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Robert E. Howard – Conan el vengador

Hola, ofidios.

Otro libro de la serie de Conan para dentro. En esta ocasión Conan el vengador, un texto que si bien en la tapa pone que es de Howard realmente fue escrito por otras personas, en concreto por Sprange de Camp y por Björn Nyberg. Lo que sí que pertenece a la pluma del texano es la segunda parte del ensayo sobre la Era Hiboria.

En general el texto de la novel es una patata lineal, simplona y ‘todo para adelante’: no hay ni intriga, ni tensión, ni nada de nada. Bárbaro llega a un sitio, bárbaro se encuentra con antiguos colegas (o los hace gracias a su increíble don de gentes y lenguas), bárbaro los lidera, bárbaro arrasa. Entre medio el bárbaro, muy fiel esposo, se tira a varias jamonas. Y punto final. Una historia infantil que nada tiene que ver con las joyas que Howard escribió.

Vamos, un pufo de tres pares de narices que sólo se hace agradable a los fans de Conan como yo.

El ensayo de Howard recuerda un poco al Silmarillion de Tolkien, sino no fuera porque se centra demasiado en la manera en que se derrumbó la Era Hiboria, hecho que se narra sin esa riqueza de detalles propia de Tolkien.

Se lleva un 3, y mucho me parece.

Chao.

Greg Bear – La ciudad al final del tiempo

Hola, culebras.

Hace ya bastante que no leía nada de Greg Bear. Las pasadas navidades, cuando vi en la estantería de una librería este libro, su título me llamó la atención: me recordó a Eón, libro que leí hace ya mucho y que no me dejó mal sabor de boca. Así que me compré esta La ciudad al final del tiempo. Durante unos cuantos meses ha estado amontonada en La Pila hasta que ahora le ha llegado su momento.

Cuando abrí sus páginas esperaba introducirme en una historia de ciencia ficción en un futuro más que remoto extremo. No por nada se habla de ‘el final del tiempo’. ¿Algo como El mundo al final del tiempo, de Pohl? Pues seguramente sí, me imaginaba algo en cierta medida similar.

Pero iba a ser que no. La ciudad al final del tiempo dista de parecerse a la obra de Pohl. Incluso ni siquiera puede calificarse como ciencia ficción propiamente dicha.

¿Qué sucede con esta ciudad? Pues que el conjunto entero del libro podemos decir que es un homenaje a diversos autores, principalmente a mi querido William Hope Hodgson, si bien hay más referencias directas, indirectas o sospechadas a otros autores.

Empezaré por la primera, la más poderosa y descarada: la de W. H. Hodgson. Toda esta obra de Bear supone una especie de reescritura–homenaje a esa descomunal e interesantísima (en cuanto al fondo, que no en lo relativo a la forma) epopeya de Hodgson que es El reino de la noche. Los paralelismos saltan a la vista a las pocas páginas, en cuanto se describe la ciudad de El Kalpa y lo que la rodea. Las similitudes se van acrecentando a lo largo de la novela, hasta llegar a un punto cumbre de homenaje al autor inglés cuando le menta de manera bastante directa: uno de los protagonistas secundarios de la historia habla de cómo persiguió a un soñador que escribió acerca de un reducto muy similar a El Kalpa, soñador que murió en una guerra (Hodgson murió en el frente durante la Primera Guerra Mundial).

Pero como he dicho las referencias y relaciones con otros autores no se quedan en el autor de Essex.

Otra muy fuerte es la de Borges, sobre todo en lo relativo al uso de las bibliotecas y el concepto de ‘biblioteca de Babel’. La palabra Babel se repite asociada a las bibliotecas que se describen en la obra, e incluso en por lo menos una ocasión se nombra al argentino.

Hasta aquí las referencias más directas, pero hay otras más sutiles si bien no menos presentes.

Por ejemplo la manera en la que se describen a ‘los malos’ le recuerda a uno fuertemente al estilo de Clive Barker. Esa maldad retorcida y sucia, deforme y purulenta. Incluso los nombres (como La Polilla o la Princesa de Caliza) recuerdan al tan visual autor inglés. Incluso hay un momento en el que pensé en Yzordderrex (de su bastante digna del olvido Imajica) al tratar de imaginar El Kalpa.

Luego está la para mí bastante clara influencia de Michael Ende, sobre todo a la hora de describir las infestaciones que El Tifón hace dentro de la ciudad. Bear parece describir de manera casi idéntica el efecto de La Nada, el mal que amenaza Fantasía en su inmortal La historia interminable. Por otro lado Bear también insiste en el poder de la palabra (y por extensión de los libros) como fuerza creadora y sustento de la realidad, al igual que la Hija de la Luna enseñó a Bastian.

No se puede uno olvidar, en un libro que habla de la lucha contra el caos, de Michael Moorcock. La manera en la que el caos aparece en la novela recuerda muchísimo a la que el inglés  usa, sobre todo en los viajes de Elric. Por no mentar que el objetivo de la búsqueda de los protagonistas tiene cierto aire de Tanelorn, sobre todo cuando la describe como ciudad neutral que intenta mantenerse aparte de disputas y que sirve de refugio a los exiliados de todas las facciones. Vamos, Tanelorn.

Para acabar no puedo evitar mentar a Stephen King. A lo largo de la obra se hacen varias referencias a algo que casi parece Torre Oscura. En plan ya muy rebuscado juraría que hay ciertas insinuaciones de algo semejante al Rey Carmesí (o incluso al Rey En Amarillo, de Chambers), sobre todo por la manera de describir a ‘la hermana mala’.

Pero bueno, dejémonos de las posibles influencias del libro. ¿Qué nos encontramos en La ciudad al final del tiempo? Pues de entrada muy poca ciencia ficción, o mucha, si nos ceñimos de manera estricta a la tercera ley de Clarke. Vamos, que el libro más que nada pertenece a la fantasía, o como mucho a la fantaciencia.

Como trama poco hay que decir, la relación con la obra de Hodgson resulta tan extrema que no resulta nada difícil intuir el final, o algo muy cercano al mismo. Alguno de los paralelismos con el libro del inglés son poco menos que mosqueantes, como el caso de El Testigo y su clara influencia con respecto a los vigilantes de ‘El Refugio’, o la situación casi final con respecto al segundo refugio. Los paralelismos con el clásico, al menos, no resultan tan sangrantes como en otros casos. El libro avanza con lentitud, quizá con demasiada, tanto que a mitad del mismo todavía uno está esperando que ocurra algo importante. Se va saltando de un personaje a otro sin acabar de generar tensión, y en caso de algunos quedan mal explicadas sus habilidades. Al menos a mí no me cuadra lo del desplazamiento. Todo está explicado sin pillarse las manos, más aduciendo a la magia que a la ciencia, lo que en mi caso personal supone un lastre, un ejemplo de vaguería y poco compromiso del autor. Además al inicio del libro nos encontramos con que el autor disfruta de su momento onanista cuando describe de una tacada el entorno (más que nada las últimas edades del universo) que preceden a la instauración de El Kalpa.

Detalle quisquilloso: la manera de tratar el caos de nuevo peca en lo mismo que pecó Moorcock, equiparar caos con maldad. ¿Por qué autor tras autor se empeñan en meternos en la cabeza que lo aleatorio sólo puede significar maldad y corrupción? ¿En ese inacabable abanico de posibilidades nunca cabe algo positivo o bello? La ley y su estricta tiranía pueden ser tan terribles como el absoluto caos (idea que ya esbozó el propio Moorcock, para luego olvidar en sus textos). Entre la panoplia multicolor del caos puede tener su sitio oasis de bondad.

La edición que he comprado esta digamos que… mal. Bastante mal: bolsillo con numerosas, demasiadas, erratas. Al principio pensé que se trataba de un problema del traductor, Pedro Jorge Romero, pero al cabo de las páginas y más páginas de errores no sólo ortográficos sino incluso sintácticos sólo me queda pensar que se trata de una versión sin corregir, sin galeradas. Un nuevo triunfo para la profesión de editor.

En definitiva se trata un libro para pasar el rato, y para el que debes armarte de un poco de paciencia, sobre todo al principio. Insisto en que aunque lo vendan como ciencia ficción (así está encuadrada dentro de la editorial) pertenece más bien a la fantasía o a la fantaciencia. Nada que ver con un Clarke, Forward o Benford, por ejemplo. Si te gustan los autores a los que homenajea le encontrarás un cierto puntillo gracioso. Como nota le pongo un seis apuradito, que ya es bastante.

Adiós.

Robert E. Howard – Las extrañas aventuras de Solomon Kane

Hola, ofidios.

Hasta ahora, en lo relativo a Howard, me había centrado sólo en Conan. Pero ya era hora de cambiar de personaje. Aprovechando la película que se rodó hace no mucho, Valdemar ha publicado este tomito con todos los relatos que Howard le dedicó a este puritano cafre.

Según pone en la introducción (a cargo de míster engreído-prepotente-sobrao, que también se ha encargado de la traducción) a los textos originales de Solomon Kane se les ha dado a lo largo de la historia cierto lavado de cara, eliminando aspectos y expresiones que con el tiempo han entrado en lo ‘políticamente incorrecto’. Esta edición que he leído se supone que es fiel al texto original. Al menos sí que se leen varios detalles de corte racista que me recuerdan en cierta medida a los de Lovecraft.

Pero vayamos a los textos que incluye el libro.

  • ‘Cráneos en las estrellas’ es un relato sencillo y de desarrollo lineal, al que buena falta le haría un giro argumental o alguna sorpresa final. Le otorgo un 5 raspado.
  • ‘La mano derecha de la maldición’ parece una revisión literaria del film Las manos de Orlac. El relato adolece de excesivas explicaciones finales, que empañan un final previsible. Se lleva un 4.
  • ‘Sombras rojas’ no tiene nada que ver en cuanto el desarrollo de la historia con ‘Clavos rojos’, uno de los mejores relatos de Conan, por mucho que su título parezca indicarlo. Sin embrago el texto sí que tiene cierta relación, en lo que a ambientación se refiere, con algunos del cimmerio. En este relato, además, se da la casualidad de que la manera en que Howard describe a su héroe me recuerda mucho a la forma en que Moorcock hace lo mismo con Elric: una criatura extraña, de mirada dura y melancólica, de piel pálida; un individuo anclado en un código moral demasiado estricto (quizá trasnochado) y con una actitud que hace que quienes le rodeen le rehúyan. Otro detalle curioso (y que se irá repitiendo en otros relatos) es la aparente memoria atávica de Kane. Me recuerda a lo que más adelante sería Erekosë. ¿Se inspiró Moorcock en este detalle de Kane para crear su campeón eterno? Ni idea. Pero lo que importa es que el resultado final del relato es muy satisfactorio, mereciendo un 8.
  • Con ‘Resonar de huesos’ regresamos a la idea subyancente de Orlac. Y huele. Además el texto tiene un detalle demasiado torpe (rotura de la cadena) que ya te dice cómo va a acabar. En resumen, un texto muy poco original que se lleva un triste 4.
  • La historia de ‘Luna de calaveras’ es la más extensa de todo el libro. Y por desgracia de nuevo tiene un cariz lineal. Todo está metido a piñón fijo, para que encaje y lleve al héroe a un único destino. Los acontecimientos se suceden uno tras otro de la manera más apropiada para que todo acabe como debe hacerlo. Para colmo nos encontramos con una apoteosis final en exceso oportuna. Sin duda en aquella época (años 20-30 del siglo XX) ese tipo de finales apoteósicos debían resultar muy efectistas y cautivadores, pero ahora quedan trasnochados y demasiado forzados. Algo positivo en el texto lo hayamos en la atmósfera lovecraftiana que lo envuelve en una buena parte de su extensión, detalle que yo (fan del de Providence) agradezco. Le pongo al relato un 6.
  • Ahora le toca el turno a ‘Las colinas de los muertos’. De nuevo en relato con el espíritu de Conan, y que posee una escena final muy jugosa, con los buitres haciendo acto de presencia. Se lleva un 7.
  • ‘Alas de la noche’ repite casi el inicio de ‘Sombras rojas’, presentándonos a Kane como un justiciero vengador siempre dispuesto a castigar al malvado. Pero a medida que avanza esto cambia del ‘corre que te pillo’ al ‘en un tiempo pasado ocurrió esto’ muy lovecraftiano. Por desgracia los malos no me acaban de gustar, apareciendo mal dibujados, demasiado tópicos. Algo en ellos me da la impresión de no haber sido bien pensados. Lo peor llega al final de la historia, cuando demuestran ser tontos de remate. Le pongo un 6 al relato.
  • En ‘Los pasos en el interior’ una vez más nos encontramos con Conan, en un relato divertido pero demasiado sencillo, lo que le otorga un 6.
  • Tras estos relatos de Kane aparece el único relato que escribió Howard de Sonia ‘la roja’, la que luego se convertiría en el cómic en Red Sonja. Nada tiene que ver el personaje de Howard con el de los tebeos. El relato en cuestión se titula ‘La sombra del buitre’ y, casualmente se puede decir que es el mejor de toda la recopilación. Una historia que engancha, carente de elemento fantástico pero rebosante de acción y tono épico. El carácter pendenciero, independiente y rabioso de la Sonia de este texto destaca sobre el resto de personajes, bastante planos y manidos. Ignoro cuánto de real hay en las descripciones tanto de la Viena del siglo XVI como de la corte de Solimán, pero el resultado es creíble, colorido y agradable. Le pongo un 8 alto al relato.

Concluyendo, la recopilación de cuentos tiene sus altibajos, pero en conjunto se lleva un 6 raspado.

No quiero olvidarme de hablar de la portada del volumen, la ilustración de Juan Antonio Serrano García: no tiene absolutamente nada que ver con ninguno de los ocho textos protagonizados por Solomon Kane. Pero ni de lejos. Hay lectores, sobre todo jóvenes, que esperan que la portada represente una escena (o el espíritu) del libro que presentan. Pues bien, si esperaban descubrir qué eran esas criaturas purpureas se van a quedar con las ganas. Parecerá una chorrada, y para muchos lo será, pero a mí me demuestra una falta de respeto tanto al autor (no se han molestado en plasmar algo de la obra) como al lector (por lo que he dicho antes). Ya como impresión personal de la portada, me parece un dibujo extremadamente rígido, sin vida: me recuerda a los momentos más chungos de Ernie Chan, de cuya muy reciente muerte me acabo de enterar al hacer la búsqueda para poner este enlace. R.I.P.

Un saludo.

AA.VV. – Art Nalón Letras 2004

Hola, ofidios.

Después de cosa de siete años saco de la pila este libro. Lo conseguí por participar en el Art Nalón Letras 2005, en el que (como es lógico) no obtuve nada. A excepción de este reducido volumen. Y acerca de su contenido voy a escribir ahora un poco.

Ante todo hay que decir que el nivel medio de los relatos ha sido aceptable, pero no como para echar cohetes. Se nota que hay mucha gente aficionada participando en el mismo. Se trata de un concurso orientado a la ¿juventud?, a escritores de menos de 37 años. A esa edad ya hay gente que escribe mucho y muy bien, pero por lo que sea en esta edición ese tipo de concursante no abunda.

Pero vayamos al contenido. Los tres primeros relatos están escritos en bable, por lo que ni siquiera los he ojeado. Así que pasamos a los escritos en castellano actual.

El relato ganador, ‘Puerto Hambre’ de Mar Sancho Sanz, sufre un defecto estilístico a mi entender descomunal: está todo él (cuatro páginas y pico, y en torno a las 1.200 palabras) redactado en un único a inacabable párrafo. A lo mejor se podría decir que es un recurso estilístico o… no sé. Pero a mí me parece un error de bulto, algo que de por sí ya lo invalidaría para obtener ningún galardón. Más aun cuando al leerlo los puntos y aparte saltan a la vista. En cuanto a la historia se puede decir que este sencillo relato surge de una simple anécdota. El final del relato (aviso de que lo voy a reventar) chirría bastante en tanto y cuanto que Gastón no es un nombre muy español, precisamente. Hay alguna que otra frase extraña, como la del ‘betún de croata más alto’ Hay otros fallos, en este caso de edición, como el cambiar ‘turno’ por ‘tumo’, o un ‘d el’ que sin lugar a dudas proviene de un ‘del’. ¿Envió el relato en papel y el OCR provocó estas erratas? En resumidas cuentas, un relato gracioso que se lleva un 6.

Tras el ganador en libro se incluyen otros relatos seleccionados por el jurado.

  • ‘El murallón de Sindarleza’, de Santiago Javier Ambao, resulta un relato mejorable, sobre todo en temas ambientación. Mezcla detalles que dan una idea de modernidad (como un centro comercial, un centro de esparcimiento y un hospital) con otros de toque fantasía medieval (el murallón, las torres de vigilancia, etc.). Precisamente la primera aparición del murallón es una imagen sugerente. O al menos para mí, que ya escribí hace años un relato acerca de un muro (relato que ahora que lo pienso bien podría ser recuperado/revisado y acabar en Eterno V2). Otro defecto del relato es la falta de coherencia, o de lo que para mí es coherencia: esos cien años de que habla no me parecen un lapso de tiempo suficientemente largo como para darle el aspecto añejo de lo que incluye el párrafo. Aparte del sinsentido de entregar toda la producción de oro a ‘los otros’. ¿Entonces en qué se basa el comercio de la colonia? Luego está el tema de la mentalidad de los colonos, que se anticipan a lo que les pueda suceder sin base alguna de sospecha, o su capacidad de ver lo que hay más allá del muro sin atreverse a echar una ojeada. ¿Cómo saben que hay patrullas al otro lado si nunca han mirado? Todo esto hace que se lleve un humilde 5.
  • Nuria C. Botey nos presenta ‘Oficina de cambio’, un relato muy corto y prácticamente vacío. Se basa en una única idea sin aportar nada. La poca originalidad se acentúa al darse cuenta de que todo se reduce a un ‘paren el mundo que me bajo’, algo ya muy viejo. Le aplico un 4.
  • ‘El culto’, de José Luis Erausquin Granados, mantiene un buen tono. Sólo al final se adivina de qué va, lo que supone un éxito. Lo único que el tono casi medieval o preindustrial del inicio de la historia no encaja con la resolución final del mismo. El relato se merece un 7.
  • El relato ‘Café de contrabando’, de Mercedes González Alonso, está bien escrito y posee un ritmo interesante. Incluso al inicio posee unas imágenes llamativas. Por todo ello le pongo un 7, nota que podría haber superado de no existir algún defecto, como la mención  a Profidén, que no encaja con un relato por lo demás limpio de marcas o llamamiento a ‘lo real’.
  • El texto de ‘Nassau’, de nuevo de Mar Sancho Sanz, padece el mismo defecto que el ganador del concurso: se trata de un único y descomunal párrafo. Acojonante que pasaran ambos dos la criba (por no hablar de que uno de ellos ganara). Aun así la historia no queda mal. Tiene un giro argumental que le aleja del típico (y vacío, sencillo, manido) argumento emocional para adentrarse en uno más duro. Un relato al que le aplico un 6 que bien hubiera podido llegar a 7, de no ser por el defecto estilístico.
  • Llegamos a ‘Jardineros’ de Jaime Alejandro Roda Bruce. Por fortuna este relato es corto, por lo tonto que resulta. Nos hallamos ante un texto sobre cargado de palabrería ‘técnica’, a veces ridícula, con términos entiendo que introducidos más por su sonoridad que por su eficiencia en la historia. Pero la referencia a Oort supera lo tolerable, dando ganas de dejar el relato. El final resulta tonto, una fantasía que no va a ningún lado. Le doy un 4, y bastante me parece.
  • ‘Albricias’, de Roberto Vivero Rodríguez, al poco de empezar ya me provoca horror con una simple palabra: ‘imeileaban’. Semejante salvajada ya supondría cerrar el libro, o cambiar al siguiente relato. Otro defecto es el tono que se usa en la narración, que a veces se confunde entre un narrador distante a otras con un protagonista involucrado. El resultado final es una chorrada ‘humorística’ (supongo) en un estilo nada de mi agrado. Le pongo un 4.
  • Jonathan Préstamo Rodríguez nos presenta ‘Entrar, saludar, salir, esperar’, un relato que me ha pillado por sorpresa. Admito que no había captado la temática hasta justo el final. Eso ya me gusta (o a lo mejor es que leer de madrugada en el metro supone a veces tener esos despistes). No me acaba de cuadrar el que el protagonista conozca a la gente parte de la gente del vagón. Aun así le pongo un 7.
  • ‘Celia pies de flor’, de Carlos de Puerto Martín, es una pequeña delicia. Sí, por unos momentos se pierde (cuando habla de los niños y el fútbol), pero luego regresa a esa fantasía onírica delicada, deliciosa. Un muy merecido 8.
  • Con ‘Una nota en la cocina’ de Ismael Piñera Tarque nos presenta juna historia sencilla y emotiva, pero que funciona, con una final que agrada y sorprende. Eso le hace merecedor de un 7.
  • El mismo autor, Ismael Piñera Tarque, repite relato en la compilación con ‘La apuesta’. Se trata de un texto menor en comparación con el anterior, una historia que se reduce a una anécdota y que tendría mucho mayor peso e interés si estuviera contextualizada (y ampliada y acompañada de otras similares) dentro de ese interesante Breve historia del odio. Le doy un 5.
  • ‘El ladrón de flores’, relato de José Manuel Moreno Pérez, tiene aire de clásico, de texto costumbrista, humilde y sencillo. En general se puede decir que está bien escrito, salvo la parrafada inicial, y posee un buen final. Se trata de una historia realista y pícara, un texto de agradable lectura. Todo ello le otorga un 7.
  • Acaba la compilación ‘Plato de jnuuj’, de Juan Jacinto Muñoz Rengel. Nos hallamos ante un texto de corte surrealista y graciosillo. Tiene un pequeño error, que sin embargo supone un detalle casi vital en el desarrollo de la historia: no explica cómo consigue el jnuuj, algo que se supone es rarísimo y casi inconseguible. Sin embargo ese problema lo ventila en un plis, como si no hubiera supuesto un problema. Esa búsqueda de un ingrediente tan exótico buen hubiera podido suponer todo el relato. Pero no. Un fallo; el fallo. Aun con todo no me acaba de gustar ese ‘humor’, por lo que le aplico un 6.

Una vez leídos todos los relatos nos da media de 5’93. No llega por poco al bien. Sin embargo me dan ganas de leer más de otras ediciones. Supongo que será imposible hacerme con copias de otras convocatorias: se agradece que alguien me las regale.

Y así de paso me regodeo viendo cómo otros más jóvenes llegan a algún sitio (publicar y todo eso) mientras yo desperdicio mi vida sin llegar a ningún lado. Positivo que está uno, sí señor.

Un saludo.

Edgar Rice Burroughs – Thuvia, doncella de Marte

Hola, culebras.

De nuevo una reseña escrita muy a posteriori, concretamente el día 28 de octubre de 2012.  En esta ocasión me toca este texto del creador de Tarzán, Edgar Rice Burroughs, que nos vuelve a llevar a ese Marte imposible y romántico suyo.

Thuvia, doncella de Marte es una obra desenfadada, directa y simple, sin sorpresas ni especial misterio, llena de malos muy malos (preferiblemente feos) y buenos muy buenos (a ser posible guapos y fortachones). Vamos, un texto para apagar el cerebro y escrito también así, con el piloto automático para atraer a un lector sencillo, nada exigente. En definitiva, un guión simplista, de los de ‘todo para adelante y mascadito para el protagonista’. Muy pulp, muy de la época. Muy mal envejecido. En su momento no digo que esta novela tuviera buen aceptación; leerla ahora te obliga a implantarte con fuerza el chip de ‘lector de los años 20’, que si no no la disfrutas.

En cuanto a los detalles del contenido hay que decir que de nuevo nos encontramos ante una obra que tiene mucho más de fantasía que de ciencia ficción, perceptible sobre todo en lo relativo a los poderes personales de alguno de los protagonistas. El amigo Carthoris es mucho más que un superhombre: el elegido del destino, al que todo le sale bien, o incluso mejor. La pobre Thuvia se resume en un bonito maniquí manipulado de un lado para otro, que ve cómo su paladín va detrás de ella a todo lo largo del planeta.

Qué decir de la edición… pues mala (incluso en la elección de la tipografía), con errores de ortografía y fallos de maquetación, como por ejemplo el mal uso del guión largo en los diálogos. El conjunto crea un aspecto general de aficionado; lo mismo podemos decir de la traducción, poco menos que descuidada. Pero es que en ese aspecto sigue al resto de libros de la colección Omean.

En definitiva, le pongo 5 y bastante me parece.

Adiós.

Haruki Murakami – El Fin del Mundo y un despiadado país de las maravillas

Hola, ofidios.

Por primera vez en mi vida, si no me engaña la memoria, leo algo escrito por un japonés (no vale manga, que es cómic). Me habían hablado bien de este autor, Haruki Murakami, concretamente del la obra Tokio Blues. En FNAC por esos días estaban poniendo por todas partes stands con sus libros y, cuando me encontré este de tan curioso nombre, me lo compré por impulso.

El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas me ha dejado un sabor de boca amargo, nada satisfactorio para un autor mundialmente reconocido y al que acaban de dar el XXIII Premio Internacional de Catalunya. ¿Por qué? Pues porque en algo como la fantasía con este libro me demuestra que cuando lo escribió (1985) no tenía casi ningún dominio del género. O eso o el autor es un ñoño de tres pares de narices.

El libro se divide en dos escenarios muy claramente diferenciados:

  • Por un lado hay un Tokio de un futuro cercano, muy cercano. En ese futuro se ha desarrollado una técnica de computación que, por la manera en que la desarrolla (luego hablo de ese detalle), bien podría haber surgido de la mente de Cronenberg: el uso de un cerebro humano modificado mediante cirugía para ‘encriptar’ datos. Vale, eso no supondría de por sí nada nuevo, ni bueno ni malo. Pero cuando el autor intenta entrar en los detalles se pierde y alcanza niveles de patetismo que a mí me ha sonrojado. Un simple ejemplo: la entrada de datos el bioencriptador se realiza de modo visual (en ese aspecto nada que objetar), y la salida de datos ya encriptados es ¡tachán! ¡hojas escritas a bolígrafo! Sin comentarios. Bueno, sí que lo comento: con Cronenberg la salida de datos hubiera quedado de igual manera orgánica, incluso seminal, y sin duda mucho más efectista. No como este truño de Murakami. El resto de situaciones que se describen en la sección ‘futuro’ van desde lo retro o cutre (como los dos macarras, que parecen sacados de un manga) a lo sin sentido (los discursos pseudocientíficos que suelta el profesor), con lo ridículo (como el uso de los clips) entre medias.
  • Por otro lado una sugerente y misteriosa ciudad. En ella hay unicornios, a las personas se les extirpa con cuchillo la sombra, la biblioteca está llena de cráneos, la gente no tiene corazón (de manera literal)… Sin duda un entorno que en otras manos daría lugar a toda una serie de historias de lo más sugerente. Pero lo que digo: en otras manos. En manos de Murakami todo se reduce a una ñoñedad absoluta de sentimientos ñoños, acciones ñoñas y discursos ñoños. Una cosa es la ñoñedad de textos como La historia interminable, en el que el público al que estaba destinado (infantil y juvenil) justifica ese mensaje babosón. optimista y sentimental; otra muy diferente este texto, que en principio (y casi sin él, si se tiene en cuenta la psicología del protagonista) orientado a un público adulto. Pero adulto no equivale, al menos en mi caso, con simplón.

Resumiendo: por un lado tenemos un muy poco acertado escenario pseudofuturista, y por otro lo que muy bien podría ser una fantasía oscura que acaba convertida en una ñoñedad sin límites.

Tras acabar el libro me parece como si el autor hubiera dicho ‘ale, que en este libro me voy a poner a escribir cifi y, olé mis huevos, la voy a mezclar con fantasía’, todo ello sin tener el menos bagaje en ambos géneros. Así le queda algo torpe, descafeinado y en muchas ocasiones ridículo texto.

¿Qué salva al libro? La creación del protagonista y la manera que tiene de describir su manera de ver el mundo y reaccionar ante él. Murakami demuestra tener buenas dotes de narrador de historias. Lástima que en este libro lo quiera revestir de fantasía, lo que le hace cagarla de manera radical. Al menos para alguien acostumbrado a moverse por esos lares.

Como nota final le pongo un 5, y se salva del suspenso por esa manera de contar la historia/desgracia del protagonista.

Habrá que leer otro libro de Murakami, uno en el que no se ahogue en el género fantástico.

Un saludo.

Proyecto de Iván: buscoaliados.com

Hola, culebras.

Os presento la nueva aventura editorial de alguien muy especial, Iván Hernández (para mí siempre será DisneyMan, y autor de algunos dibujos de otras épocas): buscoaliados.com.

Se trata de un intento de promoción de una trilogia de temática fantástica en la que está trabajando, El futuro no tiene aliados. La idea de promoción se basa en el ‘apoyo’ a través de feisbuk, con los ya típicos ‘me gusta’. Haciéndose ‘fan’ de la web recibiréis regalos electrónicos. Como no podía ser menos posee una página en el citado servicio. También posee su propio torrente de pío-píos en el pajaroto.

Dado que no uso feisbuk (de hecho odio ese engendro) no voy a poder ‘aliarme’ como Iván quiere, pero animo a todos los zombies de feisbuk a que lo hagan. A ver si el proyecto acaba bien, con la trilogía en las librerías.

Yo por mi parte desde aquí lo enlazo y lo propago vía feed. Menos da una piedra. Y sobre todo si se trata de una piedra misántropa 😉

Un saludo.

Robert E. Howard – Conan el conquistador

Hola, ofidios.

De nuevo recurro al bueno Howard para desintoxicarme, y en esta ocasión le toca a Conan el conquistador. Sin saberlo he tenido entre las manos la única novela como tal del cimmerio, una historia que gracias a su extensión permite al autor introducirnos más nunca en el mundo hiborio y sus enredos políticos.

De nuevo los personajes son estereotipos, pero funcionan a la perfección para obtener una novela trepidante, con batallas épicas, combates a cara de perro, horrores antiguos, magia negra y conspiraciones viles. Conan pasa de rey a fugitivo, de ahí a pirata y de nuevo a triunfante conquistador.

No voy a decir mucho más, porque leyendo el resto de reseñas que he puesto de los libros de Conan se puede adivinar cómo funciona de bien.

La novela se merece un justo ocho de puntuación.

Un saludo.

Horace Walpole – El castillo de Otranto

Hola, ofidios.

Acercándome al inicio más inicio de lo gótico, en esta ocasión me acerco al El castillo de Otranto, de Horace Walpole.
No hay que buscar mucho para saber que académicamente se le considera el inicio de todo un estilo, un género caracterizado por lo espectral, lo arquitectónico, lo atmosférico, aspecto que ya conocía… pero como esencia del género también están los sentimientos exacerbados y los enredos de cama y/o linaje, algo que siempre ha asociado al melodrama y la novela romántica.

Todo ello está presente en Otranto: presencias fantasmagóricas e inexplicables; catacumbas, pasadizos, castillos y naves eclesiásticas; oscuridad, lobreguez y humedad. Eso por un lado. Por otro unos personajes exagerados y maniqueos que siembran la novela de diálogos increíblemente afectados, tanto que rozan el ridículo. ¿Hablaba y pensaba la nobleza de finales del s. XVIII así? No lo sé, pero podría creerlo vista la manera de hablar y actuar de los pijos de ahora, esas criaturas que por no salir de su burbuja forrada de dinero siguen soltando el ‘oigh’ en cada frase que mal pronuncian.

La mezcla de esos elementos se ve que sorprendieron y encantaron en su momento, hasta llegar al punto de que a raíz del libro se creó todo un estilo lleno de seguidores, estilo que (con las modificaciones del paso del tiempo) ha llegado hasta ahora. Pero al César lo que es del César: el estilo general del libro casi parece escrito por un niño de primaria. Los ya citados diálogos exagerados y mal llevados, descripciones simplonas y ambientación casi nula, junto a un sentido del ritmo poco menos que completamente desacompasado. Eso, junto a que ha envejecido pésimamente, hace de esta lectura un ejercicio más que nada académico, carente de interés para un lector actual que busque el ‘disfrute’ del texto.

Por todo ello se lleva un raspadito 5: sin duda en manos de otro autor más experimentado habría quedado un texto más presentable, pero es que quien tuvo la idea fue Walpole, y no daba para más. Ni para menos.

Chau.

Balance de lecturas 2010

Hola, ofidios. Tal y como ya hice el pasado año, aquí va (más que nada para mí, que me encantan estás chorradas estadísticas sin sentido) el sumario de lo leído el pasado año.

 

Fecha fin lectura Autor Título

Valoración

Género
08/01/2010 John Varley Y mañana serán clones

8

Ciencia ficción
02/02/2010 David Brin Tierra

6

Ciencia ficción
13/02/2010 Alfred Bester Las estrellas mi destino

4

Ciencia ficción
25/02/2010 Neil Gaiman Objetos frágiles

4

Fantasía
06/03/2010 Jack London El lobo de mar

6

Aventuras
09/03/2010 Brian Lumley Demogorgo

3

Terror
17/03/2010 Isaac Asimov El hombre del bicentenario

5

Ciencia ficción
22/03/2010 George H. White La gran saga de los Aznar, tomo 3

7

Ciencia ficción
30/03/2010 George H. White La gran saga de los Aznar, tomo 4

6

Ciencia ficción
09/04/2010 George H. White La gran saga de los Aznar, tomo 5

6

Ciencia ficción
24/04/2010 Dan Simmons El terror

8

Terror
27/04/2010 Rafael Marín Mundo de dioses

4

Ciencia ficción
18/06/2010 Stephen R. Donaldson La necesidad de Mordant

5

Fantasía
28/06/2010 Dmitri Glukhosvsky Metro 2033

6

Ciencia ficción
17/07/2010 Poul Anderson La nave de un millon de años

4

Ciencia ficción
18/07/2010 Joe Haldeman Compradores de tiempo

5

Ciencia ficción
23/07/2010 Michael Moorcock Las crónicas del castillo de Brass

6

Fantasía
28/07/2010 Rodolfo Martinez Tierra de nadie: Jormungand

6

Ciencia ficción
31/07/2010 L. Sprague de Camp Que no desciendan las tinieblas

5

Ciencia ficción
17/08/2010 AA.VV. UPC 2002

6

Ciencia ficción
25/08/2010 A.A. Atanasio Radix

9

Ciencia ficción
31/08/2010 Max Brooks Guerra Mundial Z

8

Terror
06/09/2010 Robert C. Wilson Darwinia

4

Ciencia ficción
13/09/2010 David Morrell Rambo

8

Thriller
28/10/2010 Clive Barker Imajica

3

Fantasía
05/11/2010 Frederik Poh Mineros del Oort

4

Ciencia ficción
13/11/2010 Stephen Hawking Brevísima historia del tiempo

6

Ensayo
17/11/2010 Robert E. Howard Conan el Guerrero

7

Fantasía
12/12/2010 Iain M. Banks Pensad en Flebas

6

Ciencia ficción
19/12/2010 Robert E. Howard Conan el Usurpador

8

Fantasía

A modo de resumen, y comparando con el año anterior:

  • He leído un poco mas, 29 referencias frente a 23, si bien de esas 29 hay incluidas un par de sagas como ‘todo uno’.
  • Más páginas,  1217 (casi un 30% más, que se dice pronto), que hacen unas 33 páginas diarias. Sigue siendo poco, pero más que el año pasado.
  • De nuevo hay más que nada cosas de cifi, pero ya he intentado yo que la pila no imponga tanto su ley.
  • La valoración media de lectura ha resultado penosa, un seis ramplón, y es que me he topado con auténticos bodrios, de los gordos.

Entre lo más destacable del libro sin duda las primeras tres cuartas partes de El terror (una verdadera joya), Radix (de la que alguien en su día me avisó como ‘libro malo’ y mira por dónde…) o la sorprendente, por eso de que no me esperaba algo tan bueno, Guerra Mundial Z.

Bueno, esto ha sido todo en lo que se refiere a lecturas del 2010. A ver cómo se porta el 2011.