Archivos de la categoría Libros

El VICIO, con mayúsculas.

L. Sprague de Camp – Que no desciendan las tinieblas

Buenas, culebrillas.

Otro librillo que llevaba años vigilándome desde la estantería, esperando su oportunidad. Y al fin llegó: Que no desciendan las tinieblas, de L. Sprague de Camp, me ha resultado gracioso, ameno, pero poco más: un pasarratos, un telefilme de los domingos por la tarde… nada más.

¿Qué es lo que me falla en este libro y me obliga a no tomármelo en serio? El protagonista, que deja a McGiver a la altura de la suela: sabe hacer de todo (bueno, de casi todo, que con la fórmula de la pólvora no da). Ingeniero, químico, historiador, economista… joder, al lado suyo DaVinci era un pringado.

Nada, que aprobado raspado y va que chuta: un cinco (y por culo te la hinco).

Aaaaaaaaadios.

Rodolfo Martínez – Tierra de nadie: Jormungand

Hola, culebras.

Retomando la pila desempolvo este tocho (el calificativo va por lo del tamaño del libro, nada más) de otro español, en este caso Rodolfo Martínez.

De Jormungand puedo decir que es un libro de lectura rápida, si bien con algunos defectos estilísticos y de forma que demuestran que nos encontramos ante una novela primeriza. Antes que esta había leído La sonrisa del gato, un ciberpún que se me hizo agradable… lo que significa mucho, teniendo en cuenta que es un subgénero que no me gusta nada.

En esta novela nos presenta un mundo prisión en el que suceden cosas que se escapan al control original de los guardianes. Por un lado posee imágenes poderosas, como el paso de la luna sobre el planeta deformándolo con su fuerza de mareas; y por otro cagadas descomunales, como el uso en viajes de ida (bien) y vuelta (¿comorl?) de esas mareas lunares (lo siento, pero si bien comprendí a la perfección la huída siguiendo el flujo de la marea jamás comprendí el uso de esa marea para ir en sentido contrario, en su contra).

Me fastidió la manera en que desaprovechó el personaje que presenta la novela, una criatura interesantísima e infrautilizada. Y que la verdad es que durante una buena parte de la novela creía que se iba a convertir en el protagonista, pero no. Una pena. A lo mejor en otras novelas del ciclo de Drimar lo usa más.

Tras acabar la novela tuve la impresión de haber leído una de esas en las que el autor quiso abarcar más de lo que supo o pudo expresar.

Bueno, se lleva un seis.

Ta lugo.

Michael Moorcock – Las crónicas del castillo de Brass

Hola.

Retomo a Michael Moorcock en el último libro que tenía pendiente de leer de la saga del campeón eterno: Las crónicas del castillo de Brass, la segunda etapa de las aventuras de Dorian Hawkmoon. Siempre me ha parecido el más endeble, el menos atractivo de las cuatro personalidades ‘principales’ del campeón eterno (y mi favorita sigue siendo Corum un poco por delante de Elric), y tras leer esta segunda etapa sigo pensando lo mismo. Más aún, ahora que la guerra con Londra ha desaparecido las aventurillas del de la joya en la frente (si bien ya no la lleva) parecen bastante sacadas ‘por los pelos’.

En este volumen Moorcock aplica con demasiada exactitud los esquemas que ya ha usado en otras novelas del ciclo, haciendo en extremo previsible ‘El Campeón de Garathorm’. Sin embargo la última novela del tomo salva al resto: La búsqueda de Tanelorn, más allá de que es un tema recurrente en el multiverso, y que retoma por cuarta vez el episodio de Agak y Gagak, más allá de esto continúa con en forma de buen epílogo para el ciclo del Multiverso. Aparece y se medio-explica la presencia de alma del demonio negro, así como la naturaleza de La Balanza, para tras ello cortar por lo sano (muy al estilo de Moorcock) y por fin dar descanso al héroe eterno (un descanso muy merecido en los casos de Erekosë y de Jhary-a-Conel, que los pobres ya estaban artitos de dar más y más vueltas).

Nota: sin embargo, y en vista de lo que pone en la wikipedia inglesa, parece que todavía me falta mucho por leer del multiverso. A ver si lo editan en español… y si no a tratar de leerlo en pitinglis.

En definitiva, una lectura interesante para los seguidores de Moorcock pero muy poco aconsejable para los neófitos (para esos mejor que agarren el primero de Elric, mucho más accesible, y hablo en todos los aspectos; a este respecto desde aquí quiero darle las gracias Julipán, el de Santander, por meterme en el mundillo de Elric hace ya cosa de veinte años).

Valoración final que le pongo: un seis.

Joe Haldeman – Compradores de tiempo

Hola.

Pues de inmortales a inmortales, y tiro porque me tocan las morales. O dicho de otra manera: dado que me había leído un libro de inmortales que no me acabó de satisfacer, le di una nueva oportunidad al subgénero con otro libro que tenía en La Pila. Y un nuevo chasco, si bien este menos gordo. Compradores de tiempo (de Joe Haldeman) llevaba en La Pila años, pero una buena pila de años (creo que lo compré por correo a Miraguano, en esos pedidos que casi compraba los libros por decenas , y eso implica que todavía vivía en Santander), más que nada debido a que lo que ponía en su contraportada no me atraía mucho. No mucho, o más bien nada (lo mismo sucede con El engaño Hemingway, del mismo autor y que lleva posiblemente igual cantidad de años cogiendo polvo). Debido a eso el que tras leerla la novela no me gustara no me ha supuesto ninguna sorpresa.

Compradores de tiempo es un libro que encaja en ese subgénero llamado ciberpum, un estilo que jamás me ha dejado satisfecho: eso de las conspiraciones entre corporaciones en las que se ve envuelto de repente un don nadie (mindundi pero que sin embargo está lleno de recursos) para ir sufriendo a lo largo de las páginas diversas calamidades (y que entre medias se encuentra con una chica casi guapa pero triste por los palos que le ha dado la vida) para luego, a los dos tercios de páginas, descubrir que las corporaciones en realidad son gigantes con pies de barro, y allí está el para aplicar la manguera… pues como que no.

Coño, si acabo de contar toda la novela. Una molestia menos. Bueno, voy a decir algo más: en esta novela el malo, muy malo, se hace despreciable, sí, dan ganas de darle una paliza ‘a culo visto’ (como dirían en la familia de mi mujer), pero… coño, que el objetivo final de la Stillman es bueno: hacer de cortafuegos de los ricos que están pagando los rejuvenecimientos. ¿Quiere Haldeman una basura social como la descrita por Anderson en el último episodio de La nave del millón de años? Por dios, no. El hombre por definición, por naturaleza, debe ser mortal. ¿Un mundo lleno de hijos de puta como los de ahora, pero con una esperanza de vida de milenios? No hijo, no. Si es que los idealistas de los asteroides desconocen lo que se esconde tras el concepto de ‘explosión demográfica + naturaleza humana’. ¿Dónde está un Tuf cuando se le necesita? Lo que le hace falta a este planeta es una mezcla de Atila, Hitler, Pol Pot, Stalin y demás trabajando a escala mundial… vamos, la vista de un czarniano.

El título de Compradores de tiempo casi describe a la perfección la esencia de lo que el autor busca con el libro: has pagado por el libro, lo has leído, el dinero ha acabado en las manos del autor, y tú estás deseando coge el siguiente.

Vamos, que le pongo un cinco raspado, por eso de que no entra dentro de lo claramente malo, pero nada más.

Poul Anderson – La nave del millón de años

Buenas, ofidios.

Hace muchísimo que no leía nada de Anderson, y dado que vi La nave a un precio bastante jugoso (y me sonaba haber leído buenas reseñas de la novela) pues lo compré.

Pero vaya chasco. Como novela no vale mucho, más que nada ya que se trata de un fix-up ampliado, que muchas veces resulta repetitivo y monótono. Tanto es así que hay capítulos que no dicen nada, pudiendo saltarse sin problema alguno. Se nota que fueron escritos de manera salteada para luego acabar juntos en la novela. La psicología de los personajes resulta casi nula, más aun dado el rango de tiempo en el que trascurre.

Mención aparte merece el extenso capítulo final, que rompe con todo lo anteriormente mostrado en la novela, y que además de desgajarse de la trama (de nuevo un añadido suelto que deshace la coherencia de la misma) intenta dar un pequeño giro a la psicología de algún personaje.

No merece más palabras: un cuatro y va que chuta.

Dmitri Glukhosvsky – Metro 2033

Hola, culebrillas.

Un nuevo libro, Metro 2033, en esta ocasión de origen ruso (el autor es, agarrémonos, Dmitri Glukhosvsky): eso, por sí sólo, ya supone una diferencia. Bien, admito que lo tomé con muchas ganas, dado que la idea me parecía atrayente (original no, por supuesto, pero sí fresca en medio de la plaga de zombies que infesta las estanterías últimamente).

Al principio se nota que es una novela rusa y para rusos (o más concretamente moscovitas): acostumbrarse al mapa de metro ruso resulta poco menos que infernal, sobre todo si se tiene en cuenta la descomunal incoherencia entre el nombre de las estaciones que se indican en las solapas y las que aparecen en el texto propiamente dicho. Pero ese problema se disipa al cabo de las pocas páginas.

El arranque no está nada mal, mostrando un metro agónico y de pesadilla gracias a la irrupción de ‘los negros’. Resulta un poco difícil comprender la escala tan diminuta de población: nos encontramos ante la epopeya de un protagonista en medio de una población de ¿cuánto, diez mil personas? Cuando uno se da cuenta al fin de ese detalle, y lo compara con la población real de Moscú, empieza a percibir la realidad de ese mundo. Agónico no se ajusta a esa situación: terminal.

Como he dicho, la novela tiene un buen principio, pero esto se trunca enseguida. Aparecen personajes ‘filósofos’ que rompen  el ritmo narrativo y el clima (por más que no tratar de imaginárselo, resulta poco menos que increíble el encontrar a gente que divague de esa manera en medio de ese cataclismo). Por desgracia a medida que avanza la novela se comprueba que ese tipo de digresiones son frecuentes… lo que no acaba ni de justificarlas ni hacer que encajen con el resto. Y, peor aún, cuando parten del protagonista lo único para lo que sirven es para desvirtuarlo como personaje coherente: a veces parece un papanatas, y otra un cruce entre Tolstoi y Aristóteles.

Como se deduce de estos comentarios, la novela padece de altibajos y errores de trama. Uno de los más graves trata de ‘lo  negros’ y su manera de relacionarse con el entorno, y más concretamente con los hombres. No diré más de esa cagada. Además, si bien a novela posee por lo general un ambiente de realismo, de materialismo, en otras (escasas, y precisamente por eso más chirriantes) ocasiones habla y describe fenómenos poco menos de que magufos. Supongo que dado que la novela se publicó en entregas y en internet (orientada a un público juvenil, lo que implica poco exigente), el autor no debió ser capaz de evitar las chorradas magufas.

En definitiva, el libro entretiene a ratos, por lo que le otorgo un seis, nota que mejoraría mucho si se hubiera trabajado un poco más los personajes y sobre todo el entorno. Bueno, sí, eso casi suena a que escriba de nuevo toda la novela. ¡Qué cosas!

Stephen R. Donaldson – La necesidad de Mordant

Hola, culebrillas.

La saga de Mordant, de Stephen R. Donaldson, vendida en España como cuatro libros separados, realmente se trata de un solo libro enorme dividido en cuatro. No hay manera de leerlos independientemente… y lo acabo de padecer. Hace un par de años empecé con el tomo uno. Al acabar con él no me entraron ganas de seguir, por lo que lo dejé. Mala elección. Al continuar la saga pensaba encontrarme con una entradilla resumen de lo anterior, pero no: ale, todo para adelante, como los de Alicante.

La saga encaja en ese género de historias de intrigas que a algunos autores, como Herbert, les encantaba. A mí me aburre un poco-bastante, pero en vista de que estaba con las manos chungas y quería leer algo largo (por eso de no tener que preparar a posteriori chorrocientas reseñas, algo que al final sí ha sucedido), pues seguí con ella.

La obra es de ritmo muy lento, con una narración basada en la introspección. Pero en una introspección extrema, al punto de que toda la saga se basa en las elucubraciones de un solo hombre. La ‘prodigiosa’ mente de ese personaje es capaz de predecir, incluso a años vista, los movimientos y las reacciones de sus amigos y enemigos. En definitiva, increíble e imposible. Magnífica base para escribir un tocho equivalente a cuatro novelas.

Dado que toda la trama se basa en este forzado deus ex machina la lectura acaba siendo bastante aburrida: siempre habrá algo que demuestre que el listo ha sido muy listo y ha predicho lo que va a ocurrir.

Salvando las distancias La necesidad de Mordant recuerda a Canción de Hielo y Fuego de George R. R. Martin, pero con personajes mucho más planos, sin mala leche y vacío. Sin duda Martin ha sabido sacarle partido al concepto del folletín de intriga medieval mucho mejor que Donaldson.

La lentitud se vuelve casi pastosa en los tomos 2 y 3, y el resto de acontecimientos que se narran en el tomo 4 no justifican lo anterior. Pero es que la imagería como recurso mágico de poder no queda bien demostrado en ningún momento de la saga.

La saga de Mordant no es una de esas lecturas que recomendaría a nadie, pero si estás como yo, con mucho tiempo libre por delante, puedes intentar leerla: puede que incluso te guste.

Un 5 raspadito. Nada más.

Aaaaaaaaaaaaadiós.

Rafael Marín – Mundo de dioses

Hola, culebrillas.

Pues ya hubiera sido mejor leerme el Illium de Simmons, sí, a santo de lo que dije en el anterior comentario. Poco (o nada) de lo que he leído de Rafa Marín me ha gustado (todo relatos). Y este Mundo de dioses tampoco: demasiado juvenil, demasiado lleno de guiños a Marvel. Sí se le puede agradecer el que se trate de una lectura de obra rápida, muy rápida. Pero por otro lado nos encontramos ente un libro totalmente prescindible. Me leí Psycho (la joya de Robert Bloch) en apenas dos días y tras cerrarlo sólo lo podía definir como obra maestra, libro redondo; este me ha durado tres días y me ha dejado igual que como me quedé, buscando otro libro.

Acerca de la historia: se puede resumir en un guión de comic marveliano llevado a formato novela. No he leído ninguna de las novelas de Chris Claremont pero me da que si el resucitador de la patrullosa creara novelas mediocres, crearía exactamente esto.

Todavía espero la justificación de la fama de Rafa Marín… ¿o será que supo estar en el sitio oportuno, en el momento idóneo, y poco más?

Ah, sí, claro: un 4 y va que chuta.

Dan Simmons – El terror

Hola ofidios.

Regreso a Dan Simmons tras muchos años sin leerlo. Lo último que leí de él fue Fases de gravedad, un libro que me supuso un chasco, más que nada porque esperaba una cosa (idea preconcebida) y me encontré algo realmente diferente. Tras esa lectura no me recomendaron leer la saga de Endymion, y la saga de Troya no me atrae absolutamente nada (y menos aun por la forma en que la han publicado aquí en EsPPaña). Pero tras haber leído hace poco El lobo de mar este libro me llamó la atención.

He de aclarar que compré el libro con un poco de resquemor: está incluído en la colección de ‘histórica’, con lo cual eso me esperaba, una novela realista más o menos acertada. ¿Qué me he encontrado en El terror? Pues una joya que no llega a la categoría de obra maestra por poco. Una historia magnífica, absorbente. La presencia del frío, del polo, como un personaje más, dibujado como una personalidad propia e implacable, el auténtico protagonista de la historia. La lucha entre el hombre y la naturaleza. Y la derrota (con trazos de gloria y patetismo) como otro miembro de la tripulación.

Entre medias, acechando en torno a toda esa desolación, algo. Mientras las páginas avanzan uno se ve más y más inmerso en un paisaje, en una ambientación, que ya la hubiera firmado el mejor HPL (del que veo que todavía no he metido ninguna reseña en la nueva encarnación del blog: cosas de haberme leído casi toda su obra). Las páginas vuelan y al tiempo que quedan atrás uno descubre algo más: la criatura no importa, casi es lo de menos: lo que realmente interesa radica en la lucha entre el hombre y ese entorno inmisericorde.

Por desgracia en la última sección el libro se desinfla con una innecesaria explicación, una parrafada que ensucia el resto de las páginas. Todo ese rollo jippi sobra por completo.

Pero lo peor, sin duda, es el editor… o la ausencia del mismo. ¿Quién tiene la culpa de ese estilo tan horrible? ¿Simmons y su editor yanqui, o el traductor y el editor español? Lo ignoro, pero la falta de unas galeradas, de una corrección de estilo, ensombrece el libro por encima de todo. Otro detalle que habla mal, y en esta ocasión el culpable sin lugar a dudas es el editor español, es el de colocar este libro dentro de ‘histórica’. Sin duda el encargado de esta clasificación no se he leído el libro (ni siquiera las primeras cien páginas) y no se ha dejado orientar por alguien que sí lo haya leído. Se trata de un libro de terror, y más concretamente rayano al concepto de horror cósmico de Lovecraft. Sí, usa personajes históricos, unos hombres cuya epopeya (por cierto, ovejas eléctricas es lectura obligada) sin duda supone material para una obra realista, pero no es realista: el libro entra del género de lo fantástico.

Aun con todo, sólo por el fondo (sin tener en cuenta la forma), recibe un muy meritorio 8.

George H. White – Gran saga de los Aznar, tomo 5

Hola, culebras.

Quinta entrega de la saga de los Aznar y ya se confirma lo que sin duda es el estilo de la prosa del señor White: no me extraña que se mantenga de aquí al final de la serie. Pero vamos a lo importante, lo leído.

Rendición no contesta tienen como premisa primera el anhelado regreso a rendición, un viaje que se torna en pesadilla debido a la reaparición de  los hombres de silicio. Estos han vuelto para asolar todo lo que había en el planeta, y planteando un nuevo y gran problema a los viajeros de Valera. La novela entretiene si bien adolece de los mismos defectos de las anteriores historias (diálogos exagerados, personajes planos y tópicos, escenas forzadas) que suponen la marca de la casa. El nuevo final con boda ya empieza a oler mal. Los cristalitos resultan ser un clon de los japoneses de postguerra: copian las tecnologías sin acabar de comprenderlas, mucho menos mejorarlas. Esta actitud copiona llega al colmo del ridículo en el caso de copiar las naves no sólo en forma, sino incluso en la disposición interna de los mamparos, pasillos y salas. También hay que destacar de nuevo la cerrazón del autor para la «solución final«; sólo cabe una manera de solventar el problema con los extraterrestres no antropomorfos: el exterminio del no humano. Se pierde la oportunidad de un enriquecimiento entre especies tan dispares pasando a la cavernícola disyuntiva de ‘o tú o yo’.

Mundo siniestro. Cuarto ejemplo de la atrayente (sin duda para el autor) teoría de la evolución convergente, llevada al extremo con ejemplos de compatibilidad genética y reproductiva. El escenario resulta ridículo (incluso con un fuerte sentimiento de deja vú de Star Trek) ya de manera extrema en lo que se refiere a los detalles físicos: por ejemplo el que en una superficie cubierta en casi un 100% de agua luego resulta que es la superficie de una esfera hueca con un sol interno y con gravedad dentro de la misma. Joer, la caña del space opera, pero totalmente en contra del concepto de campo en física. En lo que respecta a la trama, de nuevo todo de bastante forzado, encontrándose justo con los personajes oportunos en el momento oportuno. Entretenida y poco más.

División Equis. Números enormes, ejércitos mastodónticos. Todo a lo grande, como debe ser para poder recuperar Redención, para poder exterminar a toda una raza inteligente distinta del hombre. Hagamos que Hitler, Himmler y Göring sean simples aficionados. Ya no se sabrá nada más de ellos, ni de su historia, ni de sus logros, ni de su psicologia. Todos al paredón y punto. Eso sí, entre medias otra boda. Digamos adiós a los silicatos, adiós a las tramas profundas. Vamos, una nueva apología del holocausto.

Bueno, que sí, que lo pongo regular, pero en el fondo es divertido… salvando el de Mando siniestro que definitivamente no me gustó.

Veredicto: un 6 es lo que se merece.

Adiós.