Una especie de despedida

Hola, culebras.

No, no voy a dejar el blog, ni a cerrarlo ni nada por el estilo. Por eso mismo no he puesto como asunto ‘Una despedida’, tal cual, sino ‘Una especie de despedida’. Me voy, pero no me voy. Dejo el blog, pero no lo dejo.

¿Cómo se entiende esto? Pues de una manera bien sencilla: a partir de ahora la web se dedicará sólo a reseñar lo que leo. De hecho ha ido sucediendo eso mismo de unos meses acá. Se acabaron las entradas con comentarios más o menos políticos: adiós a contenidos etiquetados por 15M, crisis, economía, España, política… No volveré a dar mi opinión del mundo humano. Me da tanto asco lo que veo, lo que me rodea, lo que vivo que bastante tengo con eso, con vivirlo (o sobrevivirlo) como para además perder lo único que de verdad  me pertenece, mi tiempo, en hablar de ello.

Esta sección geográfica del planeta llamada por ahora España, y sobre todo sus habitantes, me ha defraudado sobremanera. Su indolencia, su cerrazón, su hipocresía, su falta de ética y de visión de futuro, su ridículo territorialismo, todo eso y mucho más me ha acabado de apartar de ellos. Apartado en la medida que la circunstancias de la vida me lo permiten, claro (todavía no puedo agarrar una nave espacial y largarme a explorar, por ejemplo, Titán, Io o Europa). Mientras sigo encadenado a esta bola de mierda voy a intentar perderles de vista a todos estos humanos y hablar sólo de mi única pasión/droga: la lectura.

Hay veinticuatro entradas etiquetadas como revolución, veinticuatro entradas hablando de cosas relativas a un deseado –por mí– cambio social.  Veinticuatro entradas que sólo han evidenciado cómo este país de adocenados ombliguistas sigue ciego a lo que sucede, sin capacidad de reaccionar mientras una panda de psicópatas avariciosos lo sangran. Gritaría un sonoro ‘QUE OS JODAN’ si no fuera porque, por desgracia, eso equivaldría a un ‘que me jodan’. Me da verdadera envidia el destino final de Krug.

Pero al menos me quedan mis libros. A diferencia de los humanos ellos son inmutables y persistentes en su naturaleza: un libro malo es malo y jamás  puede engañar haciéndose el bueno, por mucho que lo releas. Un libro malo se descubre enseguida y se le puede relegar al olvido (o incluso puedes hacer con él un Farenheit 451) sin el menor reparo. Un libro malo sólo se le olvida (o elimina) y se va a por el siguiente. Ojalá se pudiera hacer eso mismo con ciertos humanos, esos psicópatas sociales que llenos de orgullo, prepotencia y arrogancia llevan de cabeza a la especie humana al dolor, el sufrimiento, la destrucción y la muerte.

Lo dicho, se acabó hablar del mundo real. Mejor sumergirse en el de los libros mientras espero a que el rebaño ciego dirija su camino hacia la destrucción. Y que yo lo vea.

Adiós.

P.D.: Al parecer en WordPress hay algo para convertir etiquetas en categorías. Si la cosa funciona transformaré las etiquetas que he usado para catalogar los libros (Ciencia Ficción, Terror, etc.) en categorías. Sé que eso dará problemas con las viejas entradas que hacen referencia a ellas como etiquetas, pero se trata de un mal menor.

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