofender demasiado al lector, y eso ya es algo.

Un 5 raspado y a por el siguiente.

Chau.